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Crisis en Ecuador

Guillermo Lasso convoca elecciones anticipadas y evita la sentencia de muerte del juicio político

El presidente de Ecuador recurre a la «muerte cruzada» para evitar su destitución en la Asamblea Nacional, equivalente al Congreso y puede gobernar por decreto seis meses

No contaba con los votos. Tardó en descubrirlo, pero llegado este punto del juicio político, Guillermo Lasso optó por no darle el gusto a la Asamblea Nacional (unicameral) dominada por la izquierda y eligió lo que se llama, «muerte cruzada». Esto es, la disolución del Parlamento y convocatoria de elecciones anticipadas aunque la ley le permite gobernar por decreto seis meses.

El presidente lo explicó porque, «esta es la mejor decisión para darle una salida constitucional a la crisis política y conmoción interna que soporta el Ecuador y devolver al pueblo ecuatoriano el poder de decidir su futuro en las próximas elecciones». Acto seguido, pidió al Consejo Nacional Electoral que convoque elecciones generales de inmediato.

De este modo, todos pierden y los congresistas no sacan tajada con la destitución de un presidente al que le han hecho la vida imposible desde el minuto uno. Justo admitir que Lasso tampoco ha sabido explicar a la población los logros de una gestión empañada por la violencia callejera y bajo la sombra del narcotráfico. Eso, por no mencionar la carestía de la vida.

Rafael Correa, desde su refugio como prófugo en Bélgica, es el único ganador de esta crisis pese a tener una condena de ocho años que no ha cumplido ni piensa cumplir. Los suyos tienen una popularidad enorme y controlan los principales centros de poder. El expresidente que ha estado detrás de todas las maniobras de desestabilización del gobierno de Lasso huyó de Ecuador tras ser condenado por corrupción.

A Guillermo Lasso le acusaba la Asamblea de «peculato», una figura a caballo entre el cohecho y la malversación de fondos. La oposición rescató del pasado un contrato del Estado suscrito en 2018 y 2020 con la naviera estatal Flota Petrolera Ecuatoriana (Flopec). Ironías de la historia, Lasso en esos años no era presidente. Detalle menor para sus acusadores le atribuían toda la responsabilidad del mismo y no haberlo anulado pese a generar pérdidas millonarias.

El propio presidente exponía ayer en su cuenta de Twitter un escenario insólito.

La Asamblea ya había intentado deshacerse en junio de Lasso, un hombre que llegó en 2021 con voluntad de terminar con la corrupción, combatir el narcotráfico (durante su gobierno se incautaron de más de 420 toneladas de droga) y sacar a Ecuador de la profunda crisis en la que se encontraba. El banquero, un liberal con rostro humano, logró superar aquel desafío, pero en esta ocasión las puertas de su absolución estaban cerradas.

Más de un centenar de diputados se habían inscrito para despacharse en un proceso difícil de explicar. La fecha prevista para la votación que pondría punto y final al gobierno de Lasso era de forma tentativa, el sábado. Se necesitaban 92 de los 137 votos de la Cámara para su destitución. La oposición ya los tenía.

Lo que le esperaba al presidente que se adelantó a su ejecución política eran días de escarnio y surrealismo en un Ecuador donde la corrupción y el narcotráfico campan a sus anchas. Pero Lasso le dio la vuelta a la tortilla, les madrugó con el decreto de disolución de la Cámara, y se convirtió en acusado.

Guillermo Lasso acusa

«Los acuso porque jamás, a lo largo de este juicio, intentaron acercarse a la verdad, sino meramente al poder. Los acuso porque este intento de desestabilizar al Gobierno, es un ataque directo a la democracia», escribió en su cuenta de Twitter.

Guillermo Lasso podía elegir su «muerte cruzada» y proclamarla el mismo sábado. Incluso, hacerlo durante la votación antes de que se pronunciará el último diputado. Prefirió no prolongar la agonía y de algún modo, morir matando.

Con él se marchan todos los que ocupan los escaños y pierden sus jugosas remuneraciones. La expulsión de Lasso, finalmente, tampoco les ha salido barata.