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Una imagen muestra una pancarta electoral a Benny Gantz y Benjamin Netanyahu, Tel Aviv, Israel

Una imagen muestra una pancarta electoral a Benny Gantz y Benjamin Netanyahu, Tel Aviv, IsraelAFP

Elecciones en Israel  Quintas elecciones en menos de cuatro años: ¿por qué Israel no consigue mantener un Gobierno?

El país hebreo se ha visto abocado a convocar unos nuevos comicios, tras un año y medio en el que la «coalición del cambio» ha sido incapaz de superar sus diferencias

Israel se enfrenta a sus quintas elecciones en menos de cuatro años y el dilema sigue siendo el mismo: Bibi, sí, o Bibi, no. Benjamín Netanyahu, conocido popularmente como Bibi, continúa en el foco de todas las polémicas y debates públicos a pesar de que hace más de un año que no forma parte del Gobierno del país hebreo.

En mayo de 2021, el centrista Yair Lapid, líder del partido Yesh Atid –Hay un futuro–, consiguió derrocar al imbatible Netanyahu que acumulaba ya 12 años como primer ministro de Israel. Pero la tarea de formar un nuevo Gobierno se auguraba difícil para Lapid. El popular periodista debía poner de acuerdo a una amalgama de partidos políticos de todas las ideologías, desde formaciones islamistas hasta la derecha, pasando por el centro.

El único punto en común de todos ellos era el empeño de evitar que Netanyahu volviera a ocupar el cargo de primer ministro. Bibi enfrenta cargos por abuso de poder en un juicio por corrupción y su permanencia al frente del Ejecutivo le blinda ante estas acusaciones. Finalmente, este objetivo pesó más que sus grandes diferencias y Lapid consiguió formar el Gobierno más heterogéneo de la historia de Israel.

Se bautizó como la «coalición del cambio», formada por ocho partidos que, finalmente, no han sido capaz de superar sus diferencias y un año y medio después Lapid anunció su disolución. Esto deja a Israel y a los israelíes, nuevamente, con una sensación de incertidumbre política, llamados a las urnas por quinta vez en menos de cuatro años.

Este desenlace se veía venir desde el pasado mes de abril cuando el Ejecutivo perdió su mayoría parlamentaria tras la deserción de una diputada de Yamina –A la derecha–, uno de los partidos que formaban parte de la coalición. Desde entonces, ha sido imposible llegar a ningún acuerdo y más con la presión de Netanyahu como líder de la oposición. «Pensamos que podríamos aparcar los desencuentros a un lado por el bien del país (...) con gente de diferentes contextos y con diferentes perspectivas», lamentó Naftali Benet, líder de Yamina y principal socio de Lapid.

El Estado judío funciona como una democracia parlamentaria con un sistema de representación proporcional según el número de votos obtenidos en las urnas. Durante los últimos cuatro años, ningún partido ha conseguido la mayoría absoluta en la Knéset (Parlamento israelí). Esto ha provocado que los grandes partidos tuvieran que llegar a acuerdos para formar un Gobierno. Las formaciones pequeñas, normalmente claves para alcanzar la mayoría, han tratado de imponer sus intereses de manera continuada, rompiendo las coaliciones.

Un escenario que se ha ido repitiendo durante estos años y que ha provocado, nuevamente, la convocatoria de elecciones anticipadas. El 1 de noviembre, los israelíes depositarán su voto, mientras Netanyahu, alias Bibi, espera su ansiada vuelta como primer ministro.

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