¿Una revolución en Rusia?
En el discurso de Putin en respuesta a la rebelión de los mercenarios de Wagner hizo alusión al golpe que recibió Rusia en 1917 durante la Primera Guerra Mundial
Llegan noticias de un conato de rebelión militar en Rusia, el Servicio Federal de Seguridad (FSB) del país ha iniciado una causa penal contra Prigozhin, líder de los Wagner, por intento de motín. Algo que amenaza con un conflicto interior en territorio ruso.
Entre el 23 y 24 de junio, se ha reforzado la seguridad en la capital y en toda la región de Moscú. La situación está siendo vigilada por las fuerzas del orden y el FSB, están llevando a cabo amplias medidas antiterroristas.
Según el gobernador regional, los mercenarios insurgentes de las tropas de Wagner avanzaron el sábado hasta la región rusa de Lipetsk, a unos 400 kilómetros al sur de Moscú.
Los mercenarios de Wagner «se están moviendo en el territorio de la región de Lipetsk», dijo el gobernador regional Igor Artamonov. El comunicado mostraba el avance de las tropas de Wagner hacia la capital rusa, Moscú. Pero Prigozhin han dado un paso atrás ante la mediación del presidente bielorruso Lukashenko.
Moscú sin embargo, se preparaba para lo peor. Se instalaron controles adicionales en las carreteras en dirección sur y según el gobernador de Moscú, Andréi Vorobiov, y el alcalde de la capital rusa, Serguéi Sobianin, se cancelaron todas las reuniones masivas programadas allí.
En medio de este impase negociador vale la pena analizar las palabras de Vladimir Putin cuando se dirigió a los rusos, por televisión el sábado por la mañana: «Rusia está librando hoy una ardua batalla por su futuro, está repeliendo una agresión de los neonazis y sus amos. Prácticamente, toda la maquinaria militar, económica e informativa de Occidente está dirigida contra nosotros. Luchamos por la vida y la seguridad de nuestro pueblo, por nuestra soberanía e independencia. Por el derecho a ser y seguir siendo Rusia, un Estado con una historia milenaria».
«Esta batalla, en la que se está decidiendo el destino de nuestro pueblo, requiere la unión de todas las fuerzas (…) Todo lo que nos debilita, todas las divisiones que nuestros enemigos exteriores pueden utilizar y utilizan para socavarnos desde dentro, debe ser desechado (…) Es una puñalada en la espalda a nuestro país y a nuestro pueblo».
Estas párrafos muestran la reacción de Putin en su discurso. Él mismo hace alusión también al golpe que recibió Rusia en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, cuyo resultado fue la guerra civil algo que afirma que no permitirá que vuelva a ocurrir.
Putin finalizó diciendo: «Como presidente de Rusia y comandante en jefe, como ciudadano de Rusia, haré todo lo posible para defender el país, para proteger el orden constitucional, la vida, la seguridad y la libertad de los ciudadanos».
Es interesante el paralelismo que ha planteado el propio Putin.
El mes de febrero de 1917 se conjugaron todas las condiciones para una revuelta popular: sucesivas derrotas en la Gran Guerra, invierno duro, escasez de alimentos, hastío de las gentes afectadas por la guerra. La revolución se inició como una huelga espontánea de los trabajadores de las fábricas de San Petersburgo a principios de mes.
En febrero, las mujeres de la capital se manifestaron para exigir pan y recibieron el apoyo de los obreros quienes prolongaron la huelga. En los días siguientes la tensión fue en aumento y las consignas: «¡Abajo la guerra!», «¡Abajo la autocracia!». Así se encendía la mecha que llevó al zar Nicolás II a Abdicar el 2 de marzo. Lo que llevo a un gobierno provisional lleno de esperanza y la creación de los «sóviets» (o consejos populares). Pero a pesar de la voluntad popular de poner fin a la guerra, la participación en la Primera Guerra Mundial continuó.
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El 9 de abril de 1917, un tren salía de la estación de Zúrich en dirección a la frontera alemana, a bordo de uno de sus vagones viajaban Vladimir Ilyich Ulyanov, Lenin, y otros 31 revolucionarios. Su destino final era San Petersburgo. Los exiliados cruzaron Ulm, Stuttgart, Karlsruhe, Frankfurt... Hasta llegar a Berlín donde el tren se detuvo durante horas. Solo ocho días y 3.200 Km. separaban a Lenin de su entrada en la revolución rusa con un papel decisivo. Nada más bajar del vagón llamó a la revolución mundial: «Esta guerra entre piratas imperialistas es el comienzo de una guerra civil en toda Europa».
El káiser Guillermo II y sus asesores pensaron que era una buena idea facilitar a Lenin ese largo viaje a través de Europa, en un tren sellado, para acabar con el frente oriental y acelerar su triunfo de Alemania en la I Guerra Mundial. Fue, sin embargo, una muy mala idea, un error fatal. La llegada de Lenin a San Petersburgo sería un punto de inflexión en la historia del siglo XX.
Por eso facilitar el regreso de Lenin era decisivo para que los bolcheviques tomaran el poder en Rusia, algo que ocurrió en octubre.
Pero lo que ocurrió a partir de ahí se fue de las manos, para todos los pronósticos, la revolución y la guerra civil rusa complicó muchos las cosas y de una manera más duradera. Un conflicto interno en Rusia es impredecible, en cuanto a las consecuencias que puede acarrear, pero, sin duda, eleva la tensión en un conflicto demasiado candente.