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Aquilino Cayuela

Níger y el corazón de las tinieblas

El conflicto de Níger y su posible expansión, por la intervención de países vecinos, parece adentrar al continente africano en el corazón de una inmensa tiniebla

Banderas rusas en una manifestación a favor de la Junta Militar de NígerAFP

En El corazón de las tinieblas (Heart of Darkness) Joseph Conrad nos narra el viaje del marino Charlie Marlow al corazón del continente africano, un periplo que se concreta en un descenso a los infiernos a través, posiblemente, del río Congo en pleno periodo colonial.

Detalla la deshumanización del colonialismo y el reverso tenebroso de la humanidad. Francis Ford Coppola transportó el relato al río Nung, en plena guerra de Vietnam.

La finalidad era encontrar al enigmático Kurtz, un occidental que ha roto con todos los límites sociales y civilizados y ha cruzado la línea hasta el lado salvaje.

Perfectamente el viaje a las tinieblas podrá ser ahora a través del río Níger, que cruza el país al que da nombre, para pronunciar las últimas palabras de Kurtz: «¡El horror! ¡El horror!». Y concluir con el relato de Conrad: «El río está negro... parece llevar al corazón de una inmensa oscuridad».

En el África occidental se cierne un gran conflicto desde que el pasado 26 de julio soldados de la guardia presidencial de Níger retuvieron al presidente Mohamed Bazoum dentro del palacio presidencial en Niamey. El golpe de Estado ha tenido éxito y una junta militar se ha hecho con el mando del país.

La elección de Bazoum había sido la primera situación democrática en el poder en un país, Níger, extremadamente pobre, que ha protagonizado cuatro golpes militares desde que se independizó de Francia en 1960.

Francia había estacionado a unos 1.500 soldados para luchar contra los islamistas en Níger, y Alemania aún mantiene tropas, unos 800 soldados alemanes que forman parte de la fuerza de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas (ONU–MINUSMA). Un contingente que ya había salido de Malí precipitadamente.

Ahora estas fuerzas occidentales están allí, mientras los golpistas han cerrado el espacio aéreo y los países vecinos Burkina Faso y Mali anuncian que están considerando una acción militar en apoyo de los autoproclamados nuevos gobernantes militares en Níger. El sentimiento antifrancés y, por extensión, antieuropeo es manifiesto y creciente.

Influencia de Rusia

La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS) había pedido, en días pasados, a los militares que se han hecho con el poder en Níger que reincorporaran al presidente Bazoum y restauraran el orden constitucional en el plazo de una semana. De lo contrario, el grupo tomaría medidas que podrían incluir violencia, dijo.

La amenaza de nuevas acciones y un posible despliegue militar en el entorno, preocupa en Europa y supone un enfoque controvertido para la región, pues la intervención militar podría trastornar a todo el Sahel.

La influencia de Rusia en la región es muy palpable, así como el fuerte rechazo a Francia, antigua potencia colonial de la zona, y con ella a la Unión Europea. Está siendo un hecho. Su influencia está prácticamente expulsada de toda la región. Burkina Faso, Malí, ahora Níger.

La antigua influencia colonial francesa, desde la creación del Alto Volta en 1919, decrece a gran velocidad, casi desaparece, mientras que un islamismo militante y una preferencia por al amparo de Rusia se extiende aceleradamente por todo el Sahel.

Esta zona de África contiene valiosas materias primas. En el caso de Níger hay minas de uranio, tres de ellas bajo el control de una sociedad francesa semipública (Orano).

De hecho, la nueva junta militar ha suspendido la venta de uranio a Francia, en represalia por las sanciones adoptadas por Francia y sus aliados europeos y norteamericano.

La Francia de Macron, tras salir forzosamente de Malí apostó por una influencia estable en Níger, pero nuevamente se encuentra en una situación comprometida.

Tampoco es casual que el golpe de estado se produjese coincidiendo con la 2ª Cumbre Ruso–Africana (27-28 de julio) celebrada en Moscú, donde Putin se acercó a numerosos países africanos gracias a su control de los cereales y fertilizantes. Mali, Sudán, Burkina Faso, Eritrea, Etiopía o Guinea afianzaron más su proximidad a Moscú.

En el lado militar, Rusia representa el principal exportador de armas al África Subsahariana, incluso por delante de China, con un 26 % de las exportaciones.

Además, el grupo Wagner opera en distintos países como la principal fuerza de instrucción y de intervención rápida. Tras la crisis de los Wagner en el conflicto de Ucrania, se ha creado cierta confusión sobre el futuro de las milicias rusas en el continente, particularmente en Malí y la República Centroafricana, Sudán y Libia.

Para el Kremlin, el futuro de Wagner en el continente es crucial ya que le permite extender su influencia, tanto en guerra híbrida, o acciones de desinformación, cambio de gobierno, insurrecciones, etc.; como en la guerra directa, por ejemplo, contra las milicias yihadistas y otros posibles adversarios.

África está partida en dos y el fuerte resentimiento contra Occidente aumenta. El conflicto de Níger y su posible expansión, por la intervención de países vecinos, parece adentrar al continente en el corazón de una inmensa tiniebla.