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El presentador de la televisión rusa Vladimir Solovyovred

346 días de guerra en Ucrania

¿Quién es Vladimir Solovyov? El presentador ruso que pidió «quemar» Madrid y que sueña con el apocalipsis nuclear

Solovyov se preguntó que si Rusia no está dispuesta a lanzar ataques nucleares contra sus enemigos, «¿para qué diablos tenemos armas nucleares?»

De entre todos los actores insignes de la propaganda militarista del Kremlin, hay uno que destaca sobre los demás por su fanática admiración del presidente ruso Vladimir Putin, su adhesión sin fisuras a la invasión de Ucrania y su patriótica nostalgia de las glorias imperiales de la Rusia zarista y soviética.

Se trata del popular presentador de la televisión rusa, Vladimir Solovyov. Este presentador es un viejo conocido de todos aquellos que siguen de cerca la actualidad sobre la guerra en Ucrania, pues sus incendiarias intervenciones en las que llama a invadir Europa, a bombardear las capitales occidentales con armas nucleares o a exterminar a Ucrania resuenan desde hace tiempo.

Sin embargo, su nombre trascendió en España a finales de enero cuando, con su habitual estilo exaltado, a gritos y esgrimiendo los puños, exigió al Ejército ruso que queme Madrid y otras capitales occidentales como Berlín, París, Londres o Washington por el envío de tanques Leopard, Challenger y Abrams al Ejército ucraniano.

La periodista del Daily Beast, sancionada por el Kremlin, Julia Davis, sigue y analiza los programas de propaganda de la televisión rusa desde el inicio de la guerra.

En sus análisis pone un especial interés en las diatribas de Solovyov –al que denomina «cheerleader de Putin»– y sus colaboradores –entre los que está la también fanática pro Putin Margarita Simonyan, directora de Russia Today– en el programa estrella de debate político de la televisión rusa.

Solovyov, un experto en el manejo de la propaganda y la manipulación de la audiencia, se trasladó recientemente al frente de guerra, donde se fotografió con ropa de camuflaje, casco de combate y chaleco antibalas.

A su vuelta de la visita a las tropas rusas, no dudó en criticar abiertamente los errores cometidos por el alto mando ruso y sus generales en el campo de batalla.

No es la primera vez que lo hace. Solovyov se mostró profundamente deprimido tras las retiradas rusas de Jarkov y Jersón y, encolerizado, exigió que se ejecutara a los oficiales responsables de la retirada y que se bombardeara Ucrania con armas nucleares: «¿Cómo es posible que ciudades como Odesa, Jarkov o Dnipro todavía existan?».

Por el contrario, recuperó el entusiasmo y la fe en las tropas rusas cuando Rusia empezó la campaña de bombardeos masivos contra objetivos civiles en las ciudades ucranianas con la muerte de cientos de personas.

Los ataques de colera de Solovyov en directo son frecuentes, no duda en compara al canciller Olaf Scholz con Hitler, en lamentar que las tropas soviéticas se retiraran de Berlín o en anunciar que las tropas rusas ocuparán de nuevo Alemania y en esta ocasión para siempre.

Recientemente anunció en su programa que «la Tercera Guerra Mundial está en marcha, Occidente ha vuelto a sus raíces nazis y Alemania ya no oculta su naturaleza nazi, al igual que Estados Unidos también reconoce ahora abiertamente sus propias raíces nazis», reveló la periodista Julia Davis en uno de sus análisis del programa de Solovyov titulado La cheerleader número 1 de Putin critica los fracasos de la guerra en Rusia.

El propagandista ruso, de hecho, ve nazis por todos lados. También acusó al Gobierno de Kazajistán de estar controlado por nazis por la decisión de no apoyar al Kremlin en la guerra, y anunció que tal vez habría que preparar también una «operación militar especial» sobre el país centroasiático.

El anunció de envío de tanques a Ucrania sentó particularmente mal a Solovyov: «¡Berlín, París, Madrid, Londres, Washington deberían estar en llamas! Todas las capitales de los países nazis que tomaron la decisión de ir a la guerra con Rusia. ¿Por qué no se borró Kiev de la faz de la tierra después de que la nación nazi de Ucrania llevara a cabo un ataque contra nuestra base de aviación estratégica?».

Acto seguido criticó la obsesión de Moscú de evitar una guerra nuclear: «¿Cómo planeamos responder? ¿Aullando que evitar la guerra nuclear es lo más importante? Entonces, ¿para qué diablos tenemos un arsenal de armas nucleares tácticas y estratégicas?».

¿Quién es Solovyov?

De origen judío, Vladimir Solovyov es la gran estrella de la televisión Rusia-1, con su programa «Tarde con Vladimir Solovyov».

Empezó su carrera televisiva en 1999 con programas de entrevistas a políticos y producciones de entretenimiento.

En los primeros años de la década de los 2000 colaboró con el que ahora es su gran bestia negra: el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Entonces era un popular comediante con intervenciones en la televisión rusa.

Solovyov llegó a bailar junto con Zelenski en un programa de televisión de Año Nuevo en 2013, programa que todavía hoy es recordado y del que Solovyov ha renegado.

El popular presentador ruso ha mostrado en numerosas ocasiones su rencoroso odio hacia Zelenski, de quien afirmó que no es «un verdadero judío», sino un «nazi satánico».

El satanismo, de hecho, es otra de sus obsesiones. Alineado con las tesis propagandísticas del Kremlin aseguró que los países occidentales están gobernados por regímenes satánicos empeñados en declararle la tercera guerra mundial a Rusia.

En una ocasión afirmó que «Francia está empezando a causarnos problemas. Francia no debería existir, ¿a alguien le apenaría eso? Habría que dar un golpe a Francia y se acabó».

También tiene prohibido acceder al territorio de la Unión Europea y se le congelaron e incautaron todos sus activos en el extranjero.

Desde entonces, no ha dejado de pedir al Kremlin que bombardee a los países occidentales con armas nucleares por su apoyo a Ucrania.

Incluso llegó a decir que, antes de que Rusia fuera derrotada, era preferible que el mundo entero fuera destruido en una guerra nuclear: «¿Por qué tener miedo? Nosotros iremos al cielo. La vida está muy sobrevalorada», afirmó.