De la «traición» al arrepentimiento: el día que el grupo Wagner hizo temblar los cimientos del Kremlin
La guerra de Ucrania –a punto de cumplir 500 días– vivía en las últimas horas un capítulo totalmente inédito que podría haber marcado un antes y un después en el conflicto tras el intento de rebelión perpetrado por el grupo Wagner.
Tras varios meses en los que las relaciones entre el grupo paramilitar y el Kremlin dejaban mucho que desear, la guerra daba un giro totalmente inesperado tras el intento de rebelión de Evgueni Prigozhin –líder del grupo– tras acusar al Kremlin de bombardear sus campamentos en la retaguardia. Un acto que fue la gota que colmó el vaso para dinamitar las ya complicadas relaciones que existían.
487 días de guerra en Ucrania
Yevgeny Prigozhin, de vender perritos calientes a poner en jaque el poder de Putin
Rápidamente, el grupo de mercenarios cruzaba la frontera rusa para entrar en la ciudad de Rostov. Momentos más tarde, el propio Prigozhin proclamaba el total control de las principales instalaciones militares de la ciudad...
Y todo parecía que Rostov sería la antesala del gran objetivo: Moscú. Un jaque a los cimientos del Kremlin que obligó a Vladimir Putin a mover ficha y pedir la colaboración de los pocos aliados que aún le quedan al presidente ruso, quien lejos de mostrar autocrítica, calificó de «traición» la sublevación del líder del grupo Wagner.
«Evitar el derramamiento de sangre»
Sin embargo, a tan sólo 200 kilómetros de la capital rusa, volvía a haber un cambio de rumbo. Esta vez era el propio Prigozhin quien ordenaba a sus hombres detener el avance y regresar a sus bases militares, para así «evitar el derramamiento de sangre». Un mensaje que concuerda con el anuncio bielorruso del acuerdo alcanzado entre Alexander Lukashenko y Prigozhin.
A la espera de conocer más detalles sobre las negociaciones, una de las condiciones aceptadas será la marcha del líder del grupo paramilitar a Bielorrusia, así como la garantía del Kremlin de que no será juzgado.
Leve apoyo a Vladimir Putin
En las últimas horas, varios aliados del líder ruso han querido darle sus mejores ánimos. El presidente nicaraguense, Daniel Ortega, envió un mensaje de solidaridad a su homólogo ruso, llegando a afirmar que su Gobierno está «siempre pendiente»: «Hermano presidente, compañero y camarada Vladimir Putin: Desde esta Nicaragua valiente y luchadora, saludamos al gran pueblo ruso, a usted, a su Gobierno, y a las familias de toda Rusia, en estos momentos de grandes desafíos a la gloria del carácter, la identidad, la sabiduría y las fortalezas de Rusia», escribió Ortega a Putin en una carta divulgada por Managua.
También el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha mostrado todo su apoyo a Vladimir Putin. «Quiero enviar todo nuestro abrazo de solidaridad y apoyo al presidente de la Federación Rusa, al compañero Vladímir Putin, que ha sabido enfrentar un intento de traición, un intento de guerra civil, y está a esta hora, a esta altura, victorioso, con Rusia en paz», dijo Maduro en un acto con militares.
Por su parte, el líder checheno Razman Kadyrov también se ha querido posicionar a favor de Vladimir Putin. «En aras de las ambiciones personales, las ganancias y la arrogancia, a las personas les puede importar un bledo el afecto y el amor por la Patria. Hablé con Prigozhin, lo insté a dejar las ambiciones comerciales y no mezclarlas con asuntos de importancia nacional», escribió Kadyrov en su canal de Telegram.
Pescar en río revuelto
La gran beneficiada de esta escalada de enfrentamientos ha sido Ucrania, que en las últimas horas aprovechaba la incertidumbre generada para contragolpear en el este del país. Tal como afirmaba la viceministra de defensa ucraniana, Hanna Maliar, se habrían producido avances en varios puntos como resultado de esta ofensiva.
Declaraciones que, horas más tarde, desmentía el Kremlin alegando que la 'operación militar especial' en Ucrania continuaba y que los últimos ataques habían sido rechazados con éxito. «Militares del Ejercito ruso repelieron ataques perpetrados por las tropas ucranianas en las líneas de operaciones de Donetsk y Zaporiyia», informaba hace escasas horas a la agencia de noticias rusa Sputnik el portavoz de la agrupación de las tropas rusas Vostok (Este), Oleg Chéjov.
Occidente, a la espera
Mientras tanto, en las últimas horas los cancilleres del G7 participaron en un encuentro telefónico donde debatieron «asuntos apremiantes que enfrenta la comunidad internacional, incluida la situación en Rusia», según dijo el jefe de la diplomacia japonesa, Yoshimasa Hayashi, en un comunicado publicado hoy.
Lo que parece claro es que lo ocurrido en las últimas 24 horas en suelo ruso ha cambiado el pensamiento de Occidente, que sigue muy atento a lo que pueda ocurrir. De hecho, varios políticos y diplomáticos han hecho cambios de agenda de última hora tras lo ocurrido en Rusia. La última en hacerlo ha sido la ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baerbock, quien ha pospuesto un día su viaje a Sudáfrica para debatir con sus homólogos de la eurozona sobre la tensión entre el gobierno ruso y el grupo paramilitar.
¿Y ahora qué?
Tras una jornada en la que Rusia se ha visto amenazado por primera vez desde que comenzó el conflicto, sobre el papel las relaciones entre el grupo paramilitar y Rusia deberían volver poco a poco a la normalidad. Lo que parece claro es que este nuevo episodio en la guerra de Ucrania ha vuelto a evidenciar la fragilidad del Kremlin.