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El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, atiende a los medios en la mañana de este sábadoEFE

Frans Timmermans, detestado por la derecha europea, deja Bruselas para postular al Gobierno neerlandés

El vicepresidente de la Comisión termina su mandato con su polémica ley sobre Naturaleza amputada por la Eurocámara y el Consejo

Resulta difícil presenciar una convergencia de posiciones entre el populista italiano –y actual ministro de Giorgia MeloniMatteo Salvini y Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo (PPe) en la Eurocámara. Casi todo les opone, salvo la ojeriza que sienten hacia Frans Timmermans, el todopoderosos vicepresidente de la Comisión Europea encargado de la puesta en marcha del Pacto Verde Europeo. Salvini, por ideas políticas absolutamente incompatibles; Weber, principalmente por las derrotas sufridas a manos del correoso político neerlandés.

Por eso, el anuncio hecho por Timmermans el pasado jueves de abandonar Bruselas para encabezar una coalición de izquierdas (Laboristas + Verdes) en las elecciones generales neerlandesas del próximo mes de noviembre, ha producido cierto alivio en toda la derecha europea –y no solo en ámbitos bruselenses–, la populista, por supuesto, pero también la moderada.

Weber, de momento, calla, pero sabe que no derramará lágrimas por la salida de su más enconado adversario en Bruselas. Salvini, no: en un tweet, habló claro: «No se le echará de menos. ¡Cuánto daño ha hecho este señor! contamos con que los votantes holandeses le tratarán como se merece».

Más contundente aún se mostró el populista neerlandés Geert Wilders, que se enfrentará a Timmermans dentro de cuatro meses. «Frans Timmermans es lo peor que le puede pasar a los Países Bajos. Una Sigrid Kaag [exministra neerlandesa de Finanzas] con barba. Por la máxima locura climática y de nitrógeno, por más UE, por más diversidad (…) el total hundimiento de Holanda. […]”, tuiteó.

Bien es cierto que el interesado ha hecho todo lo posible por enemistarse con la derecha en el Viejo Continente. Para ello ha utilizado sin tapujos la ecología a través del Pacto Verde Europeo. De hecho, se marcha de Bruselas de forma agridulce: la Eurocámara ha terminado por adoptar su polémica ley de Restauración de la Naturaleza, aunque amputada de aspectos esenciales.

Pequeña victoria

Para Timmermans es una pequeña victoria en el sentido que ha vuelto a torcer el brazo de un Weber que había prometido tumbar la normativa: le han faltado 16 votos. 15 «traidores» forman parte del grupo que encabeza. Mas es una derrota en la medida en que el texto adoptado solo conserva de los aspectos esenciales del original el compromiso de restaurar al menos el 20% de los ecosistemas degradados para 2030, de acuerdo con el objetivo fijado en la COP15 sobre biodiversidad en Montreal.

Los otros pilares del proyecto han sido suprimidos, empezando por la totalidad del artículo 9, relativo a la Agricultura. Otros han sido severamente matizados. Por ejemplo, en lo tocante a los fondos marinos: ya no se trata de imponer obligaciones de resultado, sino sólo obligaciones de medios. Se pide a los Estados miembros que restauren 25.000 km de cursos de agua eliminando barreras obsoletas: pequeñas presas que han caído en desuso.

La enmienda

La Eurocámara ha logrado introducir una enmienda que contempla una no aplicación del texto en determinados casos: sus objetivos se verían postergados si esta legislación retrasara la construcción de viviendas, sobre todo sociales, o de proyectos de energías renovables en uno o varios Estados miembros.

Lo mismo ocurriría si el texto afectara a los precios de los alimentos en más del 10% a lo largo de un año o si la producción agrícola disminuyera en un 5% a lo largo de un año. De cumplirse una sola de estas condiciones, el texto deja de aplicarse. ¿Quién ha inspirado esta enmienda? La democristiana neerlandesa Ester De Lange, enemiga acérrima de Timmermans. Prueba fehaciente de que la temática agrícola y ecológica centrará la feroz batalla electoral que se avecina en los Países Bajos.