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El general Valeriy Zaluzhny, comandante en jefe del Ejército ucranianoAFP

296 días de guerra en Ucrania

¿Será 2023 el año de la victoria de Putin en Ucrania?

El jefe de las fuerzas ucranianas, el general Valeriy Zaluzhny, advirtió que las tropas rusas preparan una nueva ofensiva sobre Kiev este invierno

El próximo 2 de febrero se conmemorarán 80 años de la victoria de las tropas soviéticas sobre las nazis en la batalla de Stalingrado.

Amante del simbolismo de las fechas, y en especial de una efeméride tan arraigada en el orgullo nacional ruso, ¿planea el presidente Vladimir Putin algún tipo de ofensiva para esa fecha que le permita establecer un vínculo directo entre la victoria en Stalingrado y su hipotética victoria en Ucrania?

A la luz de las últimas declaraciones de altos cargos del gobierno y del Ejército ucraniano la respuesta es afirmativa: Putin y su alto mando militar estarían ultimando una gran ofensiva desde Bielorrusia para conquistar Kiev, la capital de Ucrania, en unas pocas semanas.

Kiev sería el premio gordo que le permitiría a Putin presentarse como líder victorioso ante el pueblo ruso y cumplir así su gran aspiración: entrar en los libros de historia como una figura política a la altura de Stalin o Pedro el Grande.

Estos planes, sin embargo, suenan a deja vu. Las tropas rusas ya intentaron conquistar Kiev en pocos días al principio de la guerra y se vieron obligadas a replegarse unas semanas después de quedar diezmadas por la eficaz resistencia ucraniana.

Pese a ello, hay muchas señales que parecen indicar que Rusia lo volverá intentar, y que Putin ha vencido la resistencia del presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, para implicarse en la operación.

Hasta ahora, Lukashenko se ha mostrado reacio a implicarse con tropas en el berenjenal ucraniano. Su apoyo a Putin se ha limitado a permitir a las tropas rusas invadir el país vecino desde su territorio y que el Kremlin efectuase ataques aéreos desde dentro de las fronteras bielorrusas.

Lukashenko teme que si se implica en la guerra y empiezan a llegar a Bielorrusia miles de ataúdes de soldados bielorrusos despedazados, se prenda de nuevo la chispa de la revuelta social que a punto estuvo de costarle el poder en 2020 y 2021.

Pero Putin, que controla la voluntad y destinos de Lukashenko hasta el punto de convertir Bielorrusia en un mero protectorado del Kremlin, le está presionando para que mande a su Ejército a Ucrania y alivie un poco la presión de los rusos.

Hace dos semanas, el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigú, se presentó en Minsk sin ser invitado y exigió entrevistarse con Lukashenko, que se encontraba disfrutando de su día libre.

Lukashenko estaba dedicando su jornada de asueto a practicar su gran pasión, el hockey sobre hielo, cuando le comunicaron la llegada del ministro ruso.

A regañadientes, dejó el stick, cambió el casco y las rodilleras por el traje y corbata y se presentó en el Palacio de la Independencia, donde ya le esperaba Shoigú.

La parte pública de la reunión, transcrita por la agencia bielorrusa BeITA, transcurrió entre agradecimientos por la cooperación, ataques a Ucrania y Polonia y loas mutuas a los ejércitos ruso y bielorruso.

De la parte reservada de la conversación, poco se sabe. Sólo que Lukashenko dio por perdido su día libre y se quedó encerrado en el palacio hasta altas horas de la noche después de que se marchara Shoigú.

Una posible ofensiva de los ejércitos ruso y bielorruso sobre Kiev es algo que se baraja desde que se supo que Rusia había comenzado a trasladar nuevamente tropas y material a Bielorrusia.

Además, hoy se ha anunciado que el próximo lunes 19 de diciembre Vladimir Putin se trasladará a Minsk para hablar con Lukashenko sobre temas de seguridad y sobre la guerra en Ucrania.

Dudoso éxito

Las alertas sobre un posible nuevo avance ruso sobre Kiev se dispararon nuevamente el jueves pasado después de que el general Valeriy Zaluzhny, jefe de las fuerzas armadas ucranianas, afirmara en The Economist que las fuerzas rusas se preparan para intentar tomar de nuevo la ciudad entre enero y marzo de 2023.

Zaluzhny afirmó que los rusos «están preparando unos 200.000 soldados frescos» y que tienen una reserva de un millón y medio de combatientes. «No tengo ninguna duda de que buscarán una nueva oportunidad en Kiev», aseguró.

El ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov, reafirmó las palabras de Zaluzhny y reiteró que el Kremlin está ultimando una nueva ofensiva a gran escala.

Los analistas del Institute for the Study of War (ISW) admitieron que «Rusia puede estar estableciendo condiciones para llevar a cabo una nueva ofensiva contra Ucrania, posiblemente contra Kiev, en el invierno de 2023».

Sin embargo, «es extraordinariamente improbable que tal ataque tenga éxito». En ese sentido, en el último informe del ISW, se insiste en que es muy «improbable que las fuerzas rusas tengan más éxito al atacar el norte de Ucrania en el invierno de 2023 que en febrero de 2022».

Se recuerda en dicho informe que «las fuerzas convencionales de Rusia están muy degradadas y carecen del poder de combate que tenían cuando Rusia intentó y fracasó en su ataque relámpago en un esfuerzo por capturar Kyiv en febrero de 2022».

Contraofensiva ucraniana

Si el informe del ISW es correcto y su información la comparte el gobierno de Kiev, ¿a qué se debe el alarmista análisis (impopular, como él mismo admitió) del general Zaluzhny?

En la guerra de Ucrania no hay casualidades. Según varios informes de inteligencia, incluidos los del ministerio de Defensa británico, las fuerzas ucranianas se están preparando para una nueva ofensiva en el sur de Ucrania.

La pérdida de Melitopol podría ser el golpe de gracia para las tropas rusas. Dicha ciudad es una de las plazas esenciales para la viabilidad de la ocupación rusa. Su conquista por parte de las tropas ucranianas sería una derrota para Putin aún mayor que el repliegue en Kiev, en Jarkov o en Jersón.

La liberación de Melitopol por parte de los ucranianos incluso comprometería el dominio ruso de Crimea y pondría a tiro la simbólica ciudad de Mariúpol.