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Jordan Bardella, nuevo presidente de la Agrupación NacionalAFP

Jordan Bardella, presidente de la Agrupación Nacional francesa

Que todo cambie para que nada cambie en «Casa Le Pen»

Entendió que la campaña era por la presidencia formal del partido, no por su control

Más de uno se preguntará si la elección de Jordan Bardella como presidente de la Agrupación Nacional (Rn) con un 85 % de los votos se corresponde con los nuevos vientos que desde el partido se intenta hacer soplar.

La respuesta es perentoria: el Rn es un partido cuya verticalidad está fuera de toda duda. Con Le Pen padre y con su hija.

El acierto de Bardella ha sido entender esa premisa desde el principio y ceñirse escrupulosamente a ella: nadie existe en el Rn fuera del aparato y aun menos al margen de la dinastía.

Tan bien ha captado el joven líder esta otra premisa que anda emparejado con Nolwenn Olivier, hija de Marie-Caroline Le Pen, sobrina carnal de Marine, nieta de Jean-Marie…

Tampoco hay que olvidar que su contrincante en la elección de ayer, el alcalde de Perpiñán Louis Aliot, compartió durante años la vida de Marine.

Hay rupturas que no tienen perdón, porque las diferencias ideológicas entre Bardella y Aliot apenas se perciben. Ambos personifican el Rn más centrado en las preocupaciones diarias de la gente de a pie (inflación, delincuencia, factura energética, islamización…) que en los grandes debates doctrinales.

Bardella se opuso en su momento a la legalización del matrimonio homosexual, pero no tiene la más mínima intención de derogarlo: el asunto dejó de ser reclamo electoral hace ya tiempo.

Le importan un bledo las controversias sobre la Segunda Guerra Mundial o la descolonización -dejó una licenciatura en Historia para dedicarse a la política a tiempo completo-, que tanto animaban la vida del partido en tiempos de Jean-Marie.

El nuevo presidente va a por la cajera del supermercado a la que atracan cuando vuelve a su casa, a por el pequeño empresario abrumado por una presión fiscal cada vez más agobiante, o a por el matrimonio de agricultores que pronto se verán abocados a dejar su explotación.

Lo es igualmente en los platós televisivos y estudios radiofónicos, en los que ya se ha enfrentado a un buen puñado de ministros y los más implacables entrevistadores franceses. No siempre ha ganado, pero nunca ha salido trasquilado. Su juventud y su discurso desacomplejado le avalan.

Ahora se enfrenta a su mayor reto, a sabiendas de que su elección era por la presidencia formal del partido, no por su control, que seguirá ejerciendo Marine. Tendrá que hilar fino.