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Afganas rompen el ayuno durante el mes sagrado de Ramadán en Kabul

Afganas rompen el ayuno durante el mes sagrado de Ramadán en KabulEFE

La ONU advierte sobre la «catástrofe económica» en Afganistán por la exclusión de las mujeres

La Organización de Naciones Unidas se está planteando abandonar el país asiático y retirar las ayudas económicas

Afganistán afronta una situación económica catastrófica, el país asiático está sumido en una profunda crisis económica. La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha advertido de que aproximadamente dos tercios de la población, es decir, 28 millones personas necesitarán asistencia humanitaria en 2023 y que el 90 % de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.

Los talibanes, en el poder desde 2021, se han servido de las ayudas de las organizaciones y países extranjeros para sustentar una débil economía, marcada por las sanciones. Sin embargo, esta vital fuente de ingresos podría estar a punto de llegar a su fin, tras la última prohibición impuesta por los fundamentalistas a las mujeres.

El régimen talibán ha emprendido una guerra contra la mitad de su población, el colectivo femenino, dictando toda clase de vetos. Las mujeres no pueden coger un taxi solas, no puedes alejarse más de unos metros del hogar si no se encuentran en presencia de un hombre. Niñas, jóvenes y adolescentes fueron vetadas de acceder a la educación secundaria, posteriormente también a las universidades.

Sin educación, no hay futuro. Las pocas mujeres que ya se encontraban trabajando, fueron relegadas de sus puestos, menos aquellas que prestaban sus servicios a organizaciones humanitarias, como la ONU. Pero los fundamentalistas, a pesar de las advertencias de los diferentes países, cumplieron su propósito y prohibieron a las mujeres trabajar para las ONG.

Naciones Unidas ha intentado llegar a un acuerdo con los fundamentalistas antes de tomar una decisión drástica y abandonar el país. Pero, como era previsible, los talibanes no han cedido en su postura. Ante esta situación, la ONU ha advertido de que sus donaciones corren el riesgo de caer drásticamente.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha publicado un informe en el que subraya que la ONU aportó 3.200 millones de dólares del total de 3.700 millones de dólares en ayuda exterior a Afganistán en 2022.

«No habrá recuperación sostenible sin la participación activa de las mujeres afganas en la economía y en la vida pública, lo que incluye la ejecución de proyectos humanitarios y de ahorro de medios de subsistencia», ha sentenciado la directora regional del PNUD para Asia y el Pacífico, Kanni Wignaraja.

El estudio revela datos desalentadores como que los afganos más pobres están empezando a tomar medidas extremas como «mercantilizar a los miembros de su propia familia, convirtiendo a los niños en mano de obra y a las hijas jóvenes en novias». La crisis económica también ha provocado un deterioro aún mayor de los derechos humanos en Afganistán.

Los talibanes se mantienen firmes en sus edictos y aunque son consciente del peso económico que tienen organizaciones como la ONU, han optado por imponer su ideología fundamentalista. Naciones Unidas ha anunciado que, de seguir así, deberá tomar la «desgarradora» decisión de retirarse de Afganistán en mayo.

La organización está convencida de que la economía no puede reactivarse si las mujeres no pueden trabajar, mientras que el futuro crecimiento económico se ve limitado por la escasa inversión en la educación de niñas y mujeres.

Los talibanes, se han aprendido el discurso de otros regímenes fundamentalistas –Irán o Arabia Saudí– y defienden que «la ayuda no debe vincularse a la política interna del país». «Toda la ayuda humanitaria y las donaciones sobre el terreno no deberían estar relacionadas solo con estos temas», ha declarado a la BBC un funcionario talibán.

El fundamentalista ha agregado que es su deber «como hombres, desde el punto de vista islámico, cuidar de nuestras mujeres sentadas en sus hogares». Ahí, en una cárcel, que los talibanes llaman hogar, es donde las mujeres están obligadas a permanecer. Escondidas y fuera del ojo público, como si no existieran. Sin trabajo, educación o futuro.

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