Oriente Medio
Israel celebra los 75 años entre el orgullo de lo logrado y una crisis política y de seguridad
En la vigilia de la independencia, los israelís conmemoran el día del recuerdo en homenaje a las más de 14.000 personas que en 75 años han muerto en las guerras libradas por el país hebreo
Desde la tarde del martes al atardecer del miércoles Israel conmemora el 75 aniversario de la declaración de independencia (Yom Haatzmaut) resultado de la resolución 181 de Naciones Unidas.
La declaración de independencia proclamada por David Ben Gurión otorgaba por primera vez en milenios una tierra para los judíos, la oración del Shabat que los judíos de todo el mundo recitan cada viernes a la hora de la cena incluye un deseo: «El próximo año en Jerusalén». Solo tras el holocausto y asesinato de seis millones de personas los judíos conseguían su sueño, pero estos 75 años han sido de todo menos fáciles.
En la vigilia de la independencia, los israelís conmemoran el día del recuerdo o Yom Hazikaron en homenaje a las más de 14.000 personas que en 75 años han muerto en las guerras libradas por Israel y en atentados terroristas. 186 víctimas por año para defender uno de los países más pequeños de la tierra ayuda a hacerse una idea de cuál ha sido el sacrificio y el precio que los judíos han pagado para defender su pequeña nación.
Israel llega a su 75 aniversario como estado inmerso en una crisis social y política profunda y con sus enemigos a las puertas. Las organizaciones terroristas apoyadas por Irán, Hezbolá –instalada en el Líbano y Cisjordania– y Hamás –que gobierna la franja de Gaza– están al acecho y muy activas.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, tomará la palabra la noche del martes en los actos que se celebrarán en el Monte Herzl, que alberga el cementerio nacional y es colindante al memorial del holocausto, Yad Vashem, y a la Knéset, Parlamento israelí. Netanyahu reconquistó el poder hace pocos meses, pero su posición política es muy comprometida.
En las últimas semanas, de forma constante miles de personas, se han manifestado en Tel Aviv y otras ciudades israelís contra el intento de reforma judicial que tiene por objetivo blindar al primer ministro, el más longevo en el cargo de la historia del país, ante las investigaciones judiciales por tráfico de influencias y corrupción, que podrían terminar con el primer ministro entre rejas como ya le ocurrió al ex primer ministro Ehud Olmert hace casi veinte años.
Netanyahu ha forzado cinco elecciones en los últimos seis años para intentar conseguir una mayoría estable, pero solo lo ha conseguido apoyándose en una coalición con los extremistas laicos, los partidos representantes de los asentamientos en Cisjordania y las minorías ultraortodoxas, que despiertan grandes recelos en el resto de la población israelí al ser receptores de onerosas subvenciones y estar exentos del servicio militar.
En una de las elecciones los centristas Yair Lapid y Naftali Bennett consiguieron una escuálida mayoría apoyándose, por primera vez en la historia de Israel, en la Lista Unida, el partido de la minoría árabe, pero la frágil coalición se rompió en poco más de un año y Bibi volvió a ganar las elecciones.
La ebullición interna fue interpretada como un síntoma de debilidad por parte de Hamás y Hezbolá, que en las últimas semanas se han apresurado a lanzar cohetes sobre territorio israelí obligando a Israel a activar el escudo defensivo y han perpetrado varios atentados tanto en Jerusalén como en Tel Aviv, la ciudad que parece vivir ajena a la tensión se en ocasiones se respira en el resto del país, y que terminaron con la muerte de varios ciudadanos israelís y un turista italiano. La respuesta del Ejército israelí (IDF) y sus operaciones en Hebrón, en territorio palestino, para detener a líderes terroristas, disparó aún más la tensión.
Sea como fuere, hoy Israel es la única democracia de Oriente Medio y el país llega a sus 75 años tras haber alcanzado un nivel de desarrollo científico y tecnológico que hace que sea reconocida como la Start Up Nation. Cada año miles de judíos de todo el mundo de diversas razas y continentes ejercen su derecho al retorno a la tierra prometida y el país absorbe a razas y culturas que a la vez conviven con drusos, cristianos y musulmanes que ya vivían en el antiguo protectorado británico de Palestina, antes de que la ONU en 1947 votara por la división de Palestina en dos territorios, uno para judíos y otro para palestinos.
Golda Meyer dijo que «la paz llegaría a Israel cuando los palestinos quisieran más a sus hijos de lo que odiaban a Israel». La noche del martes cuando en el monte Herzl se enciendan doce antorchas en recuerdo de las doce tribus que viajaron con Moisés desde Egipto hasta Israel, el Estado judío empezará a andar su último cuarto hacia los 100 años, una cifra modesta en la milenaria historia judía, entre el orgullo del milagro de la prosperidad conseguida sobre una tierra árida y la incertidumbre de su futuro por su crisis en las relaciones con su hermano, Estados Unidos, la polarización de una sociedad de grandes contrastes y la creciente fuerza de los grupos terroristas instalados a pocos metros de sus casas y solo separados por un muro inconcluso y la mirada reticente de parte de la humanidad que quizás conserva la atávica desconfianza hacia el pueblo judío.