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El ministro de Defensa ruso, Sergei ShoiguAFP

489 días de guerra en Ucrania

Así es Serguéi Shoigú, el ministro de Defensa ruso que hizo frente al líder del Grupo Wagner

Asesor de Putin, su figura se ha visto mermada por los continuos fracasos en la guerra de Ucrania

Serguéi Shoigú y Yevgueni Prigozhin, líder del Grupo Wagner, son los dos enemigos íntimos que han protagonizado una lucha por el favor de un mismo hombre, Vladimir Putin. El primer asalto, por ahora, parece haberlo ganado Shoigú. Prigozhin, despechado, ha optado por sublevarse y enviar a sus mercenarios hasta las puertas de Moscú. El ministro de Defensa ruso, por el contario, ha visitado a las tropas rusas en el frente ucraniano, mostrando su incuestionable lealtad a Putin.

El pulso entre el ministro de Defensa ruso y el conocido como el «chef de Putin» ha acabado con el primero en Ucrania y el segundo exiliado en Bielorrusia. Shoigú, respaldado, hasta día de hoy, por el presidente ruso, y Prigozhin, en teoría, fuera de combate. El líder de Wagner pidió la cabeza del ministro de Defensa ruso, Putin se negó a entregarla y el pulso de Prigozhin se tradujo en una columna de mercenarios a 200 kilómetros de la capital rusa.

La guerra entre Prigozhin y Shoigú viene de lejos. Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, un amplio sector del Kremlin –encabezado por el ministro de Defensa– ha desconfiado del poder que Wagner estaba acumulando en el frente. Ante esta situación, el Ministerio dio un ultimátum al grupo paramilitar, o se disolvían o se integraban en las filas del Ejército regular.

Ninguna de las dos opciones parecieron agradar al «chef de Putin», que mantenía un enfrentamiento directo con Shoigú, al que había insultado en numerosas ocasiones y acusado de boicotear e incluso atacar a los mercenarios que combatían en el frente de Ucrania. El presidente ruso ha hecho caso omiso a Prigozhin y se ha posicionado al lado de su ministro, que lidera la cartera de Defensa desde 2012, a pesar de carecer de experiencia militar.

Putin y Shoigú han tomado el sol juntos en Siberia, mostrando su torso desnudo al mundo entero, compartido vacaciones de pesca y jugado en el mismo equipo de hockey sobre hielo. Se llegó a rumorear que el ministro sería el heredero de Putin, el próximo «zar» de Rusia. Durante mucho tiempo, Shoigú, ha sido visto no solo como un aliado político de Putin, sino como uno de los pocos amigos del jefe del Kremlin dentro de la élite rusa.

Una estrecha relación incompatible con el auge de Prigozhin. El pasado 12 de junio, se difundió un vídeo que provocó rumores sobre una mala relación. La grabación muestra al presidente ruso dando la espalda al ministro de Defensa ruso, con aparente desdén, durante un acto de entrega de medallas en un hospital militar. Pero los últimos acontecimientos muestran que Shoigú aún cuenta con el respaldo de Putin.

Natural de la región de Tuva en el sur de Siberia, a Shoigú se le atribuye la invasión de Crimea de 2014, la campaña militar rusa en Siria y, sobre todo, la modernización del Ejército del Kremlin. La carrera política del ministro de Defensa es anterior a la del propio Putin. Su nombre empezó a sonar con fuerza en 1994 cuando fue nombrado ministro de Situaciones de Emergencia en los primeros años de la presidencia de Boris Yeltsin.

Shoigú acumula tantas medallas como el cariño de los rusos. El propio Putin, le regaló por su 65 cumpleaños, una de las más altas condecoraciones de Rusia, el galardón «Por Mérito a la Patria». El ministro de Defensa ruso, durante todos estos años, se ha ido ganando la confianza del presidente hasta tal punto que se ha convertido en un fiel consejero de Putin.

«Shoigú no sólo está a cargo del Ejército, sino también, en parte, de la ideología, y en Rusia la ideología tiene que ver sobre todo con la historia, y él controla la narrativa», ha afirmado en la BBC el experto en seguridad y escritor ruso Andrei Soldatov. Una meteórica carrera profesional para un licenciado en Ingeniería Civil, que se ha visto torpeada por los continuos fracasos en la guerra de Ucrania.

Desde la invasión rusa de Ucrania, las imágenes de Putin y Shoigú juntos de viaje han desaparecido, las sonrisas cómplices entre ambos también. Los encuentros se han reducido a reuniones a través de una pantalla o breves encuentros en el Kremlin para discutir sobre el devenir de la bautizada como «operación militar especial» en el país vecino.

A pesar de que esta relación, antaño inquebrantable, parece estar pasando por su momento más bajo, ni el supuesto intento de golpe de Estado alentado por Prigozhin ha conseguido acabar con Shoigú. «Un sirviente del zar, un padre para los soldados», así le describía el diario The Moscow Times, ya en 2015. Ahora solo queda saber, hasta cuándo el zar Putin está dispuesto a sacar la cara por su discípulo. Por ahora, le ha costado una rebelión en toda regla.