334 días de guerra en Ucrania
Cientos de chechenos buscan su independencia y luchan junto a Ucrania contra Rusia
Los voluntarios chechenos al servicio del Ejército ruso se han hecho célebres por las bravuconadas y salidas de tono de su líder, el siempre polémico Ramzan Kadyrov.
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Con una mezcla de ultranacionalismo ruso y misticismo religioso, Kadyrov ha sido el eficaz y cruel instrumento de Putin para acabar con la rebelión independentista de Chechenia y lograr una fuente inagotable de carne de cañón leal en los conflictos en los que se ha embarcado el Kremlin.
En Ucrania, los chechenos de Kadyrov son temidos incluso en sus propias filas. Sin embargo, no todos los chechenos han optado por la misma vía y, lejos de alinearse con las tropas rusas, se han incorporado a las ucranianas y combaten a sus compatriotas en favor de la libertad de Ucrania.
Se trata de cientos de ciudadanos chechenos cuyas familias han sido víctimas de la represión emprendida por Kadyrov en Chechenia contra los disidentes.
Muchos son hijos de víctimas de las guerras chechenas de los años 90, y ahora quieren vengarse de Putin y Kadyrov por convertir su tierra en una inagotable carnicería.
Su ideal es que, si Ucrania logra la victoria, los próximos en ganarse su independencia serán los chechenos si consiguen ganarse el favor de los países occidentales, y la mejor forma de hacerlo es apoyar a las tropas ucranianas.
El diario The Times, apunta a que la presencia de combatientes chechenos en ambos bandos de la guerra de Ucrania muestra que el conflicto en Chechenia no se ha solucionado, sino que permanece latente por la represión de Kadyrov, a la espera de volver a estallar.
Además, apunta el diario británico a que se trata de una cuestión que preocupa a Putin, pues, con independencia del resultado en Ucrania, el regreso de miles de combatientes chechenos podría ser el caldo de cultivo para una nueva rebelión en el Cáucaso que podría funcionar como efecto dominó y contagiarse a otras regiones de minorías étnicas y culturales.
Pero el problema checheno nunca se resolvió correctamente e incluso los leales al Kremlin, como Kadyrov, exigen su propio espacio.
Un ejemplo que ilustra muy bien esto es la aparentemente absurda polémica de las barbas. Varios diputados de la Duma rusa y mandatarios de las repúblicas independentistas y prorrusas de Ucrania anunciaron que se iba a obligar a los soldados rusos a afeitarse como medida para garantizar la disciplina militar.
Kadyrov reacción con furia y acusó al diputado Viktor Sobolev, principal promotor de la medida, de buscar «una provocación» que podría «apagar el espíritu de lucha de los soldados que están peleando en una guerra santa por el Todopoderoso».
Sobolov, intimidado por la reacción de Kadyrov, se retractó.