El indomable Volodímir Zelenski
El presidente ucraniano se ha convertido para algunos en «el Winston Churchill de nuestro tiempo»
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha superado todas las expectativas puestas en él. Un actor, un cómico, que no inspiraba gran confianza y que ha terminado siendo el líder de un país ocupado por una gran potencia. Para algunos se convirtió en «el Winston Churchill de nuestro tiempo», como dijo el expresidente estadounidense George W. Bush.
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Cuando el 24 de febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania se dijo que Zelenski se doblegaría, huiría, se rendiría o moriría. Sin embargo, permaneció en Kiev y dirigió Ucrania con determinación. Su popularidad se disparó. Pero cuando finalmente termine la guerra, Zelenski se enfrentará a grandes retos. El liderazgo en tiempos de guerra requiere aptitudes y capacidades muy diferentes a las del liderazgo en tiempos de paz.
El auge de la identidad nacional en Ucrania, una identidad que sitúa el deber cívico y el apego al país por encima de todo, es uno de los grandes logros de la independencia ucraniana. Esta identidad ha sido elevada y alimentada por Zelenski y consolidada por su liderazgo en la guerra actual. Sin embargo, ha sido constantemente cuestionada por otras visiones de lo que significa ser ucraniano.
Hay muchos ejemplos históricos de países traumatizados por guerras brutales que recurren a definiciones más exclusivas de la nación en un esfuerzo por bloquear la influencia extranjera. Así ocurrió con algunos de los vecinos occidentales de Ucrania tras la Segunda Guerra Mundial o tras la caída del comunismo. Tales movimientos pueden conducir a la división, la opresión y el conflicto interno, debilitando el país y abriendo oportunidades para la explotación.
En el caso de Ucrania, el riesgo es ahora tan pequeño como la deuda que agranda con Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, pero un movimiento nacionalista antiliberal podría obtener un apoyo renovado e impulsar visiones de la identidad ucraniana según las cuales la verdadera seguridad y prosperidad nacionales sólo pueden alcanzarse mediante algún tipo de purificación étnica.
La guerra parece haber reforzado el compromiso de los ucranianos con el liberalismo y con ideas integradoras de la nación
El contexto actual no permite esas formas exclusivistas de nacionalismo, más bien, la guerra parece haber reforzado el compromiso de los ucranianos con el liberalismo y con ideas integradoras de la nación. Esto ha sucedido incluso cuando se ha producido un fuerte cambio popular hacia el habla ucraniana. Tengamos en cuenta que mucha gente en Ucrania habla ucraniano y ruso. De hecho, los ciudadanos bilingües se distancian cada vez más de otros aspectos «rusos» de su identidad. Un cambio especialmente pronunciado entre los ucranianos rusófonos del sureste, que ven este cambio hacia la práctica de la lengua ucraniana como un elemento de su deber cívico para con el Estado.
El final de la guerra, cuando quiera que llegue, puede ofrecer a Zelenski y al resto del país precisamente ese momento. El presidente tendrá que encontrar la manera de traducir la voluntad de luchar de la población en una convicción igualmente fuerte de que el viejo enfoque de dirigir el país ya no es posible. Y luego deberá cumplir sus promesas.
Poco antes de ser elegido en 2019, Zelenski afirmó que un presidente solo debería tener un mandato de cinco años. Se puede argumentar sólidamente que romper esta promesa en particular no perjudicaría a la democracia ucraniana, e incluso podría aportar estabilidad en tiempos de guerra. Cierto que cuando dijo esto era un contexto muy diferente. Las guerras suponen siempre un marco moral y político alterado e impredecible. Pero si Zelenski gana la reelección, la trayectoria futura de la democracia ucraniana puede llegar a depender de si respetará el límite de sus mandatos del país. Por el momento no hay indicios de que se plantee violarlo.
Para algunos el presidente Ucraniano no es más un títere de Washington, para otros un héroe de nuestro tiempo
Algunos analistas occidentales, muy demoliberales ya especulan si es posible que la propia popularidad de Zelenski suponga una amenaza para la democracia ucraniana. Lo cierto es que por ahora no hay nadie en Ucrania que tenga algo parecido a su estatura y apoyo público como líder político.
Para algunos el presidente Ucraniano no es más un títere de Washington, para otros un héroe de nuestro tiempo, pero, al igual que no es justo menospreciar a Putin, es menos justo aun no reconocer a Zelenski que ha mostrado valor, ha sido incansable representando a su país ante todos los foros internacionales e indomable a la hora de ponerse al frente de sus compatriotas ante una invasión y un conflicto difícil.
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Estas previsiones políticas son ciertamente ociosas. Aun queda mucho sufrimiento por pasar al pueblo ucraniano para que se dé un escenario con esta hipótesis: una Ucrania independiente y libre que pueda reconstruir un estado democrático e integrado en la órbita de la UE.
Lamentablemente queda aún un largo camino para la paz.