323 días de guerra en Ucrania
Rusia obliga a presos a fabricar armamento y pretende mandar a la guerra a nacionalizados
La guerra en Ucrania está cerca de cumplir un año y ambos ejércitos contendientes se resienten tras meses de cruentos combates.
En el Ejército ruso, el desgaste y las enormes bajas –que Kiev ya cifra en más de 114.000 soldados muertos– ha llevado al Kremlin a buscar a la desesperada nuevos efectivos tanto en el frente como en la maquinaria de guerra de la retaguardia para reactivar su empuje ofensivo.
Según el ministerio de Defensa británico, Rusia está recurriendo a presidiarios para que trabajen en la fabricación de tanques y otros vehículos militares que cubra las demandas en tiempos de guerra.
El uso de mano de obra convicta por parte de Rusia no es una novedad. Era frecuente en el pasado soviético y, en la actual guerra ucraniana, el Grupo Wagner ha reclutado a cientos de presidiarios para usarlos como carne de cañón en el frente.
Los trabajos forzados como castigo penal están regulados en Rusia desde 2017, cuando se aprobó una ley que reintroducía el trabajo penitenciario.
La empresa Uralvagonzavod, el mayor fabricante de tanques de Rusia, confirmó el pasado mes de noviembre de 2022 que tenía intención de emplear 250 prisioneros en sus fábricas tras alcanzar un acuerdo con el Servicio Penal Federal.
Rusia tiene una de las mayores colonias penales del mundo, por lo que la población carcelaria supone un potente recurso humano en manos del Kremlin para suplir las bajas de combate en Ucrania.
El empleo de presos para tareas militares está creciendo en Rusia a medida que se evidencia que las campañas de reclutamiento voluntario no están funcionando y que la movilización parcial no ha dado los resultados esperados.
«Es conveniente estudiar el envío prioritario de los ciudadanos naturalizados para participar en el cumplimiento de las tareas de la operación militar especial», señaló Bastrikin, que destacó que con la ciudadanía se «adquieren derechos, pero también obligaciones».
«En los últimos cinco años se han recibido más de un millón de personas procedentes de Asia Central y el Cáucaso Sur, 550.000 de ellos antiguos habitantes de Tayikistán, Uzbekistán y Kirguistán», indicó Bastrikin.
Según sus datos, solo en el primer semestre de 2022 más de 60.000 ciudadanos adultos de esos países, antiguas repúblicas soviéticas, obtuvieron la ciudadanía rusa.