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El presidente español, Pedro Sánchez, junto a su mujer Begoña Gómez, a su llegada a la República DominicanaEFE

América Latina

Empieza la Cumbre Iberoamericana pero sin Sánchez, que no llegó a la inauguración

El presidente español retrasó su llegada a República Dominicana por su participación en el Consejo Europeo, en Bruselas

La XXVIII Cumbre Iberoamericana ha arrancado este viernes por la tarde en la República Dominicana con la llegada de la mayoría de los jefes de Estado de la región, así como con la presencia del Rey Felipe VI, el presidente Pedro Sánchez y el primer ministro de Portugal, António Costa.

La inauguración tuvo lugar en la tarde de ayer con un acto en la Fortaleza Ozama en la que no estuvo presente Sánchez, que no consiguió llegar a tiempo desde Bruselas, donde asistió previamente al Consejo Europeo. Aún así, España ha estado representada en el arranque de la Cumbre por Felipe VI.

Tampoco ha llegado para el acto de apertura el presidente de Colombia, Gustavo Petro. Los líderes iberoamericanos fueron recibidos uno a uno por el presidente de República Dominicana, el país anfitrión, y su esposa, la primera dama Raquel Arbaje, y el secretario general iberoamericano, el chileno Andrés Allamand.

La Cumbre propiamente dicha tiene previsto empezar hoy por la mañana en el Centro de Convenciones del Ministerio de Exteriores dominicano. Los mandatarios mantendrán dos sesiones plenarias, una por la mañana y otra por la tarde, durante las que intervendrán por espacio de unos diez minutos.

Asimismo, está previsto un almuerzo en el Palacio Nacional de la República que se celebrará bajo el llamado formato de 'retiro', es decir, los jefes de Estado acudirán solos sin ningún asesor, para poder tratar de forma más íntima los asuntos que quieran abordar.

De la cita saldrán un total de tres documentos que han acordado en el encuentro mantenido por la mañana los cancilleres, según ha informado la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) en un comunicado.

No figurará entre ellos el comunicado especial que se pretendía aprobar defendiendo una arquitectura financiera nacional más justa, flexible y equitativa que permita a los países de la región, en muchos casos de renta media, contar con los recursos necesarios para afrontar la recuperación económica.