Los himnos del descontento peruano
Del hip hop al rock, pasando por el reggae y el punk, la espiral de protestas en la que está sumido Perú ha inspirado canciones de todos los estilos que ponen lírica al descontento de quienes alzan su voz contra la clase política, el racismo y la represión policial.
«Esta democracia ya no es democracia, Dina, asesina, el pueblo te repudia», es la música carnavalesca más popular de las marchas que piden, entre otros reclamos, la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, que asumió el poder en diciembre pasado, tras el fallido autogolpe de su predecesor, Pedro Castillo.
'Dina Belearte'
En una de esas últimas creaciones, al ritmo del reggae, Pau «the Kid» y Jah Man entonan «Dina, tu cultura es asesina, tú no representas ni a la calle ni a la vida, gobierno genocida».
En su tema Dina Balearte –por ese sonado juego de palabras con su apellido y las balas–, la califican también de «traicionera» por supuestamente haberse aliado con los «fachos del Congreso», pese a haber sido «elegida en una plancha para el pueblo», como vicepresidenta de la fórmula que encabezaba Castillo, el maestro de escuela rural que venció en las elecciones de 2021.
Traicionaste a tu gente y ahora ya no hay marcha atrás
«Traicionaste a tu gente y ahora ya no hay marcha atrás», coincide la conocida banda Diazepunk en su nueva canción.
En ella, el grupo apela a la presidenta e insiste: «Puedes fingir pedir perdón en televisión, hacerte la desentendida en un mensaje a la Nación (...) mandar saludos en quechua, chino y en alemán (...) pero ten por cuidado que aquí siempre serás asesina».
Desde el hip hop, el joven cantautor quechua Liberato Kani alude al anclado centralismo limeño y a la vigente Carta Magna, redactada bajo el Gobierno del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), que las movilizaciones sociales exigen rediseñar.
«Chankas, Inkas, Aymaras, Ashaninkas, nos estamos levantando (...) ya estamos cansados, las leyes que sacan son en beneficio de ustedes (...) un pueblo que se levanta ante tanta represión de una Constitución del 93», rapea.
Condena al «terruqueo»
En esa misma sintonía, otras letras destacan que la mayoría de muertes en las marchas hayan ocurrido fuera de Lima y critican el habitual «terruqueo» de las protestas, es decir, la acción de vincularlas, aparentemente de manera indiscriminada y falaz, con el terrorismo.
«Parece que un muerto ya no vale na' si es cholo (mestizo), si es negro, si no es de la ciudad (...) No paran de disparar sus balas de racismo y clasismo y no paran de estigmatizar la lucha con el terrorismo», canta Pedro Mo, también desde el hip hop.
En esto último se centra exclusivamente el tema compuesto por Íber Maraví, que fue ministro de Trabajo de Castillo que, al compás de la trova y acompañado de una guitarra española, ataca sin pudor a los sectores conservadores que desacreditan el estallido con el «terruqueo».
«Nosotros somos luchadores sociales (..) Nosotros no somos terroristas, terrorista tú», espeta el expolítico, a quien acusan de haber tenido vínculos con Sendero Luminoso.
La «masacre» en el sur
Entre los versos más cantados tampoco podían faltar las referencias al sur, la zona del país más movilizada, y en especial a la ciudad de Juliaca, en la región de Puno, que ha sido uno de los epicentros de las protestas.
Allí, aún escuecen las heridas del 9 de enero pasado, cuando en un solo día murieron 17 manifestantes en enfrentamientos con la policía.
«Justicia, justicia (es) lo que yo pido y busco por los caídos, para mi pueblo asesinado y masacrado», entona el cantautor puneño JMacelly en su tema «Señora de la represión».
También la banda de rock AsimetriK compuso «Juliaca en enero», en memoria de «los hermanos caídos en la masacre del 9 de enero».
«Asesinos se escudan en su propia ley, nos dicen terroristas, nos dicen minoría, mientras saquean nuestra patria y nuestro pueblo sufre en agonía», cantan.
El último precedente fue en la Gran Marcha de los Cuatro Suyos, que, en el 2000, ayudó a arrinconar al gobierno de Fujimori.
La «tremenda novedad» de ahora, agrega Coronel, es que las músicas han excedido lo urbano y vienen, más bien, «de las provincias, de la tradición andina», rompiendo con la costumbre de tener Lima como principal proveedor del canon de la producción cultural en estas coyunturas.