Coronación Carlos III Coronado por la Iglesia y con el Gobierno como figura decorativa
La ceremonia es una reivindicación de las instituciones que han construido este país que un día fue imperio
El sábado 6 de mayo de 2013 Carlos III sigue la senda marcada por las huellas de 39 soberanos que le precedieron en una ceremonia similar, en algunos casos casi idéntica, en la Abadía de Westminster. La tradición se remonta a 1066.
Es bien sabido que el Rey ha querido que la ceremonia sea mucho más modesta que la de su madre. Los números son menores en todos los ámbitos: menos invitados, una duración más corta de la ceremonia, un recorrido por Londres no tan largo…
Pero quizá lo más interesante para un observador extranjero es ver cómo esta ceremonia de Coronación se celebra con el protagonismo de dos entidades: la Familia Real, encabezada por el Rey, y la Iglesia de Inglaterra, encabezada por el arzobispo de Canterbury. El papel del Gobierno de la nación es casi decorativo. El protagonismo que se ha dado al primer ministro Rishi Sunak se limita a hacer una lectura del Evangelio, de la epístola de San Pablo a los Colosenses, un papel como el de cualquier laico en una Misa dominical cuando le piden que haga una de las lecturas. Con la diferencia -importante- de que Sunak no es cristiano.
La parte central en esta ceremonia celebrada conjuntamente por la Iglesia y la Corona será la unción del Rey con los oleos sagrados
La parte central en esta ceremonia celebrada conjuntamente por la Iglesia y la Corona será la unción del Rey con los oleos sagrados traídos del Monte de los Olivos en Jerusalén. Allí, en ese lugar sagrado está enterrada la abuela paterna del Rey, la Princesa Alicia, madre del anterior Duque de Edimburgo. Cuando se produjo la unción de la Reina Isabel II se la situó bajo palio y las cámaras de televisión pudieron reflejar lo que sucedía. Esta vez no será así.
Para resaltar la sacralidad del momento el Rey ha encargado una pantalla que formará una «U» a su alrededor, apartándole de la vista de todos los asistentes. Esa pantalla contiene un mensaje a todos los pueblos de la Commonwealth. En ella se ha bordado un árbol, en cuyas hojas están cosidos los nombres de las 56 naciones de la Commonwealth, una comunidad de países que encabeza el Rey. En lo más alto se ha representado a Dios con forma de paloma y a los lados sendos ángeles con trompetas.
En la unción intervendrá el objeto más antiguo de los que se usa en el ritual: una cuchara con la que se impondrán los oleos. Casi todos los elementos de la ceremonia datan del reinado de Carlos II que fue coronado el 23 de abril de 1661. Y no hay nada anterior porque Oliver Cromwell se ocupó de destruir todos los elementos empleados en la Coronación. La única excepción fue esa cuchara, probablemente porque no la encontraron y por lo tanto es mucho más antigua que el resto de los elementos.
La silla de la coronación se ha situado frente al Altar Mayor para simbolizar el vínculo entre el Soberano y Dios. Y con ello se resalta el protagonismo absoluto de la Iglesia de Inglaterra que se da en un momento en que la asistencia a sus templos es, en el mejor de los casos, marginal. Pero es al mismo tiempo una reivindicación de las instituciones que han construido este país que un día fue imperio.
Se ha querido también invitar a participar a representantes de casi todas las religiones y fes del mundo. Alguno de ellos tendrá un poco de protagonismo. Tras el momento de la colocación de la corona (con 2.868 diamantes) sobre la cabeza del Rey habrá una bendición en la que además del arzobispo de Canterbury participarán un arzobispo ortodoxo griego, el moderador de las Iglesias Libres, el secretario general de las Iglesias Unidas de Inglaterra y el cardenal arzobispo de Westminster.
El sentimiento imperial, de gran nación -aunque ya no lo sea ni de lejos en la proporción que lo fue- impregnará todo lo que veamos en la ceremonia. Pero se manifiesta también en las calles de Londres en múltiples detalles. Es casi imposible encontrar un escaparate que no esté dedicado -al menos en parte- a la coronación. Y casi todo lo que se mueve alrededor de la coronación genera ingresos para fundaciones y obras de caridad.
El Himno de la Coronación, que ha sido compuesto por Andrew Lloyd Webber será vendido en las plataformas musicales y sus beneficios irá a la Real Legión Británica o a una ONG de ayuda a los mayores: Age UK. Como suelo hacer en mis visitas a Londres fue a Lock, la maravillosa tienda de sombreros en St. James Street. Esta vez opté por comprarme un panamá Highgrove, creados expresamente para celebrar la coronación. Se me indicó que el 20 por ciento de lo que he abonado será donado a una de las fundaciones que el Rey creó cuando era Príncipe de Gales.