¿Gran reemplazo? Bélgica es el ejemplo del impacto de las políticas de inmigración masivas

En la última década la demografía europea ha cambiado por completo. Los nativos apenas tienen hijos y la población en la tercera edad no para de aumentar. Algunos políticos llevan décadas abanderando las políticas de inmigración masiva como solución laboral para «pagar las pensiones» y poner así pequeños parches a un sistema piramidal que ya no se sostiene.

Debido a esta incesante llegada de inmigrantes -legales e ilegales- año tras año, ya hay países cuya población extranjera de origen supone más del 20% de la población total. Esto es lo que se considera por parte de representantes políticos y de la sociedad civil como el «gran reemplazo», que no es otra cosa que la sustitución, con el tiempo, de la población nativa europea por otras etnias de culturas exógenas a la occidental bien sea por políticas de inmigración o por simple desfase en nacimientos entre mujeres nativas y extranjeras.

Esto, que puede constatarse estadísticamente a nivel oficial por numerosos informes, es tildado por los negacionistas de las graves consecuencias de la inmigración masiva como «teoría de la conspiración». Las recientes revueltas ultraviolentas en Francia, las asaltos sexuales masivos en las piscinas de Alemania, las peleas de bandas latinas en España o los ataques con machetes y armas de asalto saltan cada vez más a menudo a los titulares de los grandes medios de comunicación. Bélgica es uno de los países que se han vuelto irreconocibles en los últimos 12-15 años.

Saldo nativo negativo

Los números bailan un año tras otro. Las nacionalidades se mueven en los rankings inmigratorios tan rápidas como las posiciones en una carrera de caballos. El saldo inmigratorio es demoledor: decenas de miles de belgas emigran del país todos los años y otros tantos extranjeros se instalan. El resultado es el decrecimiento paulatino de la población nativa sin freno.

Según puede comprobarse en esta gráfica, el año 2022 casi triplica a otros años. El balance migratorio en 2010 fue de 79.446 extranjeros más; en 2011, 62.157; en 2012, 44.365; en 2013, 34.483; en 2014, 39.954; en 2015, 47.682; en 2016, 42.239; en 2017, 44,536; en 2018, 50.180; en 2019, 55.031; en 2020, 41.756 ( año de la COVID); en 2021 se sitúa en niveles pre pandemia con 58.118 y en 2022 se dispara: 116.544.

Y esto es el saldo positivo, es decir, los inmigrantes son muchos más al restarse los emigrantes al número total de inmigrantes. En este gráfico aparecen las dos cifras comparadas:

El sistema de permiso único se introdujo en el país en enero de 2019 tras la transposición de la Directiva de la UE (obligatoria para los Estados miembros) y desde la reforma de 2014, las regiones pueden desarrollar sus propias políticas de inmigración laboral.

En 2019, la población belga nacida en el extranjero ascendió a dos millones de personas (17% de la población) de las cuales 51% eran mujeres. Desde 2009 supuso un incremento del 37%. Los principales lugares de nacimiento eran Marruecos (11%), Francia (9%) y Países Bajos (7%). Las principales nacionalidades extracomunitarias en 2018 fueron Marruecos, Siria e India. Por el lado de los belgas que emigraron, sus principales destinos dentro de la OCDE fueron Francia, España, Países Bajos, Alemania y Suiza.

En la actualidad, la población de Bélgica asciende a 11.697.557 personas, de las cuales el 65% (7.665.100) son belgas con ascendencia belga; belgas con ascendencia extranjera suponen el 21% (2.459.184) y ciudadanos que no poseen la nacionalidad suponen el 13,4% (1.573.273).

En Bruselas se concentra la mayor parte de la inmigración a nivel nacional, la Unión Europea es la razón principal. Cerca del 11% de toda la inmigración la componen trabajadores del espacio común europeo o de otros lugares del continente.