Un año de guerra en Ucrania
El militar español que forma a los soldados ucranianos: «Tienen muchas ganas de aprender y de volver a su país para liberarlo»
El teniente coronel Iranzo es el máximo responsable de la formación que se da a los soldados ucranianos que vienen a España para formarse
Como jefe de la Unidad de Formación en Combate, al teniente coronel Francisco Iranzo, le ha tocado una gran responsabilidad: la formación de los soldados ucranianos que vienen a España para recibir la formación que les sirva para defender su país del intento de invasión rusa.
Está acostumbrado a impartir formación militar, pero en esta ocasión es especial. No solo es la de unos soldados que participan en una guerra que supone la mayor amenaza para Europa actualmente, sino que son soldados que, en las dos primeras tandas, no tenían experiencia militar alguna.
–¿Qué entrenamiento están dando a los soldados ucranianos?
–España se ha comprometido con Ucrania y con la comunidad internacional para potenciar las capacidades militares de aquel país. Aquí estamos dando distintas formaciones y aquí en Toledo está la Unidad de Formación de Combate, que se encarga de impartir cinco cursos: uno es de instrucción básica de combate, que es formación elemental tocando temas de instrucción; de guerra en clima frío; el tiro de combate en zonas urbanizadas; primeros auxilios y un poco de conocimiento de desminado y lucha contra explosivos improvisados. Así durante cinco semanas. Esta formación está dirigida a personal civil, personal que ha sido reclutado recientemente. De hecho, los alumnos de los dos cursos que hemos hecho llevaban entre 7 y 15 días en el Ejército.
Los alumnos de los dos cursos que hemos hecho llevaban entre 7 y 15 días en el EjércitoJefe de la Unidad de Formación en Combate
–Es decir, los que vienen son civiles, no militares.
–Sí, son personas civiles. En el primer curso que se desarrolló el año pasado, entre noviembre y diciembre, vino gente que se había apuntado voluntariamente para la guerra y llevaba una semana antes de venir para España. Era gente, podemos decir mayor, una media de edad de 34 años. Había con estudios superiores, gente que tenía su empresa o trabajaba fuera de Ucrania y había vuelto por la guerra. Este personal en teoría volvió a Ucrania, terminó de hacer ahí una pequeña instrucción para integrarse dentro de una unidad militar y se supone que entrarían en combate. Cuando termine la guerra, volverán otra vez a sus trabajos. La vida previa en este segundo curso, en el que hemos instruido a 200 ucranianos, ha sido diferente. Eran mucho más jóvenes. La media era de 24 años. Era personal que había firmado un compromiso con el Ejército por tres años. Podemos decir que eran soldados profesionales como los hay en todos los países occidentales. E independientemente de cuando acabe la guerra, ellos seguirán durante sus tres años en el Ejército.
–Al venir directamente de una guerra, ¿se nota una especial motivación entre los alumnos?
–Es una cosa que llama la atención. Ellos saben que su país está en guerra, que sus familias están ahí, que están sufriendo y tienen muchas ganas de aprender y de volver para combatir y ayudar a liberar Ucrania. Todos, más o menos, tienen la misma idea: tenemos que volver a Ucrania para liberar nuestro país, para que nuestras familias vivan en paz. Sí, están muy motivados.
–El Ejército español tiene una tradición a la hora de formar a otros ejércitos. ¿Ha tenido que cambiar los cursos para adaptarse a Ucrania, o siguen la misma metodología de otras misiones exteriores?
–En cada sitio las necesidades son distintas y por supuesto ha habido que adaptar algo los programas de instrucción debido a los materiales que tienen unos ejércitos y otros. También, ha habido que acomodarse al nivel de formación de la gente que viene. Se ha hecho el programa de instrucción adaptado a los materiales que tiene Ucrania, a las necesidades que tiene Ucrania. Se diseña un programa específico para para cada rotación. Por ejemplo, si hasta ahora hacíamos cinco cursos de formación básica, ahora empezamos los cursos específicos, porque ya es para militares ucranianos y son cursos de especialización. Empezamos tres: uno de desminado, otro de asistencia sanitaria en combate y otro de desactivación de explosivos improvisados. Es gente que ya tiene experiencia militar. No sabemos si han estado en combate directo o no. Pero es un programa ya muy específico de acuerdo a lo que nos ha pedido Ucrania.
Ha habido que acomodarse a los materiales que tiene su Ejército y al nivel de formaciónJefe de la Unidad de Formación en el Combate
–¿Cómo es la relación entre los soldados españoles y los ucranianos?
–La relación es buena. Al fin y al cabo, todos somos militares y todos sabemos que estamos para servir a nuestro país. Al final hay una buena relación, no digo de amistad, pero sí de compañerismo. Los soldados españoles que estamos de instructores intentamos tener empatía hacia el ucraniano, ponernos en su lugar y pensar qué es lo que nos gustaría en el trato o en la instrucción. Intentar hacerle que su estancia aquí sea lo más fácil y cómoda posible. Pero también que la formación que reciban sea lo más exhaustiva posible para que salgan lo mejor preparados en las cinco semanas que tenemos de instrucción y entonces esa relación es fundamental, el trato humano. Y esa buena relación que ha habido hasta ahora hace que puedas detectar si alguna persona o algún ucraniano tiene algún problema o se le ve más decaído para intentar ayudarle.
–¿Se nota el hecho de que vengan de un país en guerra, de escuchar bombas, de esconderse en refugios bajo tierra, etc?
–Han venido personas de todas las zonas de Ucrania. Ha habido gente que ha estado en zona de combate, en ciudades que han sufrido bombardeos igual que hay otros que vienen de ciudades que prácticamente no han sufrido la guerra directamente, aunque sí los cortes de suministro eléctrico, la carencia de materias primas y cosas así. Nosotros no hemos detectado ninguno con una carga psicológica muy grande. Yo creo que esto que han vivido sí que les sirve como motivación para la instrucción.
–Estamos a punto de llegar al primer aniversario del comienzo de la guerra. ¿Hay algún tipo de ayuda psicológica previsto para estos días?
–Tenemos un servicio sanitario dentro de la Unidad de Formación de Combate que incluye un psicólogo para casos que puedan necesitarlo. Luego, también desde el punto de vista de condiciones de vida, se les ofrece asistencia religiosa tanto para los católicos como los ortodoxos. Se ha contactado con la Iglesia Ortodoxa de Madrid. Cuando solicitan los servicios de un sacerdote, se le llama y viene. Y de hecho ayer estuvo uno y celebró un oficio religioso y confesó a los que lo pidieron. Y así, dentro de lo que cabe, se atiende a ese factor humano psicológico.
–Esta semana ha terminado el curso de la segunda tanda de soldados ucranianos. ¿Notan diferencia entre el día que vienen y el día que se van?
–Por supuesto, hay diferencia. El día que vienen supone para ellos un cambio radical. Salen de su país, que está en guerra. Llegan a un sitio nuevo, un país diferente. Vienen cansados. Es un viaje muy largo el que tienen que hacer desde que salen de Ucrania hasta que llegan a España. Y cuando terminan se van contentos por la formación recibida. Ven que el tiempo que han pasado aquí ha sido provechoso porque han aumentado conocimientos, vuelven con sus familias o vuelven a su país.