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Macron, a los pies de los caballos de dos mociones de censura por su reforma de las pensiones y jubilacionesEFE

Francia

Las dos mociones de censura que definen hoy el futuro del gobierno de Macron

El presidente afronta hoy las dos pruebas de fuego de su gestión tras la polémica reforma de pensiones y jubilaciones que tiene a Francia en llamas

Con la imposición de su reforma de las pensiones en Francia, el presidente liberal Emmanuel Macron se mantuvo fiel a su reputación de ejercer el poder verticalmente y a su voluntad de reformar un país considerado refractario, pero se arriesga a socavar su segundo mandato.

La decisión de usar el famoso artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar un proyecto de ley sin someterlo al voto del Parlamento, reavivó las protestas que empezaban a desinflarse tras dos meses de intensa movilización.

Dos de cada tres se oponen a la medida clave de la reforma: retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años, y una gran mayoría rechaza además el uso del 49.3, según los sondeos.

«Existe la sensación de que el gobierno no escucha lo que quieren los franceses y, además, teniendo una actitud brutal en la Asamblea [Cámara Baja]», resume Antoine Bristielle, analista de la Fundación Jean Jaurès.

«¡Estoy harta! No soy una revolucionaria, simplemente no puedo más», gritó una cuidadora a domicilio al micro de France Inter, durante una manifestación improvisada en Saint-Étienne (este) tras conocerse la decisión.

Desde su llegada al poder en 2017, Emmanuel Macron, cuya personalidad suscita admiración o rechazo, enfrentó períodos complicados, entre ellos la dura protesta social de los «chalecos amarillos» en 2018 y 2019.

La chispa del fuego de la gasolina

Un impuesto al combustible prendió este movimiento, que se tradujo en múltiples formas y reivindicaciones, así como en meses marcados por violentas protestas.

La pandemia de covid apagó esta contestación, pero también envió al olvido una precedente reforma de las pensiones que el mandatario de 45 años quería aplicar y que ya generó oposición.

Tras su reelección en abril de 2022 con el 58,55% de votos, el liberal prometió cambiar su forma de gobernar, al reconocer que su elección se debió al deseo de impedir la llegada al poder de su rival en el balotaje: la ultraderechista Marine Le Pen (41,45%).

Pero, para el sociólogo Michel Wievorka, el jefe de Estado tiene «una visión tecnocrática y vertical» del poder, «no escucha a los sindicatos ni a las asociaciones ni a los políticos locales» y es «reacio a la mediación».

La ruptura con el sindicato reformista CFDT aparece «como su mayor fracaso», estima el politólogo Bernard Sananès, de la empresa demoscópica Elabe.

Élisabeth Borne, el fusible de Macron

Desde el inicio de las masivas protestas contra la reforma de las pensiones, el presidente dejó en primera línea a su primera ministra, Élisabeth Borne, y se negó a recibir a los líderes sindicales, que le advirtieron de una situación «explosiva».

Hoy lunes enfrenta dos mociones de censura. Si al menos una se adopta -algo que parece improbable-, caerá el gobierno de Borne y el proyecto que el Ejecutivo quería adoptar para evitar un futuro déficit en la caja de las pensiones.

Si las dos fracasan, la reforma quedará validada. «Esto sería una victoria pírrica para Macron», advierte Stéphane Zumsteeg, del instituto de sondeos Ipsos, «ya que dejaría una relación muy dañada con una gran parte de franceses».

El presidente ya amenazó a través de su entorno que un revés a su reforma implicaría nuevas elecciones legislativas, un nuevo riesgo para el oficialismo, máxime cuando el partido de Le Pen aparece reforzado en los sondeos a raíz de conflicto social.