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El responsable talibán de cultura de la provincia de Ghazni muestra los restos de la base estadounidense

El responsable talibán de cultura de la provincia de Ghazni muestra los restos de la base estadounidenseAFP

Afganistán, un año bajo el régimen talibán

Muchos políticos occidentales quieren bloquear la ayuda al desarrollo, endurecer las sanciones y aislar aún más a Afganistán

Ha pasado un año desde el regreso de los talibanes al poder en Kabul, este acontecimiento provocó el éxodo de decenas de miles de afganos instruidos, y la represión de los derechos de la mujer por parte del nuevo régimen. Desde su llegada al poder redujo drásticamente la participación femenina en la mano de obra profesional.

La pobreza ha ido en aumento desde antes de que los talibanes tomaran el poder, y los agricultores ya estaban luchando contra las sequías y las inundaciones. El sector agrícola –el mayor empleador del país– se ha enfrentado en los últimos años a un creciente desafío derivado de las dificultades climáticas, con lluvias irregulares y olas de calor.

En estos meses, Estados Unidos y los países occidentales cambiaron de rumbo y tomaron medidas para mitigar la catástrofe que habían dejado tras de sí en Afganistán. Adoptaron una serie de decisiones rápidas que podrían salvar millones de vidas, Estados Unidos concedió las exenciones más amplias de la historia a sus propias sanciones y, junto con sus aliados occidentales, envió al país aviones cargados de ayuda humanitaria.

La caída libre de la economía afgana se ha ralentizado y se evitó parcialmente la hambruna, aunque muchos siguen padeciendo hambre

Como resultado, la caída libre de la economía afgana se ha ralentizado y se evitó parcialmente la hambruna, aunque muchos afganos siguen padeciendo hambre. Afganistán también se ha vuelto más estable: en comparación con el año pasado, hay menos violencia, menos personas han tenido que huir de sus hogares.

Los más optimistas en los medios occidentales afirman que los talibanes están haciendo algunos progresos en la lucha contra la corrupción y el tráfico de armas y estupefacientes.

Sin embargo, el régimen talibán también parece empeñado en aislar al país del resto del mundo, sobre todo prohibiendo el acceso de las mujeres y las niñas a amplios sectores de la vida pública.

Los políticos occidentales se creyeron las promesas de los talibanes sobre la reapertura de escuelas, poco después, en marzo de este año, se sintieron defraudados al contemplar cómo los mismos talibanes impedían el acceso de las niñas a las escuelas secundarias públicas.

Los talibanes restringieron más las libertades al cerrar los baños femeninos

El escenario se ensombreció aun más el pasado mes de noviembre, cuando los talibanes restringieron más las libertades al cerrar los baños femeninos, prohibir el acceso de las mujeres a los parques, prohibir el acceso de las mujeres a los centros de salud a menos que fueran acompañadas por hombres, y prohibir a las mujeres hacer ejercicio en gimnasios y espacios públicos.

En este mismo mes de noviembre, las ONG que operan allí recibieron advertencias del régimen para que restringieran sus operaciones en la ciudad de Kandahar, sede de altos clérigos talibanes, porque preferirían no ver sus calles repletas de cooperantes que contaminan con sus ideas del mundo exterior.

La insistencia de los talibanes en imponer más restricciones a las mujeres y limitar otros derechos y libertades fundamentales ha provocado una reacción comprensible. Muchos políticos occidentales están cada vez menos dispuestos a aceptar el tipo de compromiso que contribuyó a salvar vidas el año pasado. Quieren bloquear la ayuda al desarrollo, endurecer las sanciones y aislar aún más a Afganistán.

Si se quiere ayudar a la gente se deben tomar más medidas para estabilizar la economía afgana

El problema es que dichas medidas sólo perjudicarían a la población civil sin cambiar la postura de los talibanes. Por desagradable que resulte el régimen de Kabul y el comportamiento de los talibanes no se va a modificar sustancialmente, pero si se quiere ayudar a la gente se deben tomar más medidas para estabilizar la economía afgana y dejar de limitar las posibilidades de desarrollo de Afganistán.

La negativa de los talibanes a respetar los derechos de las mujeres obligó a los países occidentales a reconsiderar sus ayudas y aumentara sus medidas con sanciones más severas, pero eso termina afectando a todas las pobres gentes del país, en especial mujeres y niños.

Dejar a su suerte a Afganistán es el mejor regalo que se puede hacer a «los mulás» que quieren devolver su sociedad a una ley islámica estricta y sombría

Pero siendo realistas, dejar a su suerte a Afganistán es el mejor regalo que se puede hacer a «los mulás» que quieren devolver su sociedad a una ley islámica estricta y sombría. Nos guste o no, los talibanes están al mando de Afganistán.

Los países que ayudan y colaboran en su reconstrucción deben ser realistas, si pretenden ayudar al pueblo afgano y dejar de lado su reticencia a tratar con un Estado controlado por los talibanes.

No es necesarios normalizar las relaciones ni abandonar un alto nivel crítico con un gobierno de largo historial en violar los derechos humanos. También aquellos países occidentales que enviaron sus fuerzas armadas a Afganistán para proteger sus intereses de seguridad deberían sentir el deber de ayudar a reparar el país, y reconocer que les interesa hacerlo, sobre todo para contener nuevamente las amenazas a la seguridad que representan los Talibán.

No hay forma realista de obligar a los talibanes a cambiar sus políticas sociales regresivas ni de derrocarlos

No hay forma realista de obligar a los talibanes a cambiar sus políticas sociales regresivas ni de derrocarlos. El régimen parece dispuesto a aferrarse al poder en un futuro previsible por mucho que sufra el pueblo y, desde luego, sin tener en cuenta las preocupaciones o amenazas de los occidentales. En lugar de empujar a los afganos al desierto con sanciones y otras restricciones, el mundo exterior debería esforzarse por allanar el camino de un país asediado hacia la recuperación económica.

A pesar de todo, la mayor parte del país vive ahora un respiro de la guerra por primera vez en décadas.

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