Oriente Medio
Siria y Estados Unidos entablan conversaciones secretas mientras Asad es recibido con honores en la Liga Árabe
Washington no concibe quedarse al margen del nuevo baile de alianzas en Oriente Medio y ha abierto un canal directo de comunicación con Damasco
El presidente sirio, Bachar al Asad, se ha erigido ganador de la guerra civil. Los países árabes han cedido y han abrazado de nuevo a su hermano sirio, dándole la bienvenida a la Liga Árabe, organización de la que fue expulsado hace doce años, en represalia por la brutal represión de Asad contra su población, en el marco de la Primavera Árabe.
Borrón y cuenta nueva. Siria vuelve a contar con el apoyo de países que, durante el conflicto, apoyaron a los rebeldes y apostaron por el derrocamiento de Asad, como es el caso de Arabia Saudí. Pero en este nuevo baile de alianzas, Estados Unidos no quiere quedarse al margen. Por ello, oficiales estadounidenses habrían mantenido varios encuentros con representantes del régimen sirio.
Según han publicado L'Orient-Le Jour y The Cradle, citando a diplomáticos árabes, Estados Unidos abrió hace varios meses un canal de comunicación directo con Siria en Omán. Las fuentes afirman que las conversaciones versaron, principalmente, en torno a la liberación de los rehenes estadounidenses en el país árabe, en particular el periodista Austin Tice, desaparecido desde 2012.
«Sabemos con certeza que ha estado retenido por el régimen sirio», afirmó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el pasado mes de agosto. «Hemos pedido repetidamente al gobierno de Siria que colabore con nosotros para que podamos traer a Austin a casa», declaró.
Por su parte, los funcionarios sirios exigieron la retirada completa de las tropas estadounidenses del país. Se calcula que al menos 900 soldados están presentes en el este de Siria, apoyando a las fuerzas kurdas en su lucha contra la organización terrorista Estado Islámico (EI).
Al aparecer, revela L'Orient-Le Jour, aunque Washington parece haberse volcado en la recuperación de los rehenes estadounidenses, las negociaciones con Damasco no se habrían limitado únicamente a este tema. Las conversaciones entre Siria y Estados Unidos también abordaron el ámbito político.
La Casa Blanca defiende que para que exista un acercamiento entre ambos países, las negociaciones deberían centrarse en la presencia iraní en Siria, la liberación de los presos políticos, la aplicación de reformas políticas y constitucionales y la lucha contra el tráfico de Captagon. En la actualidad, Siria es el principal productor mundial de este estupefaciente, conocido como la droga de los yihadistas.
Washington, además, ha criticado duramente a los países que han apostado por reconducir las relaciones con Damasco. La reconciliación de Arabia Saudí con Siria e Irán sentó como un jarro de agua fría en Estados Unidos, que habría intentado mediar para que la monarquía del Golfo normalizara relaciones con Israel.
Una mediación que saltó por los aires cuando Riad anunció su renovada «amistad» con Teherán y, posteriormente, con Damasco. Bachar al Asad es recibido, nuevamente, con la alfombra roja y entre sonrisas y abrazos de los líderes árabes, apuntalando su victoria en Siria y obligando al resto de países, reacios al mandatario sirio, a aceptar la cruda realidad de que Asad ha vuelto al tablero internacional para quedarse.