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Fuerzas de Autodefensa de JapónAFP

Japón da carpetazo a la Segunda Guerra Mundial y se prepara para rearmarse

La nueva estrategia de seguridad nacional de Japón pretende normalizar su política de Defensa

La nueva «estrategia de seguridad nacional» de Japón, que prevé un refuerzo drástico de sus medios de defensa, marca un giro para este país dotado de una Constitución pacifista, pero confrontado a un contexto geopolítico regional cada vez más tenso.

¿Por qué es un cambio controvertido?

Redactada por el ocupante estadounidense tras la derrota de Japón al final de la Segunda Guerra Mundial y en vigor desde 1947, la Constitución nipona no permite que Tokio se dote de un Ejército propiamente dicho.

Por ello, todo refuerzo significativo de la política de seguridad nacional es sensible en Japón y podría provocar largos debates sobre su constitucionalidad.

Aún así, el país posee «fuerzas de autodefensa» y su presupuesto de Defensa aumenta regularmente desde hace décadas, aunque con un tope máximo limitado al 1 % de su PIB según una regla no escrita.

Este tope «se había convertido en el símbolo de una política de seguridad de Japón centrada exclusivamente en la autodefensa», recuerda Naoko Aoki, experta del centro de estudios estadounidense Atlantic Council, consultada por Afp.

El primer ministro, Fumio Kishida, quiere aumentar el presupuesto al 2 % del PIB para 2027.

No obstante, una parte de los medios para financiar este colosal esfuerzo en un plazo tan ajustado aún no está garantizada y la perspectiva de aumentar los impuestos es polémica.

¿Qué capacidad de contraataque?

Este es, sin duda, el elemento más destacado de la nueva doctrina nipona: el país pretende dotarse de misiles de largo alcance capaces de golpear bases de lanzamiento de misiles en el extranjero en caso de ataque.

«Esto iría más allá de lo que Japón consideraba tradicionalmente como necesario para defenderse», subraya Aoki.

Tokio considera que efectuar «contrataques» bajo ciertas circunstancias no violaría su Constitución, un debate abierto en Japón desde los años 1950. De esta forma, el gobierno excluye explícitamente el recurso a ataques preventivos.

Pero la eficacia de eventuales disparos de respuesta por parte de Japón es incierta, debido a las sofisticadas capacidades militares de China y de otros países vecinos, advierte James Brady, vicepresidente del gabinete de estudios Teneo.

«Nada más y nada menos que Corea del Norte ha mostrado recientemente que dispone de distintos tipos de plataformas móviles de lanzamiento, incluidas de carretera, ferrocarril y submarino», afirma.

¿Por qué ahora?

Japón está cada vez más preocupado por el creciente poderío militar de China, su subida de tono respecto a Taiwán y la creación de alianzas estratégicas con las Islas Salomón y Kiribati en el Pacífico, este año.

Corea del Norte también ha llevado a cabo una ola récord de lanzamientos de misiles en los últimos meses, incluido su misil balístico intercontinental (ICBM) más avanzado hasta la fecha, que cayó cerca de Japón en noviembre.

Las relaciones ruso-japonesas se han enfriado desde la invasión de Ucrania lanzada en febrero por el Kremlin y las sanciones de Tokio contra Moscú, a semejanza de otros países occidentales.

Además, este año también se llevaron a cabo varias maniobras aéreas navales ruso-chinas cerca de Japón.

¿Qué reacciones se esperan?

Como era de esperar, Pekín, Pyongyang y Moscú miran con recelo la nueva doctrina de defensa japonesa.

El régimen chino plantea regularmente el riesgo de una vuelta gradual al expansionismo japonés, que duró desde finales del siglo XIX hasta el final de la Segunda Guerra Mundial y del que China fue una de las principales víctimas.

Pero Tokio lo ve más bien como «el último paso en una normalización lenta y gradual» de su posición en defensa, según Brady.

La mayoría de la población japonesa está a favor de reforzar las defensas del país, según las encuestas.

Y Estados Unidos debería dar la bienvenida a una política que previsiblemente aumentará aún la cooperación militar entre los dos países aliados.