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Xi Jinping y Joe Biden

Xi Jinping y Joe BidenPaula Andrade

China/EE.UU.

Joe Biden y Xi Jinping, dos caminos y un presunto objetivo: la paz mundial

Biden debería dejar claro que Estados Unidos está dispuesto a trabajar con China y buscar un entendimiento con Xi

Joe Biden se enfrenta a un entorno político interno difícil, a pesar de haber alcanzado unos resultados mejores de lo esperado en las elecciones de su mitad de mandato. Un país con una inflación elevada y la posible pérdida del control de la Cámara de Representantes le enfrenta ahora a la perspectiva de una oposición reforzada frente su administración y sus políticas.

Sin embargo, estos desafíos domésticos no deberían distraer el valor estratégico de la reunión Biden y Xi, al margen de la reunión del G-20. Es el primer encuentro directo entre los dos líderes desde la elección de Biden en 2020. De hecho, aunque lo dificulten políticamente, los vientos en contra cada líder puede ofrecer más incentivos tanto para estabilizar la espiral de «acciones y reacciones» en la política internacional, como para establecer nuevas reglas de «juego limpio» y «una visión afirmativa» para disciplinar la situación presente.

El mismo día del encuentro el Financial Times destaca la reunión de ambos líderes, al tiempo que señala el aumento de la tensiones entre EE. UU. y China. Estados Unidos y China están en un camino imparable (sin prisa, pero sin pausa) de colisionar.

Y lo que es peor, la dinámica vigente de acción-reacción empuja, cada vez más, a los responsables políticos de ambos países a definir el éxito en términos de su capacidad para frustrar al otro.

Crisis sobre Taiwán

Si no se controla, esta espiral de escalada podría conducir a una crisis sobre Taiwán, exacerbar la erosión del «orden internacional basado en normas» y restringir el escaso margen que resta entre ambos países para un diálogo político. El resto del mundo está de por medio.

Por un lado, entre los agudos desafíos políticos y económicos a ambos lados del Pacífico, ya no está claro si el tiempo está del lado de Washington o de Pekín. Si el futuro favorecerá cada vez más a China o a Estados Unidos.

Ambas partes tienen motivos para buscar una mayor estabilidad, a corto plazo, incluso mientras invierten en su capacidad para competir en los próximos años

Esto significa que ambas partes tienen motivos para buscar una mayor estabilidad, a corto plazo, incluso mientras invierten en su capacidad para competir en los próximos años. Mientras este objetivo no requiera que ninguna de las partes haga concesiones fundamentales o acepte un estatus subordinado a la otra, tanto Estados Unidos como China se beneficiarían de un periodo de distensión.

En consecuencia, en Bali, Biden debería dejar claro que Estados Unidos está dispuesto a trabajar con China a través de foros multilaterales como el G-20 para abordar los desafíos globales, incluyendo la sostenibilidad de la deuda y la inseguridad alimentaria, al tiempo que buscar un entendimiento con Xi determinando qué tipo de acciones están dentro y fuera de los límites.

Los esfuerzos de los dos líderes para establecer un modus vivendi serán más difíciles, pero por eso mismo importantes, por las recientes acciones de Estados Unidos para restringir el acceso de China a los semiconductores avanzados, junto con el creciente activismo del Congreso norteamericano y las propias declaraciones recientes de Biden sobre Taiwán.

De hecho, a pesar de los frágiles esfuerzos por evitar una crisis, un coro creciente de comentaristas, e incluso algunos funcionarios estadounidenses, han advertido que la guerra de Rusia en Ucrania es sólo un «caldeamiento del ambiente» para llegar a un conflicto mucho más significativo y prolongado con China.

Algunos analistas han llegado a sugerir que la guerra con China por Taiwán es inevitable. Muchos de estos comentarios se refieren a un supuesto plazo o ventana para que China utilice la fuerza para retomar Taiwán. Un margen de unos dos años. La teoría es que Xi está buscando la primera oportunidad para atacar a Taiwán, ya sea porque está confiando más en las capacidades militares de China o porque percibe que las tendencias militares y políticas se están inclinando en contra de China.

Por un lado, el argumento a favor de una acción a corto plazo contra Taiwán presupone un plazo que Xi probablemente ha fijado en vistas de la modernización militar de China, con un calendario para el uso de la fuerza. La única pista es que Xi ha vinculado el objetivo de «rejuvenecimiento nacional» a más largo plazo, para 2049, contando con la total «reunificación» de la nación. Así afirmó en octubre, en su discurso del XX Congreso del Partido, donde fue reelegido.

Los líderes de Pekín y Washington deberían invertir más en estrategias de diálogo y distensión en momento inquietante y peligroso

Pero por el bienestar, la libertad y la prosperidad de ambos países y del mundo en general, los líderes de Pekín y Washington deberían invertir más en estrategias de diálogo y distensión en momento inquietante y peligroso. Si no se hacen mayores esfuerzos para poner un suelo firme a la relación entre Estados Unidos y China, y se mantiene la dinámica actual, las voces más duras de ambos lados seguirán predominando hacía una gran confrontación.

Aunque es probable que cada una de las partes trate con escepticismo las garantías y las propuestas diplomáticas de la otra parte, tanto Biden como Xi deberían explorar posibles condiciones de coexistencia (incluida una visión de suma positiva de la gobernanza mundial). Este enfoque tendría que estar respaldado por acciones significativas para demostrar la buena voluntad y conseguir resultados tangibles. Pero la alternativa, esta espiral acelerada hacia la crisis sin canales importantes de comunicación, restaría serias posibilidades a la paz mundial.

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