332 días de guerra en Ucrania
Las fuerzas ucranianas pierden la iniciativa y se preparan para resistir a una nueva acometida rusa
Ucrania ha perdido la iniciativa ofensiva frente a las tropas de ocupación rusas y se prepara para defenderse de una gran ofensiva del Kremlin que podría producirse en cuestión de unos pocos meses, incluso semanas.
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La sensación en Kiev es de que nadie sabe el día ni la hora en que los más de 150.000 reclutas rusos entrenados durante meses para abalanzarse de nuevo sobre las ciudades ucranianas entrarán en combate.
Pero de lo que nadie duda es de que ese momento llegará. De ahí el nerviosismo, la urgencia y la decepción por la cuestión de los tanques Leopard 2 de fabricación alemana que Berlín se niega a ceder a Ucrania.
En Kiev se defiende que esa poderosa arma es clave para resistir a la marabunta rusa que se avecina. Pero en la cancillería alemana las cosas se ven de otro modo y prefieren priorizar los sistemas defensivos –artillería antiaérea y lanzacohetes antitanque– frente a los ofensivos.
Lejos quedan ya las audaces y exitosas contraofensivas sobre Jarkov y Jersón que ocasionaron humillantes derrotas a Rusia y que pusieron en una difícil situación al presidente ruso, Vladimir Putin, y a su alto mando.
La ofensiva sobre Soledar, conquistada la semana pasada por los mercenarios del Grupo Wagner, y el asedio sobre Bakhmut, han tenido una consecuencia clara: han devuelto a Rusia la capacidad de decidir dónde y cuándo atacar.
La conquista de Soledar, y los intentos de tomar Bakhmut, se ha producido a un altísimo coste de vidas y material. Tanto para Rusia como para Ucrania.
Su valor estratégico es mínimo, pero lo importante es que ha obligado a Kiev a suspender indefinidamente su planes de lanzar una nueva contraofensiva sobre Zaporiyia y a trasladar efectivos a Donetsk.
De hecho, azuzada por el éxito en Soledar, Rusia ha lanzado nuevas ofensivas limitadas en Zaporiyia que ya están dando resultados: en las últimas horas las fuerzas rusas han anunciado avances y la conquista de pequeñas localidades al sur de la capital de la región, aún bajo control ucraniano.
En Kiev se ve con preocupación este cambio de tornas. Las armas acordadas con sus aliados occidentales –baterías antiaéreas, nuevas piezas de artillería, los tanques británicos Challenger 2, los blindados estadounidenses Bradley y Stryker– tardarán meses en llegar y los soldados ucranianos, acostumbrados al armamento soviético, deben entrenarse para su manejo.
En el mejor de los casos, podrán servirse de ellos en primavera, tal vez en verano. Seguramente demasiado tarde para que sirvan para resistir a la nueva ofensiva rusa.
Si el 24 de febrero de 2022 fracasó en su intento de derrocar al gobierno de Kiev en cuestión de días al chocar con una infranqueable resistencia ucraniana, transcurrido casi un año desde el inicio de la guerra, y a pesar de las pérdidas y del desgaste, el Ejército ucraniano está ahora mejor armado y preparado para hacer frente a nuevas acometidas.
En ese sentido el Institute for the Study of War apunta a que el desgaste sufrido por las tropas del Kremlin en la ofensiva sobre Bakhmut podría inhibir «la capacidad de Rusia para llevar a cabo ofensivas en otras partes del teatro».