Catar, dictadura silenciosa y feudalismo high-tech
La singularidad de Catar hunde sus raíces en la mismísima forma en que accedió a la independencia: en 1968, al anunciar el Gobierno británico su intención de dejar de ser potencia mandataria sobre los nueve emiratos del Golfo Pérsico, estos últimos se sintieron inicialmente desprotegidos, principalmente frente a las ambiciones que podían tener entonces las dos potencias principales de la zona, Irán y Arabia Saudí.
Siete de ellos decidieron reaccionaron formando la federación de los Emiratos Árabes Unidos, mientras que los dos restantes, Baréin y Catar, optaron por la independencia plena en 1971. De ahí procede la principal explicación de la enconada rivalidad que Catar mantiene con sus vecinos. Otra la tensa relación que mantiene con Arabia Saudí.
En la cúpula del edificio institucional catarí figura el emir, el jeque Tamim Ben Hamad Al Thani, en el trono desde 2013 a raíz de la abdicación de su padre –y artífice de la modernización del país–, el jeque Hamad. Según el artículo 64 de la Constitución de 2004, «su persona es inviolable y ha de ser respectada por todos». Nombra y cesa al jefe del Gobierno y dispone de un derecho de veto ilimitado sobre cualquier ley que haya sido votada por el Parlamento, llamado Majlis al Shura, una cámara compuesta por treinta miembros elegidos y quince nombrados por el emir.
Según la Constitución, el Majlis al Shura puede proponer leyes, aprobar el presupuesto y revocar ministros. Es, por lo tanto, más un órgano consultivo que un parlamento plenamente soberano
Según la Constitución, el Majlis al Shura puede proponer leyes, aprobar el presupuesto y revocar ministros. Es, por lo tanto, más un órgano consultivo que un parlamento plenamente soberano. Y sin partidos políticos: están prohibidos, por lo que todos los candidatos han de postular sin exhibir etiqueta. En claro: representan principalmente a las tribus, el otro pilar del emirato, junto a la Monarquía.
Las primeras elecciones tuvieron lugar en octubre de 2021, y a ellas concurrieron 233 mujeres, ninguna de las cuales obtuvo escaño
Las primeras elecciones tuvieron lugar en octubre de 2021, y a ellas concurrieron 233 mujeres, ninguna de las cuales obtuvo escaño. Sin embargo, el emir, en el marco de su cuota, nombró a dos de ellas: se acercaba el Mundial de Fútbol y un parlamento exclusivamente masculino, por muy poco democrático que fuese, hubiera proyectado una imagen desastrosa.
La benevolencia paternalista del emir Tamim se extiende asimismo a las relaciones con sus súbditos, que pueden presentarle quejas y pedir favores con carácter semanal, durante la conocida como Jalset al chaah, o «sesión del pueblo»: unos vienen a pedir la cancelación de una deuda, otro una beca para estudiar en el extranjero y un tercero para que le ayuden en un conflicto familiar.
El pacto social es claro: apoyo a la dinastía de los Al-Thani a cambio de un Estado de Bienestar generoso, alimentado por las rentas del petróleo y del gasChristian Chesnot
Como escribe Christian Chesnot en Le Qatar en 100 questions, «el pacto social es claro: apoyo a la dinastía de los Al-Thani a cambio de un Estado de Bienestar generoso, alimentado por las rentas del petróleo y del gas». «El emir», prosigue Chesnot, «es sobre todo un árbitro entre los jefes de tribus que configuran Catar. Le incumbe mantener la harmonía y el equilibrio entre los clanes, e incluso castigar al que lo discutiese».