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Discurso de Alí Jamenei, líder supremo de Irán, pronunciando un discurso ante visitantes de la ciudad de Qom en la capital, Teherán, el 9 de enero de 2023.AFP

Irán

Carta desde la cárcel de una prisionera iraní: torturas y vejaciones sexuales para lograr confesiones falsas

Sepideh Qolian, de 28 años, sufrió los abusos y el maltrato de una mujer que resultó ser una periodista de la televisión iraní al servicio del régimen

Tras haber sido condenada a cinco años de prisión por participar en protestas contra el régimen iraní, la joven periodista y activista política, Sepideh Qolian, de 28 años, relata en una carta los métodos de tortura que sufre en la prisión de Evin, en Teherán.

Qolian fue detenida en 2018 cuando formaba parte de una manifestación de protesta por una huelga de trabajadores de una fábrica de azúcar, en el Kurdistán iraní.

La muchacha, por un momento, tuvo la esperanza de que su verdugo pudiera ser menos brutal que un hombre. Incluso, admite que se consoló con que, «al menos, no la agrediría sexualmente».

Ameneh Sadat Zabihpour, verdadero nombre de la «torturadora periodista», como describe la prensa a su victimaria, no abusó sexualmente de ella, pero le dio un trato brutal. De repente, recuerda, «soltó una patada a la mesa y le gritó: ‘Tú, puta comunista, ¿a quién te has tirado?’».

Llegado este punto, le quitó la venda de los ojos y la forzó a describir sus supuestas relaciones sexuales a cámara, pero Qolian se negó a colaborar.

Encerrada en el baño

Pasadas unas horas de interrogatorio y tras insistir en que tenía necesidades fisiológicas impostergables, su torturadora la encerró en un lavabo. Desde aquel habitáculo podía escuchar los suplicios a los que sometían a otro detenido. El ruido de los latigazos se solapaba con los gritos de dolor de aquel hombre.

El ruido de los latigazos se solapaba con los gritos de dolor de aquel hombre

Después de tres días de interrogatorios, la trasladaron a una sala donde una cámara grababa todos sus movimientos. «La torturadora -relata- me entregó un guion y medio inconsciente, me senté delante de la cámara y lo leí».

Era su confesión, en plural, de delitos que nunca cometió pero que asumió. En esa grabación se basaron para condenarla a cinco años de prisión.

En 2019, Qolian, que aún permanecía en la primera cárcel, la de Qarchak, reconoció en televisión a su torturadora. La vio cuando retransmitían una confesión de otro prisionero en presencia de Ameneh Sadat Zabihpour.

Muchas de las confesiones forzadas de los prisioneros son retransmitidas en la televisión estatal para ejemplificar.

Otros ocho meses de condena

El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos sancionó a Zabihpour por la retransmisión de estas confesiones obtenidas por la fuerza y posteriormente Zabihpour demandó a Qolian por sus acusaciones, lo que hizo que le sumaran ocho meses más a su condena.

Qolian describe cómo el ala ‘cultural’ de la prisión donde ella estudia Derecho se ha convertido en un edificio de «interrogatorios y tortura», por donde pasan jóvenes detenidos para ser forzados a confesar delitos que no han cometido.

Por fin puedo escuchar los pasos de la liberación por todo el país

A pesar de su situación, la joven, celebra que «por fin, puedo escuchar los pasos de la liberación por todo el país». En su carta relata cómo puede oír «los gritos de ‘Mujeres, Vida, Libertad’ a través de los gruesos muros de la prisión» donde continúa cumpliendo su condena.

Según la Agencia de Noticias de Activistas de Derechos Humanos (HRANA), alrededor de 19.300 han sido detenidas por manifestarse en contra del régimen. De estos, 519, incluidos niños, han sido ejecutados.