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El candidato presidencial turco Kemal Kilicdaroglu durante un acto electoralAFP

Elecciones en Turquía

El rival de Erdogan promete a restaurar la democracia en Turquía si gana las elecciones

Kemal Kilicdaroglu aseguró que si gana las elecciones se apartará de Rusia y estrechará las relaciones de Turquía con occidente

El rival del presidente turco Recep Tayyip Erdogan en las elecciones presidenciales del próximo 14 de mayo, Kemal Kilicdaroglu, prometió poner punto final a la deriva autoritaria en Turquía y traer libertad y democracia si gana las elecciones.

Al frente del Partido Republicano del Pueblo y respaldado por una alianza de otros seis partidos opositores, Kemal Kilicdaroglu realizó una enmienda a la totalidad a los 21 años en el poder del partido islamista Justicia y Desarrollo con Erdogan al frente, primero como primer ministro y luego como presidente.

Erdogan ejerce el poder en Turquía desde marzo de 2003, cuando resultó elegido primer ministro. Entonces, el sistema constitucional turco era esencialmente parlamentario y primaba el poder del jefe del gobierno frente al presidente, una figura más protocolaria.

Cuando Erdogan alcanzó el límite de legislaturas para seguir en el cargo de primer ministro, se reformó la Constitución para convertir la República en presidencialista y dar todo el poder al presidente de la república.

En 2014 se presentó a presidente y ganó las elecciones, lo que le permitió seguir ostentando todo el poder político en Turquía hasta hoy.

En declaraciones a la BBC, Kilicdaroglu, al que las encuestas dan como vencedor, afirmó que «la juventud quiere democracia. No quieren que la policía aparezca por sus casas a primera hora de la mañana solo porque tuitearon».

Kilicdaroglu, de 74 años, lamentó que hoy insultar al presidente es delito, algo que cambiará con él en la presidencia, aseguró.

«Yo les digo a los jóvenes que pueden criticarme libremente. Me aseguraré de que tengan ese derecho», afirmó a la televisión británica.

«Queremos medios de comunicación libres, queremos independencia judicial total. Erdogan no piensa así. A él le gusta el autoritarismo. La diferencia entre nosotros y Erdogan es la misma que entre el blanco y el negro», dijo.

Mientras tanto, Erdogan ha encontrado en Kilicdaroglu una seria amenaza para su poder casi absoluto en Turquía.

A pesar de las medidas legislativas orientadas a concentrar el poder en sus manos y limitar la libertad de acción de los opositores el Partido Republicano del Pueblo ha encontrado resquicios para erosionar la candidatura de Erdogan.

El gran derrumbe de la popularidad de Erdogan se produjo a caballo de la crisis económica que afecta al país desde la pandemia de coronavirus agravada por las consecuencias de la guerra en Ucrania.

La inflación desbocada ha extendido el descontento por todo el país. Los últimos años de Erdogan han visto crecer la división ciudadana y quebrar la economía.

El presidente turco ha tratado de debilitar la figura política de su rival mediante burlas –«ni siquiera podría pastorear una oveja», llegó a decir–, o asegurando que es «una persona lgtb».

Los partidarios del candidato opositor incluso temen algún tipo de agresión, amenaza que Kilicdaroglu ha desdeñado: «Estar en política en Turquía significa vivir con riesgos. Seguiré avanzando sin importar lo que hagan Erdogan y sus aliados. No me pueden desanimar. No me pueden asustar. Le hice una promesa a esta nación».

Los mítines de Kilicdaroglu son multitudinarios: «Kilicdaroglu es la esperanza del pueblo», corean sus simpatizantes, entre los que predominan los jóvenes, un dato relevante en un país donde la media de edad es de 32 años.

Las intenciones políticas de Kilicdaroglu hacen prever un terremoto geopolítico si llega a la presidencia. Prometió cortar con Rusia y alinearse sin equidistancias con occidente y la OTAN. «Queremos formar parte del mundo civilizado», afirmó.

Preguntado por la BBC si Erdogan aceptará su derrota y se apartará del poder, Kilicdaroglu tampoco se mostró alarmado ante esa posibilidad: «Lo apartaremos, lo mandaremos a la esquina».

No obstante, se mostró convencido de que no se llegará a ese extremo: «Dará un paso atrás en silencio. Nadie debería preocuparse por eso».

Sin embargo, algunos analistas temen que Erdogan se resista a abandonar el poder. Un primer indicio vino de su ministro del Interior, Suleyman Soylu, que aseguró que occidente intentará dar un golpe durante las elecciones.