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El canciller alemán, Olaf ScholzAFP

El «momento decisivo» del Canciller Olaf Scholz

La prensa alemana que desató la alarma, al día siguiente acalló la noticia, como si nada hubiese pasado

Quienes hacemos análisis político no creemos en las casualidades. La desarticulación de un «Putsch» (o golpe de estado), en Alemania, ha quedado de un día para otro en nada. La prensa alemana que desató la alarma, al día siguiente acalló la noticia, como si nada hubiese pasado.

Tal vez se trataba de resaltar al Canciller Olaf Scholz, pues esta situación iba precedida, pocos días antes, de un importante artículo firmado por el mismo Scholz y publicado en importantes medios internacionales.

Su título: «El punto de inflexión global. Cómo evitar una nueva Guerra Fría en una era multipolar», presenta claro discurso programático que apenas hubiese despertado atención si no es por el extraño acontecimiento. ¿Qué expone el canciller Scholz? Lo analizamos brevemente en esta líneas.

«Zeitwende», o «momento decisivo», o «punto de inflexión» fue el mismo término que el canciller socialdemócrata usó cuando declaró una cambio radical en la política exterior alemana, también un giro sin precedentes, desde antes de la Segunda Guerra Mundial, en cuanto a inversión en defensa y ejército.

Al inicio de su texto afirma: «Alemania y Europa pueden contribuir a defender el orden internacional basado en normas sin sucumbir a la visión fatalista de que el mundo está condenado a separarse de nuevo en bloques enfrentados. La historia de mi país le confiere una responsabilidad especial en la lucha contra las fuerzas del fascismo, el autoritarismo y el imperialismo».

En su lectura de la historia reciente culpa a los dirigentes rusos de forma muy asertiva. Les atribuye que vivieron la disolución de la antigua URSS de modo muy diferente cómo percibieron los mandatarios alemanes la caída del Muro: «En lugar de ver el derrocamiento pacífico del régimen comunista como una oportunidad para mayor libertad y democracia, Vladimir Putin lo ha calificado de la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX».

Fue en este contexto -afirma Scholz- donde «comenzó a resurgir el autoritarismo y las ambiciones imperialistas» como en aquel discurso de Putin, en 2007, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, en el que atribuía al orden internacional «ser una mera herramienta del dominio estadounidense».

Militarismo inédito

Un año más tarde Rusia inició un conflicto en Georgia. En 2014, ocupó y anexionó Crimea y generó un conflicto en la región de Donbás, en el este de Ucrania. Ampliando sus capacidades militares dio apoyo al régimen de Assad en Siria. También envenenó y asesinó a disidentes rusos y reprimió a la sociedad civil (algunos en suelo alemán)

Scholz resalta con este repaso histórico cómo el gobierno de Putin se ha alejado del «orden cooperativo y pacífico» europeo. Frente a esto presenta la posición de Europa (con Alemania a la cabeza) que «se centraron en salvaguardar la soberanía y la independencia política de Ucrania, evitar una nueva escalada por parte de Rusia y restaurar y preservar la paz en Europa».

A través, dice, de «presión política y económica combinada con diálogo», como en el «Formato de Normandía» o los «acuerdos de Minsk», donde se solicitó a Rusia y Ucrania que se comprometieran en la paz, pero «una Rusia revisionista hizo imposible el éxito de la diplomacia».

Finalmente, la ocupación de Rusia a Ucrania el pasado 24 febrero abrió un nuevo momento en la Historia, un punto de inflexión un cambio de era: «el imperialismo había vuelto a Europa».

Según Scholz lo causado por Rusia transciende el conflicto en Ucrania porque «hizo añicos una arquitectura de paz europea e internacional que había tardado décadas en construirse».

Rusia «ha desafiado los principios más básicos del derecho internacional». «Actuando como una potencia imperial, Rusia pretende ahora redibujar las fronteras por la fuerza y dividir el mundo».

Hay que detener el imperialismo de Rusia y por eso «el papel crucial de Alemania en este momento es convertirse en uno de los principales proveedores de seguridad en Europa». Invirtiendo en el ejército, fortaleciendo la industria europea de defensa, reforzando «la presencia militar en el flanco oriental de la OTAN» Alemania regresa a un militarismo inédito en más de medio siglo.

Problema energético

Respecto al problema energético al que se enfrentan los alemanes reconoce: «Hemos aprendido la lección: la seguridad de Europa pasa por diversificar sus proveedores y rutas energéticas y por invertir en independencia energética. En septiembre, el sabotaje de los gasoductos Nord Stream nos hizo comprender este mensaje».

Aun gobernando con Los Verdes el canciller socialdemócrata está reincorporando temporalmente a la red las centrales eléctricas de carbón y permitiendo que las centrales nucleares alemanas funcionen más tiempo, consciente de que «es necesario para defender nuestra seguridad e independencia». Eso sin abandonar el objetivo de logar, para 2030, que el 80 % de la electricidad que consuman los alemanes sea generada por renovables.

Se muestra Scholz firme partidario de la incorporación de Suecia y Finlandia en la OTAN y apuesta por el fortalecimiento militar de la Alianza decididamente. Alude a su preocupación por la situación del Indo Pacífico y la tensión con China.

Sus conclusiones se recogen en las siguientes afirmaciones:

Al mismo tiempo, advierte que «debemos evitar la tentación de volver a dividir el mundo en bloques» haciendo le mayor esfuerzo para abrirse a nuevas asociaciones, de forma pragmática y sin anteojeras ideológicas.

«En el mundo densamente interconectado de hoy, el objetivo de promover la paz, la prosperidad y la libertad humana exige una mentalidad y unas herramientas diferentes. Desarrollar esa mentalidad y esas herramientas es, en última instancia, de lo que trata este indeterminado «Zeitenwende» (punto de inflexión) que Schulz propone sin proponer.