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La policía de la moral monta un operativo por el uso del velo en Teherán (Archivo, 2007)Behrouz Mehri / AFP

Irán

Una de moral y otra de arena en la república jomeinista

No sólo por el velo protestan los persas

El debate sobre el uso obligatorio del hiyab está abierto en Irán desde los años 80. Dentro del Estado conviven dos corrientes al respecto, igual de islámicas ambas, pero con distinto talante y talento. Jerarcas tan diferentes como los expresidentes Jatami y Ahmadineyad pidieron en voz baja que se abandone la represión por cuestiones del velo o hiyab. Unos lo ven como una obligación, entre los que destaca el poderoso ayatolá Jamenei, y otros desearían que fuera una adopción voluntaria por parte de las mujeres. Vencer o convencer.

La polémica se ha liado con unas declaraciones ambiguas del fiscal general de Irán, el clérigo Mohammad Jafar Montazeri, que lleva seis años en el cargo. Anteriormente fue presidente del Tribunal de Justicia Administrativa y del Tribunal Clérical Especial de Irán. Fue elegido para el puesto por Sadeq Larijani, presidente del Consejo de Discernimiento de Conveniencia, quien dijo: «Apoyamos una sociedad que se base en el espíritu del Islam y la fe religiosa (…), en la que se implementen todos los mandatos coránicos y las enseñanzas del Profeta del Islam y los imanes. Será una sociedad en la (…) que las personas no exijan sus derechos a Dios, sino que sean conscientes de sus obligaciones para con Dios».

Sucedió en el cargo de fiscal general a Ebrahim Raisi, el actual presidente de la República iraní y descendiente de la familia del Profeta del Islam, considerado uno de los duros del régimen.

La Oficina para la Promoción del Bien y la Prohibición del Mal, que toma su nombre de una frase del profeta Mahoma, negó la disolución de la Policía de la Moral pero confirmó el cambio en su manera de actuar. Dicha Oficina es el organismo responsable de determinar y hacer cumplir los modelos legales establecidos de comportamiento correcto en la sociedad persa. Por boca de Ali Jan Mohamadi, se ha anunciado que «todas las misiones de las patrullas de orientación han terminado», las misiones, no la policía. Mohamadi adelantó que estudian el uso de «métodos más modernos» para implementar la ley que obliga al uso del hiyab. Quizás los avances chinos en Inteligencia Artificial tengan algo que ver.

Manifestantes y guardias

No es el velo, detonante de esta nueva oleada de protestas, el único asunto que anima la crisis. El malestar por el descenso en el nivel de vida, la subida de los precios y los movimientos secesionistas también tienen voz en las manifestaciones y disturbios del país.

Precisamente, a primeros de este mes de diciembre, el Cuerpo de Guardias de la Revolución Islámica de Irán (Sepah Pasdarán Engelab Islamí) ha aplaudido en un comunicado la dureza con la que el poder judicial persa ha tratado a los manifestantes, que denominan alborotadores, quienes protestan en las calles de Irán desde la muerte, el 16 de septiembre, de Mahsa Amini, una mujer kurda de 22 años. Les acusan de ser agentes de las centrales de inteligencia de Israel y de Estados Unidos. Con esas imputaciones cinco manifestantes han sido condenados a muerte, según declaraciones oficiales.

El Sepah Pasdarán enfatiza que las sentencias tajantes emitidas contra los alborotadores demostraron la «sensibilidad y el compromiso» del poder judicial para defender la justicia y garantizar la seguridad de los iraníes. Los pasdarán manifiestan que, a su juicio, el pueblo persa exige que el poder judicial trate con decisión los casos relacionados con «actividades destructivas, terroristas y separatistas que amenazan la seguridad nacional, así como la vida y la propiedad de las personas y causaron daños irreparables al país». La declaración del Cuerpo de Guardias agregó que «las fuerzas de seguridad, inteligencia, aplicación de la ley y Basij (voluntarios) de la nación no dudarán en infligir un duro golpe a los alborotadores, matones y terroristas mercenarios reclutados por el enemigo».

Estas palabras no son vanas dado que el Sepah Pasdarán, fundado por el ayatolá Jomeini, es el ejército responsable de mantener la ideología islámica en el país. También interviene en Irak, Siria, Yemen, Líbano, Israel… y controla los programas nucleares y de misiles. Del Sepah dependen los Basij, una fuerza auxiliar de voluntarios con responsabilidades en seguridad interna, orden público, policía moral, represión de disidentes, prestación de servicios sociales y organización de ceremonias religiosas públicas.

El Consejo de Seguridad del Estado, dirigido por el Ministerio del Interior, acusó, en un comunicado emitido el tres de diciembre pasado, que el enemigo había emprendido una guerra híbrida contra la República Islámica para debilitar la unidad nacional y obstruir el progreso del país. Cuantificó en 200 las personas muertas en disturbios instigados «por grupos separatistas y terroristas» desde septiembre.

El presidente Raisi habló al respecto el 4 de diciembre. Afirmó que el principio «progresista de imponer el bien y prohibir el mal es uno de nuestros principios religiosos, culturales y legales progresistas». Añadió que «la familiaridad de las personas con la constitución y el conocimiento de sus derechos hace que las personas se comprometan y sean responsables de exigir estos derechos», dentro de los cauces legales de la República que preside. Su alineamiento es claro.

Es evidente que las protestas se han extendido por el malestar económico, como otras previas en años anteriores, y han sido agitadas en ellas las banderas secesionistas de kurdos y baluchíes, cosa que destacó un alto diplomático persa en Europa. Por eso Baluchistán, Kurdistán y Sistán son los tres territorios iraníes donde la represión ha sido más dura. No sólo por el velo protesta el persa.