Fundado en 1910

Francesco Giubilei, asesor del Gobierno italianoCarlo Lsnnutti

Entrevista con Francesco Giubilei, asesor del Gobierno italiano

«El fascismo no tiene nada que ver con la derecha conservadora»

Como asesor del ministerio de Cultura, Giubilei trabaja a diario por una representación equilibrada de todas las tendencias en el espacio cultural

Francesco Giubilei, nacido en 1992, es un ejemplo idóneo de la «generación Meloni»: como presidente de Nazione Futura, aboga por una derecha plenamente democrática, pero nítidamente conservadora y desacomplejada.

Como asesor del ministerio de Cultura, Giubilei trabaja a diario por una representación equilibrada de todas las tendencias en el espacio cultural. Y por una memoria histórica justa.

–El 25 de abril, día en que se conmemora la liberación de Italia en 1945, la presidenta Giorgia Meloni envió una carta al correo de la cera en la que dijo: «somos incompatibles con cualquier nostalgia del fascismo». ¿Qué quiso decir exactamente?

–La historia de la derecha italiana se diferencia de la historia del fascismo en el plano cultural, pero también en la historia política. Porque en el 1994, el Movimiento Social Italiano, que era el partido de derecha que fue fundado [por personalidades vinculadas al fascismo] después del final de la Segunda Guerra Mundial, celebró un importante congreso en una localidad cerca de Roma llamada Fiuggi y se convirtió en Alianza Nacional. Desde ese congreso empezó un itinerario que desembocó en lo que hoy es el el mensaje de Meloni: el fascismo era algo diferente de la historia de la derecha italiana.

–No se paró ahí.

–En segundo lugar, dijo que sería necesario para la derecha de abrirse a otras tradiciones político-culturales, como la de los católicos y la de los liberales. Así ha sido desde que en 2012 fundó Fratelli d'Italia. Desde hace 3 o 4 años, ha construido una derecha conservadora, de un conservadurismo italiano. Lo consagró en uno de sus primeros discursos como presidenta del Consejo, hace ya seis meses. De ahí la importancia de lo que escribió el 25: la memoria de la derecha es democrática y de libertad.

–Dónde sí que ha demostrado ser conservadora la presidenta Meloni es en materia de inmigración: acaba de declarar un Estado de emergencia para seis meses. ¿Anuncio mediático o política de fondo?

–Mire, la situación de la inmigración en Italia, al igual que en España, es muy complicada y delicada: todos los días, especialmente en el sur de Italia, cerca de Lampedusa y de Sicilia, hay migrantes que llegan de forma ilegal.

–¿Niega cualquier forma de inmigración?

–Hay una diferencia muy importante entre la inmigración legal y la ilegal. El Gobierno acepta una inmigración legal, la de gente que respeta nuestra cultura, nuestras leyes, que trabaja y se integra en el sistema italiano. Este problema no es un problema solo de Italia, España, Malta o Grecia. Es un problema de toda Europa.

–¿Hasta el punto de declarar, en Italia, un Estado de emergencia?

-Según la ley italiana, la declaración de Estado de emergencia, faculta al Gobierno luchar de forma más rápida contra la inmigración ilegal. Se necesita un tiempo largo, porque el problema es de hoy, de ayer y de mañana, por lo que ha de ser resumido en una medida rápida. El Estado de emergencia es el instrumento.

–¿Se podrá renovar dentro de seis meses?

–Creo que sí. Pero la segunda vez, hay que cambiar la modalidad.

Francesco Giubilei, asesor del Gobierno italianoGiulia Palmigiani

–Llama, asimismo la atención, en estos primeros meses de Meloni, la buena disposición de su Gobierno hacia la Unión Europea. Oficialmente, en su programa electoral, insistía en la defensa de las soberanías nacionales. Ahora da la impresión, sobre todo para algunos de sus votantes, que está demasiado conciliadora para con Bruselas.

–No. Lo que quiere hacer este Gobierno es estar en Europa de una manera diferente de la del pasado. Italia es la tercera nación de la Unión Europea por número de habitantes y en términos económicos. De ahí que el Gobierno ambicione un mayor reconocimiento de Italia en las instituciones europeas, donde hay un Ejecutivo que cuida de los intereses de Francia y Alemania.

Para conseguir este objetivo, hay iniciativas en las que el Gobierno trabaja por el interés nacional. Por ejemplo, en el tema de la energía o en el de África, potenciando la relación bilateral con algunos Estados. Al mismo tiempo, en materia económica, es necesario hablar con Bruselas para mejorar nuestras condiciones. En lo tocante a nuestra deuda pública, por ejemplo.

–Pero, ¿Cómo se puede defender la soberanía nacional en una Europa cada vez más integrada? La deriva de Úrsula von der Leyen es autoritaria y la jurisprudencia fallada en Luxemburgo es cada vez más centralizadora.

–Lo que creo es que tenemos que cambiar esta Europa. Las elecciones europeas de junio de 2024 próximo pueden representar una ocasión muy importante. Hay dos vías que puede tomar Europa en los próximos años.

–¿La primera?

–Es la idea de la izquierda y de los liberales de hacer los Estados Unidos de Europa. Para mí es una locura, porque hemos visto en muchas veces que la Europa de la Unión Europea no se puede hacer. La solución no es tener más Unión Europea.

–¿La segunda?

–Construir una Europa de las naciones, de los pueblos. Dentro de ese objetivo se enmarca la idea del Gobierno de construir una gran internacional de los conservadores. Por eso será importante el resultado de 2024.

–¿Con qué aliados cuenta el gobierno italiano en Europa para llevar a cabo ese plan?

Fratelli d’Italia está en el Grupo de los Reformistas y Conservadores Europeos, un grupo importante, del que también forma parte el partido que gobierna en Polonia. Pero hay que ampliarlo, por lo que vamos a explorar la posibilidad de una alianza con Identidad y Democracia. Creo que el objetivo principal son las ideas y los valores.

–¿Y a nivel de gobiernos?

–A nivel de gobiernos hay una alianza en este momento muy buena entre Italia y Polonia. La hay también con la República Checa. Y diálogo con los países latinos.

–Esta última posibilidad parece algo más complicada.

–Como sabe, en Francia y España hay gobiernos de izquierda. Probablemente, sea más difícil mantener política. Pero hay una relación histórica muy buena entre esos países lo que puede favorecer una buena relación institucional

–Usted es asesor del ministro de Cultura. ¿Cómo se puede asumir la batalla cultural desde el Gobierno?

–Intentamos garantizar el pluralismo en las manifestaciones, en los eventos culturales y en las iniciativas. Lo que ocurre en Italia es que en algunos de esos grandes eventos sólo está representada una parte que podemos definir como progresista. Es importante que también lo esté la parte conservadora y católica. Trabajamos, pues, por tener un pluralismo de gran importancia cuando hablamos de cultura y libertad de expresión, que es uno de los criterios más importantes de la democracia.

–¿Se puede frenar o plantar cara a los lobbies Lgbt? ¿Es cosa del Gobierno o de la sociedad civil?

–En Italia es competencia del ministerio de la Familia, que trabaja en ese sentido. Es importante trabajar, no contra algo, pero a favor, si te sirve de algo, entonces no es contra ninguno. Desde el Gobierno se trabaja a favor la de la natalidad.

–Se refería antes a la libertad de expresión.

–Estoy en favor de algunas políticas que permitan a un católico hablar y que para ello disponga de espacio en los medios. Insisto: siempre a favor de algo.

–Usted es hijo de madre venezolana. ¿Qué le parece la deriva marxista del continente hispanoamericano?

–Es un problema histórico de Hispanoamérica. A veces hay un una especie de enamoramiento con la idea marxista, la idea comunista, que es una idea contra la libertad y también contra la posibilidad de obtener una vida democrática. La culpa no es del pueblo.

–¿De quien es?

–De alguna elite, de un establishment de la izquierda radical que dice defender los intereses del pueblo. En realidad, está contra el pueblo.