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Aquilino Cayuela

El doble juego de Sánchez con la presidencia de la UE

Algunos apuntan que, a pesar del éxito electoral del Partido Popular, la presidencia europea de España puede ponerle en apuros por su necesidad de pactar con Vox

Foto de familia de los líderes de los Estados miembro de la Unión Europea (Archivo)AFP

¿La fecha de las elecciones generales afectará a la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que comenzará el próximo 1 de julio o viceversa? Parece que muy poco.

Pedro Sánchez sí esperaba sacar réditos electorales, a nivel nacional, antes de las elecciones generales previstas en diciembre, pero el adelanto al 23 de julio deja claro su difícil situación en la política española.

Sánchez llevará apenas un mes de presidencia al enfrentarse a las elecciones y seguirá las prioridades ya fijadas («autonomía estratégica abierta», «pacto migratorio», «pacto energético», o «reforma de las reglas fiscales», entre otros asuntos) tal como da cuenta el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Apuntan algunos medios que, a pesar del éxito electoral del Partido Popular y de Núñez Feijóo, esta presidencia europea de España le puede poner en apuros por su necesidad de pactar con VOX, para su imagen en Europa.

Pero esto no es así. Tengamos en cuenta que el Presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, es miembro de la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) y no puede tener mayor afinidad con el partido de Santiago Abascal, menos aun Giorgia Meloni cuya propuesta no puede encontrar mejor sintonía con un partido conservador como VOX.

En amplios sectores de la política europea no existe esa demonización propagandística tan localizada en España

Menos aún, puede afectar esto a Feijóo con los antecedentes del gobierno de Sánchez que ha pactado con partidos de extrema izquierda y los nacionalistas. Algo que ahora le está pasando una justa factura a ojos de muchos sectores europeos.

Europa va a respetar los resultados electorales españoles y los acuerdos que de ellos se deriven, sin duda menos arriesgados que los de Sánchez.

Justamente esta presidencia europea lo que sí causará a Sánchez es un límite a sus posibilidades en la campaña electoral para el próximo 23 de julio, porque las elecciones llegan a finales del mismo mes.

En el caso esperado de un cambio de Gobierno y que este se produzca de forma rápida, teniendo en cuanta que agosto no es un mes hábil, el nuevo Ejecutivo tendría algo de tiempo para prepararse. En el peor de los casos, si hubiese que repetir elecciones u otra demora, la Unión Europea lo tiene todo ya previsto y sería la Comisión de Bruselas quien lleva la batuta. La presidencia funcionaría prácticamente como si nada.

La presidencia rotativa para este semestre europeo no tiene gran carga política. Se trata de un trabajo de Bruselas llevado por la representación permanente de España en la Unión Europea, donde los equipos de técnicos no se modificarán aun cuando cambie el Gobierno.

Solo habría modificaciones en lo que atañe a los nuevos nombramientos (ministros) tras las elecciones, pero no alteraría lo fundamental. La posición de España es más o menos clara y no cambiará demasiado, como, por ejemplo: en la reforma de las reglas fiscales o en la reforma del pacto migratorio, en el que ambos partidos quieren evitar que todo el peso de la gestión de la inmigración recaiga sobre los países de primera línea.

La demostración de que el espacio político europeo no responde a coordenadas nacionales es la incipiente alianza entre Sánchez y Meloni, cuyo ideario no dista apenas del de VOX, a la hora de hacer un frente común en cuestión migratoria.

A nivel técnico, reitero, que es el más importante, la presidencia es un trabajo relativamente preestablecido. Se trata de hacer funcionar bien la maquinaria del Consejo de la Unión Europea, de ejercer de árbitro, de conocer las posiciones de cada Estado miembro para intentar ofrecer soluciones y consensos. Unos ministros u otros no tienen un papel central en esta maquinaria. Incluso, el escenario de elecciones anticipadas podría permitir que los técnicos trabajen con menor presión.

El ejecutivo actual había previsto las reuniones informales de ministros de la Unión Europea repartidas por toda la geografía española, algo muy poco común en las presidencias del Consejo de la Unión Europea, para usarlas como una propaganda electoral que reforzase el perfil internacional de Sánchez. Este es el único punto que va a quedar descartado.

En caso de un cambio de Gobierno, el siguiente ejecutivo heredaría un calendario de reuniones informales de ministros ya diseñadas

La fecha también afecta a la gran cita de la presidencia, que es la cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea que estaba prevista para principios de octubre en Granada.

En julio, la Comisión Europea al completo visitará Madrid y unos días después Sánchez tiene previsto dar el discurso inaugural de esta presidencia española en Estrasburgo.

Luego está la cumbre de líderes de la OTAN, en Vilna, y la semana siguiente en Bruselas está prevista la cumbre con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que ha impulsado la presidencia española.

Pero, con todo, la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea es mucho más técnica que política, y en ese sentido la convocatoria de elecciones anticipadas no afecta. Ya en 2020, durante la presidencia croata, se celebraron elecciones legislativas y en 2022, se celebraron elecciones presidenciales en Francia, con la victoria para Emmanuel Macron. Nada nuevo bajo el sol.