Nicaragua
Así fue la inusual discusión pública entre el dictador Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo
Se dice que Murillo, también vicepresidente del país centroamericano, es realmente quien tiene la última palabra en el régimen sandinista
Daniel Ortega y Rosario Murillo son una pareja 'especial'. No sólo pasaron del ateísmo al catolicismo para regresar al poder, sino que codirigen casa, partido y Gobierno por igual, aunque muchos dicen que realmente es ella la que tiene la última palabra.
Ortega y Murillo participan, desde 2017, ineludiblemente juntos en los actos públicos y propagandísticos de la dictadura que han impuesto en Nicaragua y hasta ahora no se veía públicamente una discusión marital o choque institucional entre presidente y vicepresidente.
Sin embargo, siempre hay una primera vez y la escena fue transmitida en vivo y directo por la televisión pública nicaragüense.
En el vídeos se observa cuando ambos llegan junto a su hija Camila Ortega Murillo, a las antiguas instalaciones del estadio de beisbol de Managua. Luego se observa cuando intercambian palabras, Ortega se da la vuelta y Murillo se queda hablando sola.
Posteriormente, Murillo, con el abanico que portaba en su mano, hace una seña de molestia y empieza a caminar hacia el vehículo en el que llegó y abandona el lugar junto a su hija Camila.
Ortega se dirige hacia el lugar del acto y en la entrada es recibido por el diputado sandinista Gustavo Porras, presidenta de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional; la alcaldesa de Managua, Reina Rueda, y el vicealcalde Enrique Armas.
Fue tan evidente la inesperada discusión y ausencia de Murillo, que la silla asignada para ella quedó vacía durante el acto, luego que Ortega y los funcionarios sandinistas ocuparon sus lugares.
Murillo y su hija Camila que siempre están asistiendo a Ortega en todos sus discursos, lo intentan salvar de la vergüenza pública ante sus constantes lapsus mentales.
De acuerdo con el diario nicaragüense 100% noticias, la lucha de poder en la pareja presidencial de Nicaragua es constante, Murillo quiere más y Ortega la frena.