245 días de guerra en Ucrania
La invasión rusa de Ucrania exacerba las divisiones en Kosovo
La invasión rusa de Ucrania añade un nuevo elemento de discordia en esta ex provincia de la antigua Yugoslavia, donde la minoría serbia apoya a Rusia y la mayoría albanesa respalda a los ucranianos
En un muro de la parte serbia de Mitrovica, ciudad dividida étnicamente en el norte de Kosovo, un gigantesco fresco muestra un tanque con la letra «Z» y proclama que «los serbios están a favor de los rusos, por la libertad y la victoria».
Estas diferencias son especialmente visibles en Mitrovica, una ciudad partida según las líneas divisorias étnicas. Al norte del río Ibar viven según estimaciones unos 20.000 serbios leales a Belgrado. Al sur, unos 80.000 albanokosovares.
«Apoyo a la vez a Rusia y a (Vladimir) Putin», afirma Branka Sofric, una estudiante de Literatura de 20 años. El presidente ruso «es un hombre que combate por su pueblo».
«Ya que lo ha hecho, (Putin) debe tener razón, probablemente», abunda Dragoljub Kovac, un jubilado de 75 años.
Al otro lado del principal puente sobre el Ibar, el símbolo de la partición de la ciudad, las opiniones son muy distintas.
«A partir de aquí ya no se ven más Z», afirma Ekrem Vllahiu, un vendedor de tabaco de 24 años.
«¿Por qué? Porque es una letra de sangre».
Empatía con Ucrania
Este puente fue escenario regular de enfrentamientos entre las dos comunidades en los años posteriores a la guerra entre las fuerzas serbias y los rebeldes independentistas albaneses, que dejó 13.000 muertos.
El conflicto no terminó hasta 1999, con una campaña de bombardeos de la OTAN liderada por Washington.
Los principales clientes del joven vendedor de tabaco son los soldados de la fuerza de la OTAN desplegada en el territorio y la policía local, que vigila de cerca este punto de paso estratégico.
«La justicia está del lado de Ucrania. Se van a liberar, si Dios quiere», señala Dan Syla, un bombero jubilado de 81 años.
Hay más empatía por los ucranianos porque «sufren lo mismo que sufrimos nosotros» durante el conflicto contra las fuerzas serbias, considera el anciano.
Los albanokosovares van a una con el gobierno de Pristina que respaldó sin fisuras a Ucrania desde el principio de la guerra, aunque esta no reconozca su independencia, como tampoco Rusia o Serbia.
De su lado, los alrededor de 120.000 serbios de Kosovo no reconocen la soberanía de Pristina, que trata de mantener un delicado equilibrio entre Moscú y Europa Occidental.
Serbia es candidata a ingresar en la Unión Europea y condenó la invasión rusa en la ONU, pero no quiso alinearse con los occidentales en las sanciones a Moscú.
Muchos serbios se sienten cercanos «al hermano mayor ruso».
En Mitrovica Norte, un mural pintado hace unos años celebra la anexión de Crimea por Rusia en 2014 y establece un paralelismo con la situación en Kosovo, considerada por muchos como la cuna de la nación serbia.
«Kosovo es Serbia, Crimea es Rusia», proclama el mural.
Conversación rota
En el lado sur, la bandera de Estados Unidos ondea casi por todos lados. Los edificios oficiales suelen lucir los símbolos de la OTAN y la UE.
Para Nexhmedin Spahiu, profesor de ciencias políticas en Pristina, la capital de Kosovo, el nuevo antagonismo entre ambos bandos nace de sus sentimientos encontrados hacia Estados Unidos, salvadores para los albaneses e instigadores de bombardeos ilegales e injustos para los serbios.
«El respaldo a Rusia es una manifestación de antiamericanismo. La percepción de los serbios es que Estados Unidos es la razón por la que les arrancaron Kosovo. Para los albaneses, Estados Unidos representa la libertad», indica.
«Dios primero, después América», resume Dan Syla.
Uros, un estudiante serbio de 28 años que no quiere desvelar su apellido, ve similitudes entre la guerra de Ucrania y el conflicto de Kosovo en el que Serbia fue considerada como el agresor.
El joven no se considera «tan rusófilo como antiamericano» y acusa a Occidente de «diabolizar» a Moscú. «Cuando un país es descrito como el malo, yo estoy de su lado», afirma.
Miodrag Milicevic, director de Aktiv, una ONG de Mitrovica Norte, juzga que el conflicto actual no hace más que cristalizar «dos realidades muy distintas», caracterizadas por la «ausencia de todo diálogo».
«En este tipo de ambiente, francamente, nuestras perspectivas no son muy brillantes sea cual sea nuestra comunidad», asegura.
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A ambas orillas del Ibar, la gente «no se habla», confirma Dan Syla. «La conversación está rota. Pero sabemos que ellos respaldan a Serbia y a Rusia».