El brutal entrenamiento de los Navy Seal: palizas, drogas y un recluta muerto
Un informe de la Marina de EE.UU. revela que el exceso de mano dura de instructores y médicos sobre los aspirantes transformaron un adiestramiento de por sí difícil en algo mortal
Convertirse en Navy Seal o, más bien, ingresar en el cuerpo de élite de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos supone estar preparado para lo que sea. El acrónimo SEa, Air and Land (mar, aire y tierra, en inglés) ya nos da buena cuenta de lo que se viene: supersoldados para la guerra no convencional, incursiones antiterroristas y seguridad interna.
Sobre estos superhombres cae la enorme responsabilidad de ser la unidad más exclusiva del mejor ejército del planeta. Los encargados de capturar y/o matar a los Osama Bin Laden y Saddam Hussein que pululan por el mundo. Semejante tarea requiere de un entrenamiento muy específico de siete semanas en las que a los aspirantes se les somete a pruebas extenuantes que se vuelven cada vez más difíciles a medida que avanzan los días.
Superar la primera fase implica soportar cinco jornadas y media de pruebas de obstáculos para cuerpo y mente. No duermen, corren 322 kilómetros, van calados hasta los huesos, reciben golpes, se les mata de hambre... Lo denominan Semana del infierno y, desde el minuto uno, se deja bien claro que para ser Navy Seal hay que estar hecho de otra pasta. «Comer alambre de espinas y tener queroseno en vez de sangre», que diría el suboficial de artillería Highway en El sargento de hierro. Algo que muchos creíamos que estaba un tanto mitificado por el cine y la televisión, pero nada más lejos de la realidad.
Cuando las tasas de graduación de los Seal comenzaron a desplomarse drásticamente, el comandante a cargo en ese momento echó balones fuera y culpó a los jóvenes reclutas alegando aquello de que las nuevas generaciones son demasiado blandas.
Superar el curso de selección se había vuelto enormemente difícil en los últimos años. En parte, como se recogería más tarde en un informe del Ejército, por los métodos «al límite de lo aceptable» que empleaban instructores demasiado entusiastas con el objetivo de «eliminar a los débiles». Situaciones en las que el personal médico no intervenía cuando era necesario, unido a que los futuros Seal se metían de todo en el cuerpo para ocultar cualquier problema de salud. La intención era clara: evitar que los eliminasen del adiestramiento.
La investigación interna de la Marina comenzó después de que The New York Times destapase lo que ocurría en los entrenamientos en la base naval de Coronado, cerca de San Diego. Horas de inmersión en aguas gélidas, palizas, prohibición de acudir a los médicos... hasta que abandonaban oficialmente el curso.
La gota que colmó el vaso llegó en febrero de 2022 con la muerte de Kyle Mullen, un marine de 24 años que sufrió un paro cardíaco horas después de completar la Semana del infierno.
Oriundo de Nueva Jersey, Mullen mostró desde niño unas excelentes aptitudes para el deporte. Llegó a la Universidad de Yale con una beca de fútbol y allí, sin mucho esfuerzo, se convirtió en el capitán del equipo.
Después de terminar la universidad, Kyle Mullen aparcó su ambición de hacer carrera en Wall Street y se alistó en la Marina. «Se dio cuenta de que no quería un trabajo de oficina: era como un niño pequeño queriendo ser Superman», según explicaría más tarde Regina, la madre de Mullen. Sin saberlo, su sueño terminaría siendo el principio del final de su vida.
La Marina pronto encontró evidencias de que Mullen se pinchaba esteroides para mejorar su rendimiento, pero no era el único. Tras una redada, unos 40 candidatos a Seal dan positivo en estupefacientes.
El caso da un giro inesperado. Mullen pasa de ser un héroe nacional a un tramposo y se comienza a plantear la posibilidad que de su muerte pudo ser autoinducida. Finalmente, la teoría se descarta: el forense concluye que Mullen no murió por consumir drogas, sino por una neumonía aguda que se complicó por un agrandamiento del corazón. Entonces, ¿se podría haber evitado su muerte? Probablemente, Mullen seguiría vivo si hubiera recibido la evaluación y atención médica adecuada.
En los últimos meses, varios instructores han sido reemplazados. Ocho de ellos, incluido el director del departamento médico, han sido reasignados por no haber «cumplido con sus funciones». Otros están siendo investigados por las autoridades judiciales internas de la Armada, que podrían sancionarlos.
Operaciones espectaculares
Los Seal construyeron su leyenda en junio de 1944 con el desembarco de Normandía y durante la guerra de Corea. Pero no fue hasta la presidencia de John Fitzgerald Kennedy cuando la marina propuso el nacimiento de un equipo de fuerzas especiales que no se preocupara solo del mar.
Los ejércitos de todo el mundo consideran que el entrenamiento Seal es un estándar de oro para las fuerzas especiales.