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Vista general de uno de los encuentros de la Cumbre de los Pueblos 2023

Vista general de uno de los encuentros de la Cumbre de los Pueblos 2023EFE

Encuentro bilateral UE-CELAC

La izquierda de ambos lados del Atlántico confabula en pleno corazón de Europa

Esta semana ha tenido lugar la Cumbre de los Pueblos 2023 en el Parlamento Europeo en apoyo expreso a la alianza ALBA y al Foro de Sao Paulo

Los dos besos de Pedro Sánchez a la responsable del sistema de torturas en Venezuela, Delcy Rodríguez, no auguraba nada bueno desde el mismo momento de la inauguración de la Cumbre UE-CELAC que ha tenido lugar después de ocho años.

La izquierda hispanoamericana y europea en todas sus formas -socialista, radical, terrorista, indigenista, anticapitalista, antieuropea, comunista- ha utilizado las instituciones europeas para llevar a cabo un aquelarre político nunca visto en esta región. De un lado, gobiernos como el colombiano de Gustavo Petro o el cubano Miguel Díaz-Canel; de otro, comunistas como Enrique Santiago, secretario general del PCE, exasesor de las FARC y ex secretario de Estado para la Agenda 2030 del Gobierno de Pedro Sánchez.

Entre el lunes 17 y el martes 18 han tenido lugar decenas de conferencias, charlas, debates y ruedas de prensa cuya base política es «la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), fundada por Fidel Castro y Hugo Chávez» e identificada «con el llamamiento del Foro de Sao Paulo».

Una cumbre en la que se han vetado propuestas de la parte europea y cuya parte contraria no ejerce el mismo poder de veto no puede tildarse de exitosa. Más bien lo contrario. Las imágenes de dirigentes cubanos, venezolanos, nicaragüenses, bolivianos, brasileños, colombianos, etc. paseándose por la supuesta sede de la soberanía europea aprovechándose de la inmunidad diplomática que poseen y, al mismo tiempo, trabajando abiertamente para derrocar los sistemas actuales que avalan el encuentro en sí han molestado mucho en los partidos Renew Europe, EPP y ERC. Eurodiputados de estos tres grupos se muestran incrédulos ante la incoherencia de sostener un mensaje contra las dictaduras, pero permitir al mismo tiempo que estas se coordinen libremente en la Unión Europea.

Los mantras de la izquierda bolivariana

El presidente de Colombia, el hispanófobo Gustavo Petro, atribuyó al capitalismo la crisis climática que vive el mundo y aseguró que hay que construir una alternativa para seguir vivos, ya que, remarcó «estamos ante una discusión ante la vida y el capital». No perdió la oportunidad para tacar la propiedad y el capital privado, causantes «de la situación actual climática». También se mostró preocupado por la «derechización» de Europa por el peligro del avance de «la extrema derecha y el fascismo». Ni una sola mención a las víctimas de grupos terroristas marxistas o a la violación constante de los Derechos Humanos de los disidentes políticos o cristianos en países como Cuba o Nicaragua. No estaba en la agenda.

La parte boliviana, representada por el presidente Luis Arce, culpó a los sistemas capitalistas de la extracción de sus recursos naturales pero, al mismo tiempo, agradeció al régimen chino por la ayuda prestada durante la pandemia de coronavirus. Arce omite que China es una de las principales potencias que se benefician de la extracción de esos recursos. Un claro ejemplo de la hipocresía en las relaciones internacionales.

El venezolano Gil Pinto quiso compartir con los asistentes la confianza de Nicolás Maduro en que la Cumbre de los Pueblos «sea el relanzamiento de una esperanza, una guía fundamental para los movimientos y partidos« de este tipo de partidos. Mandó al auditorio un »saludo antifascista, antiimperialista y revolucionario». Y todo esto ante la impasividad y beneplácito de las instituciones europeas.

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