279 días de guerra en Ucrania
«Una guerra con China por Taiwán es posible», advierte un general australiano retirado
Mientras el mundo tiene su mirada fija en Rusia y Ucrania, China vela armas y espera su momento para anexionar la isla de Taiwán y poner fin a su régimen democrático que funciona como contrapunto deslegitimador de la dictadura comunista gobernada desde Pekín.
Según el general retirado del Ejército australiano, Mick Ryan, «una guerra por Taiwán es posible» y debe asumirse que esa posibilidad es real.
«Hay suficientes señales de los chinos y de los servicios de inteligencia de nuestros aliados de que existe una probabilidad cada vez mayor de que esto ocurra», afirmó en un artículo publicado en The Sydney Morning Herald.
Una guerra que, según el ex primer ministro australiano, Kevin Rudd, en declaraciones al mismo diario australiano, podría producirse dentro de los próximos cinco años.
En su columna, citó el desarrollo tecnológico en los últimos años alcanzado por el Ejército Popular de Liberación sin precedentes en la historia moderna en tiempos de paz.
El general Mick Ryan destacó que Estados Unidos documentó las catastróficas consecuencias de una invasión china de Taiwán y el consecuente conflicto que se desencadenaría, unas consecuencias mucho peores que las de la actual guerra en Ucrania.
Por eso, la Casa Blanca ha llegado a la conclusión de que es esencial invertir en disuasión militar para impedir que Pekín de el paso de la invasión.
Una disuasión en la que, según argumentó, Australia jugará un papel central: «Disuadir una guerra por Taiwán, y otros conflictos resultantes de la agresión china, debe ser una prioridad para el gobierno australiano».
Sin embargo, advirtió que el país no se encuentra preparado para hacer frente a esa responsabilidad e insistió en que Australia «necesita desesperadamente una estrategia de seguridad nacional».
Además, citó una carencia importante del actual Ejército australiano: El Gobierno «asume que todos los conflictos futuros se librarán en el mar y en el aire» y, por lo tanto, «busca construir una Defensa aire-mar centrada en la tecnología».
Sin embargo, afirmó que «las guerras se libran en el aire y en el mar, pero sólo se ganan en tierra. Esto no será posible si a nuestros soldados se les niegan capacidades básicas como tanques, ataque de largo alcance, defensa aérea y enjambres de municiones merodeadoras».
La amenaza ya se puso encima de la mesa de forma explícita el pasado mes de junio, cuando el primer ministro japonés, Fumio Kishida, afirmó que la invasión rusa de Ucrania podría tener su reflejo en una invasión china de Taiwán, como recordó el general.
También recuperó las declaraciones realizadas en octubre por el jefe de operaciones navales de Estados Unidos, Michael Gilday, cuando afirmó que China podría tratar de ocupar Taiwán antes de 2027.
El mismo Partido Comunista chino reconoció en su 20º Congreso que la incorporación de Taiwán a la República Popular China será una prioridad en los próximos años.
Los líderes occidentales, mientras tanto, confían en que la diplomacia y los intereses compartidos entre China y occidente evite un conflicto bélico.
La puesta en marcha de esta estrategia se pudo ver durante la última Cumbre del G20 celebrada en Bali, donde los líderes de las democracias del mundo hicieron cola para entrevistarse con el autoritario presidente chino, Xi Jinping.
Pese a ello, los países democráticos parecen confiar en que no sucederá lo mismo en el caso de China y Taiwán.
Confían, por un lado, en las fuertes dependencias de Pekín con sus clientes occidentales, de los que depende para mantener su fuerte crecimiento económico, y en el poder disuasorio de Estados Unidos, que ya advirtió que en caso de invasión china de Taiwán se implicaría militarmente para defender a la pequeña democracia.