¿Qué está pasando en Brasil? Estos son los antecedentes del asalto al Congreso
Los partidarios del expresidente Bolsonaro llevan meses acampando frente a los cuarteles y piden la caída de Lula, que asumió el cargo el 1 de enero
Una campaña polarizada y un triunfo muy ajustado de Lula da Silva dieron lugar a un traspaso de poderes atípico y tenso en exceso. Miles de fieles del expresidente Jair Bolsonaro han tomado la plaza de los tres poderes de Brasil (donde se encuentran el Congreso, el palacio presidencial y el Tribunal Supremo) exigiendo la caída del presidente Lula da Silva.
Con el recuento a finales del pasado mes de octubre se confirmó la profunda división del país: victoria de Lula con el 50,9 % de los votos (49,1 % para Bolsonaro). Estamos hablando de una diferencia inferior a dos puntos y de apenas 2,1 millones de votos sobre un total de 120 millones, un margen demasiado estrecho para los bolsonaristas. Según el recuento oficial, Lula sumó un total de 60.345.999 votos frente a los 58.206.354 de su rival.
El traspaso de poderes no ha sido normal. Bolsonaro nunca reconoció de manera clara e inequívoca la derrota y eso fue cargando de razones a sus partidarios. La segunda vuelta de los comicios fue el 30 de octubre y hasta el 1 de noviembre el vicepresidente Hamilton Mourão no reconoció el resultado mientras Bolsonaro guardaba silencio.
Ese mismo mes, a finales, el partido de Bolsonaro pidió «invalidar» los resultados del 61 % de las urnas. El PL (Partido Liberal) presentó una demanda ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) para «invalidar» el resultado de las urnas electrónicas de modelos más antiguos, que son más de la mitad, porque las considera imposibles de auditar.
Bolsonaro, en una escena inédita, se ausentó de la investidura del presidente Lula y no le colocó (tal y como manda la tradición y la cortesía parlamentaria de Brasil) la banda presidencial. El presidente saliente, horas antes de que tuviera lugar dicha ceremonia, se despidió de sus seguidores por redes sociales y viajó a EE.UU.
A nadie se le escapa la similitud de este asalto con el que se produjo hace ahora dos años en el Capitolio de Estados Unidos. Desde principios del mes de noviembre, cientos de bolsonaristas han montado campamentos frente a los cuarteles en varias ciudades brasileñas. Quienes conocen la actualidad del país aseguran que el actual Gobierno ha pecado de ingenuidad y ha subestimado este movimiento en los días siguientes a la investidura, que tuvo lugar el pasado 1 de enero, hace apenas siete días.