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El líder de la Unión Demócrata Cristiana, Friedrich Merz, y el primer ministro estatal de Baviera, Markus Soeder,AFP

Alemania

Los conservadores alemanes se enrocan a la hora de definir su relación con la AfD

La formación populista de derechas se sitúa en segunda posición en intención de voto, solo por debajo de la CDU

Alemania sigue arrastrando el enorme trauma de la Segunda Guerra Mundial y se estremece ante el auge de los populismos. El partido de la ex canciller Angela Merkel, Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU), lleva una década aplicando un «cordón sanitario» a la formación derechista Alternativa para Alemania (AfD). Una técnica que se ha querido trasladar al resto de Europa y que también se intentó en España con VOX.

Aunque desde Berlín se hayan empeñado en mantener a la AfD fuera de cualquier núcleo de toma de poder, los alemanes han mandado un mensaje a sus líderes y han situado a la formación de derecha populista por encima del Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller Olaf Scholz. Solo por debajo de la CDU, ahora liderada por Friedrich Merz.

Según un nuevo barómetro publicado por el instituto demoscópico INSA , la AfD acumula a día de hoy una intención de voto del 22 %. Los democristianos se mantienen como primera opción con el 26 %, mientras que el partido gobernante, el SPD, se sitúa en el 18 %.

El pasado mes de julio, la AfD dio un golpe en el tablero político alemán y consiguió su primera Alcaldía solo una semana después de conseguir, también por vez primera, la administración de un distrito alemán. Ante el imparable crecimiento de la formación de derecha populista, el líder de los democristianos Friedrich Merz abandonó el domingo la línea dura de su partido con la AfD y aseguró que no existía ningún veto que le impida colaborar con esta formación.

La política del «cordón sanitario» podría llegar a su fin, ahora que la CDU intuye que se verá obligada a negociar con la formación populista tras los comisiones regionales en tres Estados federados del este de Alemania, Sajonia, Turingia y Brandeburgo. Todos los sondeos apuntan a que la opción política más votada será la AfD, por lo que los socialdemócratas estarán abocados a entablar conversaciones con el partido liderado por Alice Weidel.

Así las cosa, el líder de la CDU aseguró, hace escasos días, que su partido podía trabajar con la AfD a nivel de distrito porque tenía el «deber de respetar los resultados electorales». Merz justificó la nueva línea de su partido explicando que «en los ayuntamientos hay que buscar formas de gobernar la ciudad o el distrito». Unas declaraciones que no sentaron del todo bien en el seno del partido y que, horas después, tuvo que matizar.

«Permítanme dejar claro una vez más, y nunca he dicho lo contrario: la resolución de la CDU se mantiene. Tampoco habrá cooperación entre la CDU y la AfD a nivel municipal», publicó en su cuenta personal de Twitter. Las críticas llegaron desde dentro de la propia formación democristiana, así como de su partido hermano, la Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera.

«La CSU rechaza toda cooperación con la AfD a cualquier nivel. La AfD es antidemocrática, ultraderechista y rompe el consenso social. No es compatible con nuestros valores», reafirmó el presidente de la CSU y primer ministro bávaro, Markus Söder. En esta misma línea se han pronunciado otros líderes de la CDU como el alcalde gobernador de Berlín, Kai Wegner, o el ex primer ministro del estado federado del Sarre, Tobias Hans.

Alemania, y con una AfD cada vez más fuerte, hace frente a unos comicios regionales claves para tomar el pulso de la política germana de cara a las elecciones de 2025. Las próximas regiones en pronunciarse serán Baviera y Hesse el próximo mes de octubre. Pero el verdadero desafío tendrá lugar en septiembre de 2024, con los comicios en los estados del Este, área que ha monopolizado el descontento con la política alemana y ha virado por completo a la derecha.