Fundado en 1910

Fuertes disturbios se registraron en Bruselas tras la derrota de Bélgica ante MarruecosKenzo Tribouillard / AFP

Europa

Los disturbios de Bélgica como expresión del fracaso del multiculturalismo en Europa

​Deberíamos considerar que, de no ser capaces de consolidar nuestros propios bienes e identidad, necesariamente estaremos abocados, a la larga, a un conflicto de grandes dimensiones

La semana pasada, la policía belga realizó un amplio despliegue en Bruselas, con motivo del partido que enfrentaba a Marruecos con Bélgica, pero no fue suficiente. Ya en 2017 se habían producido importantes disturbios tras la clasificación de Marruecos para la Copa del Mundo.

A mitad del segundo tiempo del partido, comenzaron los incidentes y alrededor de 150 personas prendieron fuego al mobiliario urbano, rompieron equipamientos municipales y dañaron todo lo que encontraban a su paso y eso que la competición concluyó con un 2 a 0 a favor de la selección marroquí.

En la capital un centenar de policías se desplegaron contra los agitadores, que portaban banderas marroquíes. Para frenarlos usaron gas lacrimógeno y dos cañones de agua. Hubo que cerrar algunos sectores de la capital belga, así como metro y tranvías.

Estamos ante una muestra más del fracaso del «multiculturalismo» en Europa.

Es una realidad latente que vuelve una y otra vez, otro de los altos riesgos a los que nos enfrentamos en Occidente desde 2005, cuando se dieron aquellos grandes disturbios en Francia a finales de octubre de hace 17 años y en París estallaron unas revueltas que rápidamente se extendieron al resto del país y a otras ciudades de Europa.

Antecedentes

Fueron disturbios muy violentos, con grandes enfrentamientos entre jóvenes inmigrantes o descendientes de inmigrantes y la Policía francesa. Los incidentes comenzaron tras la muerte de dos jóvenes musulmanes de origen africano mientras escapaban de la policía en Clichy-sous-Bois, un suburbio del este de París.

La agitación se exacerbó por las declaraciones del entonces ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, quien llamó a los violentos manifestantes de primera hora «escoria».

Los disturbios se expandieron en otras áreas de Francia: Sena y Marne, Val-d'Oise, Lille, Ruan, Dijón y Marsella

Los disturbios se expandieron en otras áreas de Francia: Sena y Marne, Val-d'Oise, Lille, Ruan, Dijón y Marsella y, además, llegaron a otros países europeos: Bélgica, a la cabeza, Dinamarca, Alemania, Grecia, Países Bajos y Suiza.

En Francia durante una sola noche quemaron más de 500 coches y se provocaron incendios en distintas lo ciudades. La noche del sábado 5 de noviembre y del domingo siguiente marcaron el punto más intenso de estos disturbios con la quema de 1.295 vehículos y el saldo de 312 personas detenidas.

Los autores de los disturbios, de 2005 y de ahora, son el mismo perfil: chicos muy jóvenes, en muchos casos, ya ciudadanos nacidos o de segunda y tercera generación de los países de acogida pero que viven con sus familias aislados en «guetos» y abocados a la marginalidad.

El intento de crear una sociedad multicultural ha fracasado por completo.

Estos hechos, continuamente, han evidenciado que ya no hay posibilidad de un multiculturalismo a no ser que se marque unos claros límites a la tolerancia en Occidente. La excanciller alemana Angela Merkel ya declaró en 2010: el intento de crear una sociedad multicultural ha fracasado por completo.

Poco después el periódico liberal The Independent hablaba, en Reino Unido, de un asunto de dimensiones europeas: «Alemania se une ahora a Francia, Bélgica, Holanda y, en menor medida, a Gran Bretaña, en el hecho de cuestionar el enfoque multiculturalista adoptado por los gobiernos durante muchos años».

El concepto multiculturalismo venía del artículo del filósofo canadiense Charles Taylor: «El multiculturalismo y la política del reconocimiento» (The politics of recognitions, 1992), donde propone la tesis de que «nuestra identidad se moldea en parte por el reconocimiento de los otros o por la falta de éste», añadiendo que la falta o la falsedad en el reconocimiento supone daño o puede ser forma de opresión.

Frente a un liberalismo que postula igualdad de derechos individuales la preocupación antropológica de Taylor trataba de tomar en serio los rasgos diferenciadores de las culturas que conviven en una sociedad pluralista

Frente a un liberalismo que postula igualdad de derechos individuales la preocupación antropológica de Taylor trataba de tomar en serio los rasgos diferenciadores de las culturas que conviven en una sociedad pluralista. Taylor reivindica el valor real de las identidades culturales que han de ser «reconocidas» en su diferencia en cuanto a derechos y no homogeneizadas o asimiladas.

Para salvar esta situación propone que sea la identidad cultural la que se convierta en fundamento o medida de los derechos atribuibles a una comunidad dentro de un Estado de Derecho.

Esta propuesta de Taylor despertó una importante reflexión, especialmente en Europa, que se veía, justo en ese momento, configurándose como un conjunto de sociedades ampliamente multiculturales. Era y sigue siendo enorme la gran migración que vienen a residir en «la vieja Europa». Una Europa, de otra parte, desgastada y con escasa identidad.

Atentados islamistas

También las sucesivos atentados islamistas: Madrid (2004), París (2015), Bruselas (2016), Berlín (2016), Londres (2017), Barcelona (2017) y la creciente amenaza del extremismo islamista han ido, paulatinamente, dificultando que se pueda recuperar la confianza suficiente como para asumir un estado multicultural.

Siendo optimistas, cabe la posibilidad de «poner límites a la tolerancia», en el sentido constructivo de proponer una identidad moral fuerte en Europa, recuperar nuestros bienes fundamentales y particularmente todos aquellos que se deducen de la absoluta dignidad humana, articularlos y proponerlos positivamente como único espacio posible que permita reconocer otras identidades.

El Islam es bienvenido en Alemania siempre y cuando reconozca nuestros valores fundamentales.Angela MerkelExcanciller alemana

En la línea que propuso Angela Merkel: «El Islam es bienvenido en Alemania siempre y cuando reconozca nuestros valores fundamentales. La percepción del Islam se caracteriza por la aplicación de la ley religiosa, la ausencia de igualdad entre hombres y mujeres y en algunos casos, los asesinatos por honor, cosas inadmisibles para un país con valores cristianos como Alemania».

Si no somos capaces de esto, no es posible generar confianza y posibilitar una situación multicultural. Seguirán la explosiones de violencia, cada poco tiempo.

Deberíamos considerar que, de no ser capaces de consolidar nuestros propios bienes e identidad, necesariamente estaremos abocados, a la larga, a un conflicto de grandes dimensiones.