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Boris Johnson junto a Volodimir Zelenski, en su última visita a Kiev cuando aún era primer ministro británicoAFP

295 días de guerra en Ucrania

Boris Johnson pide a Ucrania que acepte ceder Crimea a Rusia

Los aliados occidentales de Kiev están deseosos de vislumbrar una luz al final del túnel de la guerra, y presionan a Zelenski para que abandone sus aspiraciones de reconquistar Crimea

En un reciente artículo publicado en el Wall Street Journal, el exprimer ministro británico y diputado conservador Boris Johnson hacía un ejercicio de realismo y afirmaba que, si las tropas rusas se retiraban a las líneas previas al 24 de febrero, no habría razón para no sentarse a negociar.

El análisis de Johnson, uno de los principales aliados del presidente ucraniano Volodimir Zelenski durante el tiempo en que fue primer ministro del Reino Unido, implica que Ucrania debería aceptar, inicialmente, que Crimea quede bajo dominio ruso, y tratar de negociar su estatus definitivo en una mesa posterior y separada de las cuestiones de la guerra.

La postura de Johnson, apunta por otro lado The Guardian, se alinea con la línea defendida por las cancillerías occidentales de los países aliados de Ucrania.

Zelenski está recibiendo presiones en privado de sus más estrechos apoyos para que rebaje sus exigencias maximalistas –retirada total de las tropas rusas de los territorios ucranianos, incluida Crimea y juicio contra los criminales de guerra rusos– y que haga una propuesta más aceptable para el Kremlin.

La postura de Johnson es similar a la planteada, de una forma mucho menos diplomática, por el exsecretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger.

Kissinger proponía que los territorios ocupados por Rusia en 2014 y 2015 –Crimea y amplias áreas del Donbás– debían someterse a una negociación separada, y proponía un referéndum de autodeterminación como fórmula para decidir su estatus definitivo.

Utilizaba el argumento de que Crimea ha experimentado un desarrollo histórico diferente al del resto de Ucrania y que su composición étnica la alinea más con Moscú que con Kiev.

El gobierno ucraniano, por su parte, ha rechazado esta propuesta y estos argumentos. Desde el gobierno de Zelenski se recuerda que la población de Crimea se vio sometida a una serie de limpiezas étnicas por parte de las tropas rusas a lo largo de la historia, la última precisamente en 2014, cuando se forzó la expulsión de gran parte de la población ucraniana y tártara, y se promovió el asentamiento de colonos rusos.

Además, el gobierno ucraniano mantiene su objetivo de reconquistar toda Ucrania en un momento en que ejerce la iniciativa ofensiva con la liberación de Jarkov y Jersón.

En ese sentido, varios informes de inteligencia militar apuntan a que Kiev podría intentar una gran ofensiva este invierno en la región de Zaporiyia par reconquistar la ciudad de Melitopol, cortar el corredor de Crimea y llegar a las costas del mar de Azov.

La cuestión es si realmente el Ejército ucraniano será capaz de conservar esa iniciativa ofensiva tras el invierno, pues esos mismos informes de inteligencia apuntan a que Rusia podría intentar recuperar el terreno perdido en Jarkov y Lugansk con una ofensiva a gran escala antes del verano.

Si Ucrania fracasa en su intento de reconquistar Melitopol y Rusia logra recuperar la capacidad ofensiva, Kiev habrá dejado pasar la oportunidad de plantear una negociación desde una posición de superioridad.

Al Pentágono, apunta The Guardian, le preocupa que el Ejército ucraniano se embarque en una empresa quijotesca y trate de expulsar a los 30.000 soldados rusos acantonados en Crimea.

Sin embargo, hay opiniones encontradas al respecto. El Institute for the Study of War (ISW), por ejemplo, destaca que «las fuerzas rusas carecen de infraestructura suficiente para apoyar a sus tropas en Crimea».

Las tropas rusas en la península sufren escasez de suministros básicos, como provisiones en hospitales, material militar, etcétera.

El atentado contra el puente de Kerch, que comunica Crimea con la Federación Rusa, ha agravado esta situación.

Aunque el atentado no logró destruir el puente, sí que lo dañó de gravedad, por lo que, aunque no se ha interrumpido el tránsito de mercancías, sí que se ha reducido de forma notable.