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El ministro ruso de Defensa, Sergei Shoigu, durante una reciente visita al frente en UcraniaEFE

302 días de guerra en Ucrania

Putin no sabe qué hacer con Ucrania y pide ideas a sus generales para ganar la guerra

En el Kremlin se debate sobre la conveniencia o no de lanzar una nueva gran ofensiva sobre Kiev que podría acabar en desastre para las tropas rusas

El presidente ruso, Vladimir Putin, y su alto mando militar, no sabe qué hacer con Ucrania ni con la guerra que desataron el 24 de febrero y que se les torció desde el primer minuto.

Empantanados en la rasputitsa del invierno ucraniano (una vez más, los célebres mariscal fango y general invierno), en el Kremlin tienen algo claro: no va a haber desescalada.

Putin no tiene plan B, su único plan es el mismo que el del 24 de febrero, derrocar al gobierno de Zelenski y anexionar gran parte del territorio ucraniano.

Según el Institute for the Stufy of War (ISW), ni Putin ni su ministro de Defensa, Sergei Shoigu, parecen interesados en rebajar sus objetivos bélicos y avanzar hacia un acuerdo de paz.

Según el ISW, ambos rechazan la soberanía ucraniana y quieren someter a Kiev al precio que sea, sin importar la cifra de muertos entre las filas rusas –que el Ejército ucraniano cifra ya en más de 100.000 soldados muertos– ni las consecuencias en la economía rusa.

Durante una reunión con los altos funcionarios del Ministerio de Defensa, Putin garantizó una financiación sin límite de las necesidades del Ejército ruso en Ucrania.

«La reiteración de los objetivos de Putin del 24 de febrero indica que el Kremlin está decidiendo abrazar los sacrificios de la guerra e intentar avanzar hacia la victoria», se apunta en el informe del ISW.

Unos sacrificios que tanto Putin como sus portavoces deberán justificar ante una sociedad rusa cada vez más desencantada con los cantos de sirena del imperialismo ruso propugnado desde el Kremlin.

Al mismo tiempo, Shoigu trata de compensar las inmensas pérdidas del Ejército ruso en Ucrania con un esfuerzo renovado de movilización que permita aumentar de forma rápida el tamaño de tropas.

Sin embargo, la descoordinación, los objetivos irreales, los análisis erróneos del desarrollo de los combates y las necesidades del Ejército ruso han convertido el alto mando ruso en un caos.

El ISW señala que es altamente improbable que Rusia logre constituir una nueva fuerza convencional lo suficientemente pronto y lo suficientemente entrenada como para resultar decisiva en la guerra.

En ese contexto, en Kiev se advirtió que su inteligencia militar tiene información que apunta a una nueva invasión ruso-bielorrusa en los primeros compases de 2023 para volver a intentar conquistar Kiev.

Pero los estrategas rusos no tienen ninguna idea clara sobre la conveniencia de una nueva ofensiva sobre Kiev cuyo probable fracaso, junto con la probable contraofensiva ucraniana en Melitópol, sería el golpe de gracia para un Putin muy desgastado por los continuos reveses de sus tropas.

En definitiva, Putin no sabe qué hacer, ya no para salir del atolladero ucraniano, sino para salir con una victoria aplastante, porque no contempla otra alternativa.

Así, ha pedido –según The Moscow Times– a sus altos mandos militares que le presenten varias carpetas con planes «a corto y medio plazo» sobre qué hacer con la guerra.