Cumbre Iberoamericana
El Rey Felipe VI, figura central de la Cumbre Iberoamericana
El Rey fue el eje de un encuentro que conecta con la presidencia española de la Unión Europea y la Cumbre UE-CELAC
El empresariado iberoamericano recibió a Felipe VI con una ovación en pie a su llegada al Encuentro Empresarial Iberoamericano, celebrado estos días en Santo Domingo, como parte de la Cumbre Iberoamericana.
Tras el Rey llegó un núcleo de presidentes moderados y centroderechistas, que sí se acercó a la cita empresarial, y advirtió sobre los «populistas» que campan por Iberoamérica. Acudieron el presidente anfitrión Luis Abinader, de la República Dominicana; Rebelo de Sousa, de Portugal; Lacalle Pou, de Uruguay; Mario Abdo Benítez, de Paraguay y Guillermo Lasso, de Ecuador.
Todos «arroparon» a Lasso, asediado por el correísmo en Ecuador, país que a su vez asumió la secretaría pro tempore de la Conferencia Iberoamericana y que por tanto organizará el próximo encuentro a finales de 2024.
Antes de la llegada de Felipe VI, la cita había transcurrido a ritmo de bachata lenta, en un pabellón falto del sabor que, por otro lado, desborda la parte dominicana de La Española. El encuentro consistió en una sucesión de paneles, más discursivos que ejecutivos. De más valor fueron las reuniones en sus márgenes, y las conversaciones informales de pasillo, entre nuevos y viejos amigos, en una veintena de acentos del español.
Durante la reunión empresarial, en la orilla este del río Ozama, frente a la Zona Colonial de Santo Domingo, estuvo amarrado un buque mercante chino, rivalizando en tamaño con el pabellón. Casualidad o no, evocó al gigante asiático, que ya es el principal socio comercial de la mayoría de los países iberoamericanos.
Lances del pleno de la Cumbre
El Rey comenzó su discurso recordando la primacía de Santo Domingo en el imaginario iberoamericano. Cuna de sus primeras instituciones: la Universidad de Santo Tomás; el hospital de San Nicolás de Bari; la Real Audiencia y la Catedral.
Proclamó parte de su discurso en portugués. Precisamente el primer ministro portugués, Antonio Costa, señaló durante su intervención la convergencia entre Iberoamérica y el mundo lusófono. Asimismo, el presidente colombiano Gustavo Petro sugirió la incorporación de los países africanos de habla portuguesa al sistema iberoamericano, así como la hispanohablante «nación saharaui», levantando algunas miradas.
Petro tampoco se olvidó del expresidente peruano Pedro Castillo, entre rejas tras su intentona de golpe de Estado. «Hoy debería estar aquí», reclamó. La respuesta de la canciller peruana, Ana Gervasi, fue tajante: «si Pedro Castillo no está aquí es porque dio un golpe de Estado, de otra manera tendrían entre ustedes a un dictador».
En su intervención, Pedro Sánchez evitó pronunciarse sobre este y otros temas espinosos de actualidad, como la más reciente ola represiva del presidente Daniel Ortega de Nicaragua, o los más afianzados regímenes de La Habana y Caracas.
El presidente chileno Gabriel Boric, en cambio, condenó enérgicamente la «dictadura familiar de Ortega y Murillo en Nicaragua, que acaba de privar de su nacionalidad a 94 opositores y deportar a más de 200 presos políticos». A modo de respuesta, el canciller nicaragüense convocó a los reductos regionales del antiamericanismo, acusando al progresista chileno de entreguismo al «imperio norteamericano».
Por otro lado, Sánchez sí condenó la «agresión» de Rusia a Ucrania ante los países iberoamericanos. Curiosamente, quien más resueltamente mostró su apoyo a Ucrania, incluso exigiendo más apoyo militar, fue el presidente Rodrigo Chaves de Costa Rica, país que abolió sus fuerzas armadas a mediados del siglo pasado.
Sobre Ucrania, los veintidós países participantes no lograron consensuar una posición común sustantiva. Cabe recordar que Nicaragua, Venezuela, Cuba, Bolivia y El Salvador no habían condenado la invasión de Putin ante Naciones Unidas. Por tanto, no sorprendió a nadie que la declaración de mínimos emitida por los veintidós ni siquiera mencionara a Ucrania a la vez que llamaba a la «paz completa, justa y duradera en todo el mundo basada en la Carta de las Naciones Unidas, incluyendo los principios de igualdad soberana e integridad territorial de los Estados».
Llamaron la atención los tintes anacrónicos del discurso de la presidenta hondureña Xiomara Castro: imperios, bloqueos y neoliberalismos. El presidente cubano Díaz-Canel articuló una línea similar. Pero Castro también habló del futuro. En concreto, del hipotético nuevo orden mundial multipolar, habiendo quedado atrás el orden unipolar construido a imagen y semejanza de los Estados Unidos.
No obstante, parece haber evidencia más sólida de un emergente orden bipolar Estados Unidos-China: el propio Gobierno de Castro ha pasado a reconocer a la República Popular China en detrimento de Taiwán, que ha ido perdiendo su particular influencia en el Caribe. De la multipolaridad también habló el canciller brasileño Mauro Vieira, quien puede aspirar a formar parte de ella.
Por su parte, el presidente Abinader quiso reclutar apoyos para cortar de raíz el problema del vecino estado fallido de Haití, más allá de la retórica. Pretende esparcir los costes que hasta ahora ha soportado la República Dominicana entre las potencias internacionales medias y grandes relevantes. Señaló directamente a las élites haitianas afincadas en Estados Unidos y su propio país como corresponsables.
El horizonte iberoamericano
Comentan fuentes que fue Sánchez quien convocó al jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borell, a la Cumbre Iberoamericana. Su presencia se explica en la medida que la Cumbre se ha desarrollado en la antesala de la presidencia española de la Unión Europea y de la cumbre UE-Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) programada para julio. La misma no se celebraba desde 2015, lo cual pone de relieve la consistencia de la Cumbre Iberoamericana, a pesar de no haber atraído en esta ocasión a los mandatarios de Brasil y México, los dos colosos económicos y demográficos continentales.
Se espera que esta confluencia de factores ayuden a desbloquear los acuerdos de libre comercio entre la Unión Europea y México, Chile, Centroamérica y Mercosur. Este último, el más importante, cautivo de grupos de interés a ambos lados del Atlántico.
En 2024, Brasil presidirá el G20, donde se reúnen las 20 potencias económicas dominantes y emergentes, en cuyo seno podrían alinearse los intereses de México y Argentina, además de España, que cuenta con una «invitación permanente».
Visto y no visto en la Cumbre Iberoamericana
La sensible ausencia de representación diplomática mexicana al más alto nivel durante la Cumbre cristalizó durante el pleno. El presidente Andrés Manuel López Obrador no envió a su canciller Marcelo Ebrard a la Cumbre, sino a un subsecretario, quien a su vez abandonó el pleno antes de hacer uso de la palabra.
Finalmente fueron trece las delegaciones encabezadas por jefes de Estado y de Gobierno. Dos menos que durante la última cumbre presencial antes de la pandemia, celebrada en 2018 en Antigua, Guatemala. Además de los ya mencionados –Felipe VI, Abinader, Lacalle Pou, Abdo, Lasso, Rebelo de Sousa, Petro, Boric, Chaves, Castro y Díaz-Canel– acudieron Luis Arce, de Bolivia y Alberto Fernández, de Argentina.