Alepo, ciudad mártir

«Una 'bomba nueva', letal y desconocida que lo ha golpeado todo». Así ha definido el obispo caldeo de Alepo –y miembro de la Compañía de Jesús–, monseñor Antoine Audo, las consecuencias del terremoto sobre la ciudad más poblada de Siria con sus más de 4 millones de habitantes; también su pulmón económico.

Alepo, la ciudad fundada hace más de 1.800 años; Alepo, capital del reino amorita; Alepo, asiria y persa; Alepo, la griega; Alepo por dos veces bizantina con un intermedio árabe de tres siglos; Alepo, dos veces asaltada por los cruzados sin ser jamás conquistada –aunque con una indeleble huella cristiana–.

Sobre todo, Alepo mártir de la era contemporánea: durante cuatro años, entre 2012 y 2016, fue el escenario de una lucha encarnizada –con su correspondiente catástrofe humanitaria– entre el Ejército regular sirio y las tropas rebeldes.

Estos últimos lideraron tres ofensivas, los soldados fieles a Bachar el-Assad, dos más la contraofensiva definitiva, a la que siguió una represión feroz.

Entre tanto, Alepo padeció todas las variantes de la guerra de desgaste. Y también los intentos de los rebeldes, todos fallidos, de imponer la Sharía, la ley islámica en los barrios que lograron controlar temporalmente.

Pero Alepo, una vez más en su interminable historia, estaba logrando una reconstrucción que comenzó en 2017, con el restablecimiento de los servicios de mayor urgencia y continuó con la rehabilitación del resto de servicios y también de los centros productivos, como los polígonos industriales; sin olvidar, claro está a los grandes cultivos de pistacho –actividad típica en los alrededores de la ciudad– y a la puesta en marcha de la central eléctrica de Bustan al-Qasr.

Lo que doce años de bombas e Isis no han conseguido, dos minutos de temblores lo han completado

Toda la operación de reconstrucción se estaba desarrollando, más o menos, según lo previsto gracias al constante chorreo de millones del Gobierno sirio: se calculan en más de 180.000 millones de euros las cantidades destinadas a Alepo por el Gobierno sirio a lo largo de los últimos cinco años.

Ya funcionaban, a su ritmo, las industrias. Incluso había recuperado, en parte, su turismo. Hasta el fatídico día del terremoto.

«Lo que doce años de bombas e Isis no han conseguido, dos minutos de temblores lo han completado», se podía leer anteayer en Il Corriere della Sera. Pero Alepo se recuperará. La Historia, con h mayúscula, la avala.