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El Rey Carlos III junto con la Guardia Real británica

El Rey Carlos III junto con la Guardia Real británicaBritain Army

Coronación Carlos III

Mucho más que tareas ceremoniales: los regimientos de la Guardia Real son la élite del Ejército británico

Las unidades de la División de la Casa –cinco de Infantería y una blindada– tendrán protagonismo especial en la Coronación de mañana, pero pueden ser desplegadas en cualquier parte del planeta

La noche del 13 de junio de 1982, soldados de los Azules y Reales (Reales Guardias a Caballo y Primer Regimiento de Dragones) y de la Guardia Escocesa remataron, en compañía del Segundo Batallón del Regimiento de Paracaidistas, a las últimas tropas argentinas que aún resistían en el Monte Tumbledown: la Guerra de las Malvinas había terminado. Los Azules y Reales prestaron un apoyo blindado ligero, mientras que la Guardia Escocesa, unidad de infantería, contribuyó con un pelotón reforzado.

La presencia en combate de los paracaidistas resulta de los más clásico en un conflicto. Más curiosa podría resultar la de dos unidades que el gran público, menos el británico, asocia con los vistosos uniformes que lucen montando guardia en varias residencias reales de Londres o en las ocasiones en que la Monarquía exhibe sus fastos, como la apertura del Parlamento o, el Trooping the Colour, la celebración oficial del cumpleaños del Soberano.

Sin embargo, lo que pocos saben fuera del Reino Unido es que las tareas ceremoniales son solo una parte de las unidades que conforman la División de la Casa [Real], seis de infantería y una blindada: la Guardia Granadera, la Guardia Coldstream, la Guardia Escocesa, la Guardia Galesa, la Guardia Irlandesa, los Azules y Reales y los Guardias de Vida, primera unidad, por antigüedad, del Ejército británico. Los dos últimos constituyen orgánicamente, hoy en día, un único regimiento (la Caballería de la Casa), si bien conservan sus tradiciones respectivas, empezando por los uniformes.

Todas las unidades de la División de la Casa son, a su vez, unidades operativas del Ejército, capaces de desplegarse rápidamente en cualquier parte del territorio británico o del planeta. Casi ninguna de ellas se ha librado en los últimos años, por ejemplo, de estancias en Iraq o en Afganistán. En fechas recientes, la Guardia Irlandesa ha estado especialmente atareada: enviada al sur de Sudán en diciembre de 2019 dentro de la misión local de Naciones Unidas, un mes después fue enviada al Golfo Pérsico para proteger los intereses británicos en la zona ante una posible represalia iraní a raíz del asesinato, ordenado por Estados Unidos, del comandante de los Guardianes de la Revolución Islámica.

Una Guardia Irlandesa que puede enorgullecerse de haber tenido entre sus filas al general sir Mark Carleton-Smith, quien fuera jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra entre 2019 y 2022. Ese año también pasó a la reserva el teniente general sir Edward Smyth-Osbourne, comandante del Cuerpo Aliado de Reacción Rápida de la OTAN: antes de acceder a tan alto cargo, realizó el grueso de su carrera en el Regimiento de Caballería de la Casa, antes de mandarlo en 2005. Entre ambos mandos, y como general de División, Smyth-Osbourne fue igualmente comandante de la División de la Casa, cargo que compaginó automáticamente con el de jefe del Distrito Militar de Londres.

Carleton-Smith y Smyth-Osbourne han sido los oficiales procedentes de unidades de la Guardia que más alto han llegado en la jerarquía militar británica en las dos últimas décadas. A finales del pasado siglo y principios del actual, Tony Blair confió el puesto de jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas al mariscal de campo lord Guthrie, cuyos primeros años de trayectoria castrense, desde teniente hasta coronel, transcurrieron en la Guardia Galesa.

Estos oficiales simbolizan la doble función de los regimientos de la Guardia: asegurar la protección y la rendición de honores del Soberano y, al mismo tiempo, hacer las veces de élite del Ejército de Tierra. Así ha sido desde que fueron fundadas a lo largo del siglo XVII para las tres primeras –la Guardia irlandesa y la galesa empezaron a funcionar en 1900 y 1915, respectivamente–, sirviendo sistemáticamente en todos los conflictos en los que ha participado el Reino Unido. Sin ir más lejos, en la Segunda Guerra Mundial, dos miembros de la Guardia Granadera fueron distinguidos con la Cruz de Victoria, máxima condecoración militar británica –escasamente atribuida debido a los duros requisitos para obtenerla–, equivalente a la Laureada de San Fernando en España.

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