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Imagen de la devastación en Nagasaki

EE.UU. instala sensores atómicos en Ucrania para detectar si Rusia usa bombas nucleares

Tienen la capacidad de dar la ubicación y los efectos de cualquier explosión nuclear

El 6 de agosto de 1945, el avión de combate estadounidense B-29 lanzó sobre Hiroshima la bomba atómica apodada Little Boy. Tres días después, el 9 de agosto, una segunda bomba atómica se tiró sobre Nagasaki, matando instantáneamente a 75.000 personas y provocando la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Cuando Estados Unidos detonó aquellos dos artefactos en Hiroshima y Nagasaki era la primera vez que una bomba nuclear se utilizaba en un ataque contra un país.

La ciudad de Hiroshima, con una población de 350.000 habitantes en aquel momento, quedó arrasada de inmediato y, además de las personas que murieron por el impacto de la bomba de uranio-235, miles perecieron más tarde por lesiones y enfermedades causadas por la radiación.

Casi 80 años después de aquello y desde que Rusia invadió Ucrania hace 14 meses, los ojos de la comunidad internacional están puestos sobre el presidente Vladimir Putin por si este decide apretar el botón nuclear.

Washington ya está tomando medidas por si se cumple el peor escenario posible de la invasión de Ucrania, la segunda nación más extensa de Europa. Así, la administración de Joe Biden estaría cableando Ucrania con sensores que detectan las ráfagas de radiación que deja al estallar un arma nuclear o una bomba sucia (una combinación de explosivos, como la dinamita, y polvo o perdigones radiactivos). El objetivo, en parte, es asegurarse de que si el Kremlin detona un arma radiactiva en suelo ucraniano, se pueda verificar su firma atómica y la culpabilidad de Moscú.

Ruinas de Hiroshima tras el bombardeo estadounidense©GTRESONLINE

Equipo de Apoyo a Emergencias Nucleares (NEST, por sus siglas en inglés), una unidad de expertos atómicos dirigida por la Agencia de Seguridad de EE.UU., aseguró que se está desplegando por Ucrania una red sensores de radiación con la capacidad para detectar el tamaño, la ubicación y los efectos que tendría. También se está trabajando para capacitar al personal, monitorear datos y advertir sobre radiación mortal.

La información recopilada serviría para descartar la posibilidad de identificar erróneamente al atacante que provocase la explosión nuclear. Cierto es que podría parecer innecesario este sistema de sensores dado el carácter distintivo de un hongo atómico, pero hay circunstancias en las que una bomba es más difícil de rastrear e interceptar. Si un arma nuclear se arroja desde un camión, tanque o un barco, en lugar de hacerlo desde un misil con una ruta de vuelo rastreable, descubrir su origen podría resultar casi imposible.