La energía nuclear, el otro negocio ruso del que Europa no puede y no quiere prescindir
Rusia suministra el 20 % del uranio consumido en Europa y a su vez compra componentes fabricados en la UE para la construcción de nuevas plantas nucleares dentro y fuera de territorio europeo
La dependencia energética de Europa es mucho mayor de la que se cree. Junto con el gas, el uranio para combustible nuclear representa otro negocio lucrativo para Moscú y otra fuerte dependencia.
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Hay 18 reactores nucleares rusos en funcionamiento ubicados en República Checa, Eslovaquia, Hungría, Bulgaria y Finlandia. Además de eso, la agencia de energía atómica rusa Rosatom suministra uranio a la compañía francesa Framatome, que opera una instalación de combustible nuclear en la ciudad alemana de Lingen.
A su vez, Framatome proporciona combustible nuclear a casi todos los países de Europa occidental, de tal manera que Rusia suministra el 20 % del uranio consumido en Europa. Sin embargo, las ventas rusas de combustible nuclear a la UE le generan al Kremlin mucho menos que sus exportaciones de combustibles fósiles.
El 20 % del uranio suministrado por Rusia proviene a su vez de Kazajstán donde se produce bajo el control de Moscú
A pesar de las protestas contra la entrega continua de uranio ruso por parte de grupos ambientalistas, la compañía francesa señaló que continuará trabajando con Rusia y el Gobierno alemán admitió que no podía evitar que lo hiciera, dado que no hay un proveedor alternativo.
¿Sanciones a la industria nuclear rusa?
Algunos políticos occidentales han criticado la falta de determinación en la UE para sancionar a la industria nuclear de Moscú argumentando que el negocio del uranio es menor al del gas. El problema está en que la dependencia de Europa de la industria nuclear rusa se ha convertido más en una preocupación de seguridad que financiera.
La actitud de Rusia hacia la energía nuclear ha quedado claramente demostrada por la ocupación de la central nuclear ucraniana de Zaporiyia, donde las fuerzas rusas han tomado como rehenes al personal local.
De acuerdo con Vládimir Slivyak, copresidente del grupo ambientalista ruso Ecodefense, «la propia planta se ha convertido en un instrumento de guerra», poniendo a Europa al borde de un nuevo desastre nuclear potencialmente más peligroso que Chernóbil.
Slivyak denunció, en un artículo de opinión en The Moscú Times, que «la dependencia de Europa de la industria nuclear rusa fue en realidad diseñada para debilitar a Europa y ponerla bajo la influencia rusa».
Francia no parece tener la intensión de limitar su cooperación con Rosatom, que va mucho más allá de la comercialización de combustible nuclear. Las turbinas Arabelle de fabricación francesa, así como los sistemas de instrumentación y control producidos conjuntamente por Siemens y Framatome que son esenciales para los nuevos reactores nucleares, todavía están disponibles para los clientes rusos.
Hungría planea construir dos nuevos reactores nucleares rusos, y utilizará los componentes fabricados en la Unión Europea si sus planes siguen adelante. Por eso Slivyak señala que «es Rusia quien depende de Europa, no al revés, pero aún así no se aplican sanciones».