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Zoé Valdés

Cuba invadida otra vez por los rusos y ahora también por los chinos

En la isla, los hilos se han ido moviendo secretamente con la presencia de China como manejadora excepcional

El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov junto a Miguel Díaz-Canel en La HabanaAFP

Cuba fue invadida durante treinta años por los soviéticos, a tal punto que hasta un lujoso reparto habanero fue convertido en búnker bolchevique y renombrado La Siberia, con costumbres, habitantes, y olores y pestilencias, mientras Castro le vendía al mundo, su producto de marketing: el de una revolución amenazada por los yanquis; convoyada con una invasión norteamericana que, como en el célebre poema de Constantino Cavafis, nunca llegó.

No, «los bárbaros» gringos jamás llegaron, pero los soviéticos sí, mucho más bárbaros, y en lugar de haber sido una solución, como en los versos del poeta griego, fueron una auténtica catástrofe para la isla. El mundo decidió aferrarse al producto de marketing que les vendió Castro, y se hizo el sordo y el ciego frente a la verdadera invasión de técnicos y militares 'bolos' que es como llamaron a riesgo y en tono despectivo los cubanos a los 'hermanos' soviets.

Tras el derribo del Muro de Berlín, y la visita de Mijaíl Gorbachov a Cuba, la evidente tirantez de Fidel Castro frente al líder de la glasnost y la perestroika, las relaciones se deterioraron, pero nunca se enfriaron del todo. A la llegada al poder de Vladimir Putin, íntimo de Raúl Castro y tutor de su hijo, Alejandro Castro Espín, que es quien hoy manda realmente en Cuba, los nostálgicos soviéticos de antaño, hoy rusos recuperados, regresaron de manera semi oculta, o enmascararon su retorno bajo justificados viajes turísticos, acompañados de sus nietos.

En noviembre del 2017, el periodista independiente Luis Cino, escribía desde Cuba en un artículo titulado ¿Nostalgia por la avalancha soviética?, para Martí Noticias, lo siguiente:

«Se les desbordaba la añoranza por los soviéticos a Raúl Castro, Ramón Machado Ventura y los generales de las FAR que asistieron el pasado 7 de noviembre al homenaje por el centenario de la revolución bolchevique.

A pesar de la alianza estratégica, los mandamases saben que no es lo mismo Rusia que la Unión Soviética. Si en octubre de 1962, bajo la enseña roja con la hoz y el martillo, Jrushchov se dejó impresionar por Kennedy y se llevó de Cuba los cohetes atómicos, a pesar de la rabieta del Comandante, ¿de qué no serían capaces hoy, aun con el duro Putin al frente, cuando sobre los misiles intercontinentales y los submarinos nucleares ondea la bandera de los zares?

«¡Nikita, mariquita, lo que se da no se quita!»

El general-presidente y sus generales nostálgicos han perdonado las desavenencias y decepciones, como aquella del retiro de los misiles que los hizo gritar, henchidos de despecho, «¡Nikita, mariquita, lo que se da no se quita!». Prefieren recordar los tiempos felices, que se iniciaron el 13 de febrero de 1960, cuando llegó a La Habana el canciller Anastas Mikoyán para firmar un tratado comercial que garantizó las armas, el petróleo de Bakú y la compra subsidiada del azúcar que Cuba producía.

El millonario subsidio del Kremlin ligó tan umbilicalmente al régimen castrista a la Unión Soviética que en la Constitución de 1976 se le juró fidelidad eterna, un voto que se mantuvo hasta 1992, cuando hacía meses de su desintegración.

La nostalgia soviética de los mandarines me hace recordar la avalancha rusa que tuvimos que soportar los cubanos durante casi 30 años… Las añoranzas soviéticas de los ancianos que nos desgobiernan no son compartidas por el resto de los cubanos. Para nada extrañamos a los tovarich...»

Sin embargo, los ancianos que lideran el país, más su estirpe, renovadora del horror, o sea hijos y nietos, restauraron la nostalgia, que nada tenía que ver con la del cineasta Andreï Tarkovski en su filme del mismo nombre. Las carencias, después de esquilmar a Venezuela volvieron a sentirse hondo, y Vladimir Putin y Xi Jinping fueron reclamados por la clase dirigente castrista con el fin de socorrer la isla.

Los chinos empezaron la compra de litorales y bosques

De nuevo se inició la reventa y compra de la isla. Los rusos se reinstalaron en Tarará, otro antiguo barrio de lujo en la zona del Este, que ya había servido para curar a los enfermos radiactivos de Chernóbil, con maravillosas playas y mansiones que pertenecieron a los cubanos que desarrollaron y enriquecieron ese país antes del desastre de 1959… Los chinos empezaron la compra de litorales y bosques; en un momento determinado se habló hasta de otorgarle doble nacionalidad 'narra' (china) a dos millones de cubanos, supuestamente como experimento social.

El 11 y 12 de julio del 2021, el pueblo cubano se lanzó a las calles exigiendo libertad, y restitución del orden y la ley. El primer mandatario internacional que manifestó su apoyo al régimen en contra de ese pueblo hambriento de derechos, fue Vladimir Putin, quien declaró frente a una petición firmada por 400 mil cubanos que pedían intervención norteamericana humanitaria que, si Estados Unidos intervenía, Rusia lo haría. Enseguida salió el senador demócrata cubanoamericano Bob Menéndez a quitarle la esperanza a los cubanos, y negó rotundamente la posibilidad de una intervención de EE.UU. en Cuba, quizás escudado por el pacto de no agresión que data de la época de los misiles soviéticos en la isla, hecho que fue considerado la mayor crisis mundial de la época.

Los hilos se han ido moviendo secretamente con la presencia de China

China también pronunció lo suyo, aunque más discretamente. Tras la invasión de Putin a Ucrania, que desató esta sangrienta guerra que hoy vivimos en Europa, el ministro de Exteriores ruso Serguei Lavrov, agradeció a Cuba su inmediata solidaridad a favor de Putin y de Rusia, lo que sabíamos que se traduciría en negocios beneficiosos para la tiranía, y en lo que sería peor, probable presencia rusa y venezolana en la isla, en caso de que Estados Unidos interviniera en la guerra a favor de Ucrania. Lo que sucedió, no así la presencia militar rusa y venezolana, al menos no de forma evidente.

Yo no descartaría, que el pago agradecido de Cuba a los negociazos con Rusia y China, se tradujeran en envío de soldados cubanos a esa guerra

Desde entonces los hilos se han ido moviendo secretamente con la presencia de China como manejadora excepcional; yo no descartaría, que el pago agradecido de Cuba a los negociazos con Rusia y China, se tradujeran en envío de soldados cubanos a esa guerra, que, aunque de manera simbólica, con 50 mil ya quedarían más que bien, creo que fueron más de 36 mil los que envió Castro a la guerra de Angola.

Y, con la presunta aceptación de la Estación de Espionaje de China en la isla, tal como ha anunciado The Wall Street Journal, tras el pago de mil millones por parte de los chinos, aunque los castristas niegan la suma, y vuelven a sacar el chicle tan viejo y estirado de las sanciones del Gobierno norteamericano, que nunca estuvieron más suavizadas como en la actualidad con Joe Biden en lo que no es más que una extensión de la época de Barack Obama, y su fracasado deshielo.