Francia
Marine Le Pen considera el aborto como un «derecho» de rango constitucional
Marine Le Pen, octubre de 2020: la Agrupación Nacional (An) «rechaza la ampliación del plazo legal para abortar de 12 a 14 semanas. También se opondrá al deseo de suprimir la cláusula de conciencia de los médicos. Este texto no supone un 'progreso' sino una deriva puramente ideológica».
Noviembre de 2022: la misma Marine Le Pen acaba de presentar una propuesta de reforma de la Constitución encaminada a sacralizar el «derecho» al aborto con arreglo a lo establecido por la ley de 1975 y las reformas sucesivas, es decir, incluyendo la de hace dos años, a la que con tanta firmeza se opuso.
La que sigue siendo líder de Agrupación Nacional –pese a haber renunciado a la presidencia del partido– pretende, sobre todo, a través de este bandazo, evitar fisuras en su seno de cara al actual debate parlamentario sobre la cuestión y sortear así la trampa que le tendió la coalición de izquierda radical Nupes.
La Asamblea Nacional discute desde ayer la propuesta sobre un «derecho» absoluto al aborto –sin límites ni condiciones– presentada por Nupes y que los diversos grupos que integran la mayoría (relativa) macronista votaron sin pestañear. Los diputados de centro derecha, aunque en su seno han aflorado algunas reticencias, no votaron la propuesta de Nupes ni la de Le Pen.
Pero donde de verdad genera incomodidad la propuesta de Nupes es en la formación lepenista: ningún diputado votará a favor de la izquierda radical, pero un buen puñado tampoco apoyará abiertamente el texto de su lideresa, aunque sin ponerla en aprietos. Sin ir más lejos, es el caso el de un diputado de la provincia de Vaucluse, Hérvé de Lépinau; otros, como Julien Odoul, han anunciado su voto favorable. Lo único que une a ambos es la defensa del derecho a la objeción de conciencia de los médicos y demás personal sanitario que no deseen practicar abortos.
El episodio demuestra, en todo caso, los apuros por los que pasa Le Pen cada vez que se debate, ya sea en sede parlamentaria o en el seno de su partido, los asuntos antropológicos o de ingeniería social.
La pesadilla empezó en 2013, con motivo de las masivas manifestaciones contra la aprobación del matrimonio del mismo sexo y ha continuado –la lista no es exhaustiva– en fechas más recientes en relación con la procreación médica asistida.
Una temática sobre la que Le Pen, a diferencia de su padre Jean-Marie, suele ponerse de perfil, dejando «libertad de conciencia» a sus parlamentarios, absteniéndose de declaraciones públicas o expresándose de la forma más prudente y consensual.
Le conviene no dar una imagen demasiado conservadora para no apartarse de la evolución general de la sociedad francesa
Semejante obedece a su estrategia de «desdiabolización» del partido, pues le conviene no dar una imagen demasiado conservadora para no apartarse de la evolución general de una sociedad francesa cada vez más liberal en sus costumbres y que también se plasma en la cúpula de Agrupación Nacional: el portavoz parlamentario (Jean-Philippe Tanguy) y el vicepresidente de la Asamblea Nacional, Sebastien Chenu, son homosexuales confesos.
Sin embargo, esta vez ha dado un paso de gigante al admitir abiertamente que el aborto es un derecho merecedor de una protección de rango constitucional: se la juega definitivamente ante la franja más conservadora de sus votantes. Todavía existen y, aún siendo clara minoría social, podrían causar algún que otro perjuicio a candidatos de Agrupación Nacional en los comicios de los próximos años.
Sin posibilidad de prosperar
Tampoco la de Nupes, aunque por motivos muy distintos: pese a reunir muchos más apoyos, una propuesta de reforma constitucional solo alcanza validez si el Senado la vota en iguales términos. Y no se dan las circunstancias.